De los cinco libros publicados por Sanmartín (Zaragoza,
1959) en lo que va de década, cuatro son de poesía: Ir la Norte, Evitar
la niebla, Archivo fotográfico y Costa Oeste. Poemas
de Göteborg. Antes dio a la imprenta otros siete, casi tantos como suman
los de su faceta narrativa. Bueno, más allá de lo didáctico, tal bicefalia no
existe. Quiero decir que Sanmartín escribe y punto. Su tono es siempre el
mismo, igual que su voz. Por eso en esta nueva entrega, como en todas, prima lo
poético, sí, aunque estos versos no quieran parecerlo. No hacen ostentación de
su lirismo y se muestran con la naturalidad propia de quien recela de la
palabra estilo.
Sanmartín nos explica en una nota que pasó el verano de 2023
en la ciudad sueca de Gotemburgo gracias a una residencia artística. Fue a
escribir un libro de viajes y se trajo, además, estos veinticinco poemas (sin
título, con la única puntación del punto final) que son también un diario de viaje.
Si bien la escritura es “lo desconocido” (cita a Duras), a
veces se convierte en un “autorretrato”. Y mucho de ello hay aquí, donde se
vislumbra el verdadero rostro del autor. “Desconozco la ficción / soy”. “¿Un
poema debe imitar nuestra vida?”, se pregunta con Glück. Anota lo que ve al
tiempo que se asoma al que fue y mira la memoria. Convalida sus recuerdos: es. “El
olvido es absurdo”, afirma.
“Lo que queda es la búsqueda. / El hallazgo pasa” (cita ahora
a Chivite), de ahí que se centre en los detalles. En los que encuentra en su
deambular ―mediante ferris, trenes o coches― por faros, islas, restaurantes o
museos. “No me gusta la realidad”, matiza. Estamos ante un “superviviente / que
se habla a sí mismo”; esto es, a todos.
Fernando Sanmartín
Papeles Mínimos, Madrid, 2025. 50 páginas. 15 €
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.

