6.9.24

El triple regreso de Hilario Barrero

ABC
Hilario Barrero, neoyorkino de Toledo, sigue al pie del cañón. Y nos felicitamos por ello. Además de dirigir Cuadernos de Humo (la revista y las plaquettes) acaba de publicar tres nuevos libros. Vayamos por partes.
El escondite inglés es la tercera antología bilingüe de poesía en inglés que nos ofrece. En 2011 llegó Lengua de madera (en el título parecía el adjetivo "breve") y en 2018 A quien pueda interesar. Ambas aparecieron en el catálogo de la sevillana La Isla de Siltolá. 
Más de trescientas páginas tiene este tercer volumen y los poetas representados forman un amplio elenco donde las voces más conocidas (por reconocidas) se unen a otras que Barrero nos descubre con sagacidad y entusiasmo. Sí, porque estos ejercicios obedecen, según creo, a un apasionado impulso que le obliga, como primer lector, a dar a conocer a otros sus hallazgos. Y cuánto, desde el vergonzoso monolingüismo, se lo agradece uno. 
Sus traducciones son, o así lo parece cuando las leemos en español, impecables. No es sólo la solvencia con la que vierte esos versos de un idioma a otro, sino también lo bien elegidos que están. Lo sugería antes. Al cabo, tanto gusto da volver sobre, pongo por caso, un conocido poema de Auden, Larkin, Glück o Merwin que sobre otros, para mí desconocidos, de Knott (sus "Veinte poemas breves" son una delicia), Stern, Seuss (qué "Soneto"), Pastan (estupendo su poema sobre Frost y Kennedy), Nemerov o Espada. No puedo dar la lista completa de poetas incluidos (algunos con un poema, otros con más; clásicos y, sobre todo, contemporáneos; treinta con el Pulitzer), pero sí copiar la que la editorial, la cántabra Libros del Aire, indica en su web. Mujeres: Amy Lowell, Marianne Moore, Elizabeth Bishop, Mary Oliver, Adrienne Rich, Diane Seuss, Sharon Olds, Rita Dove y Louise Glück; y hombres: Robert Frost, Wallace Stevens, Archibald Macleish, W. H. Auden, Theodore Roethke, Howard Nemerov, Richard Wilbur, Donald Justice, Galway Kinnel, W. S. Merwin, James Wright, Stephen Dunn, Henry Taylor, Frank Stanford, Stephen Dunn, Henry Taylor, James Tate, Paul Mulddon y Jericho Brown. Añadiría a WCW, Raine, Reznikoff, Carver (su naturalidad me encanta), Strand, Heaney, Simic, Gioia o Tóibín. 
Tengo la impresión, ya que hablo de sus decisiones a la hora de elegir a éste o aquélla (poetas y poemas), de que el tema de la vejez está especialmente presente, o, si se prefiere, la visión de lo vivido desde la atalaya de la avanzada edad. 
No deja uno, página a página, de encontrar sorpresas. De las buenas, matizo. De las que cualquier lector exigente de poesía aspira a encontrar en un florilegio como éste, tan apto para el picoteo lírico. 
Amor y tiempo han titulado Jesús Nariño y él una nueva edición de los sonetos completos de William Shakespeare, 154 poemas, que publica otra norteña: la asturiana Impronta. 
Sí, cuatrocientos años después estos poemas siguen vigentes, lo que se espera de un clásico. Está bien, con todo, que la traducción se vaya adaptando a los tiempos para que los lectores de cada época puedan degustarlos de la mejor manera posible sin traicionar por ello la versión original. Estos le suenan muy bien a uno, sin ese componente retórico y anacrónico que suele lastrar los que leemos en las ediciones canónicas, sin que ello quiera decir que ésta no lo sea, aunque renuncie incluso a serlo. 
En el breve prólogo, sitúan el compendio, explican que los "primeros 126 tienen como inspiración  a un anónimo joven (fair youth) y que los restantes "tienen como protagonista a la dama oscura (dark lady), anotan los temas, resumen "la trama" de esta presunta "historia novelada"(con palabras de Luciano García García, de su libro Sonetos y Querellas de una amante, que recoge su versión de estas mismas composiciones) y reflexiona, en fin, sobre la traducción ("cubrir con otra piel un cuerpo que, generosamente, alguien nos pasa, nos da, nos regala", "cambiar de envoltura, no de corazón , ni de sangre"). De "traducción libre" y de "prosa poética" hablan al referirse a su empeño. Lo que viene después, por decirlo pronto, es simple, pura poesía, que es lo que este reto demandaba. Lean, si no, el soneto 76. O cualquiera de estos
Aunque creímos que este novísimo por libre se despedía de la poesía con Tiempo y deseo (Libros del Aire), donde reunió todos sus poemas, Tarja (Renacimiento) viene a demostrar que nos equivocábamos. Como él, supongo. Estamos ante un libro breve pero intenso, con poemas de tono mayoritariamente elegiaco donde la vejez y sus no siempre cómodas circunstancias están muy presentes. Este año cumple 80 su autor. Palabras mayores. La segunda sección del libro se titula, sin ambages, "Del deterioro". 
Hay mucha memoria en estas páginas (de infancia y juventud sobre todo), sí, y como precisa su prologuista, José Luis García Martín, "al barroco desengaño de las postrimerías se suma una historia de «amor constante más allá de la muerte» y una celebración de los instantes felices que fueron y nunca dejan de ser en la memoria". "No me podrán quitar el dolorido sentir", dice Martín con Garcilaso. 
El primer poema del libro, que le da título, explica el porqué de éste: "la tarja donde el panadero «escribía» / los panes que mi madre compraba". Y es que "tarja" es,. según el DRAE y entre otras cosas, "tablita o chapa que sirve de contraseña " y "corte o hendidura que se hace como señal". 
A los temas ya señalados cabe añadir la inevitable presencia de los poetas y los libros (no se olvide su carrera profesoral en Brooklyn y sus labores de traductor) y la de familiares (en especial, su madre) y amigos. Escenas, casi siempre, de Toledo o Nueva York; también de algún viaje, como el que hacen en otoño a Nueva Inglaterra "a encontrarse con Frost" y que lleva en el título de otro poeta norteamericano: "Los turistas de Nemerov". (Ya que lo menciono, es comprensible que el inglés, su otra lengua materna, menudee entre los títulos, versos y en los epígrafes de los poemas. En este último caso, al ya mencionado lector monolingüe le hubiera gustado que el traductor hubiera intervenido para evitarle las frecuentes visitas al no tan competente de Google.)
La enfermedad, el dolor, la muerte, las pérdidas y otras recurrencias no empañan la serena visión de Barrero, que se aferra a lo mejor de la vida y a vivirla con la debida pasión hasta el último minuto. 
Hace un momento usaba el plural al aludir al poema del viaja a New Hampshire. Un "nosotros" que une a Hilario con su pareja. Más de medio siglo de amor les contempla, desde el tantas veces nombrado barcelonés "verano del 71". 
No quiero terminar esta reseña sin ponderar el ritmo, la música callada, que Barrero ha logrado trasladar a sus composiciones y que ayudan al lector a comprender mejor el alcance de esta poesía tan discreta como eficiente que es capaz de perdurar en la memoria y que, por tanto, Martín dixit, "no se acaba nunca".