El Centro Virtual Cervantes dedica una página al escritor José Jiménez Lozano, Premio Cervantes 2002.
1.3.14
28.2.14
Felipe Núñez: Obras
Ya ha salido Obras, la poesía y prosa completas de Felipe Núñez (Plasencia, 1955). Publica la salmantina Editorial Delirio.
Sin el valor de acabar ni la fuerza de continuar.
Samuel Beckett
Releo estos viejos escritos míos y observo algo con disgusto y vergüenza: demasiado a menudo manifiestan incomodidad con su propia existencia. Amenazan una y otra vez con «el abandono y el borrado», y al respecto se interrogan enfáticamente sobre si resultaría más radical el uno o el otro. El simple abandono –afirman– es radical por cuanto no añade gesto. Pero el gesto del borrado, a cambio, es más drástico siempre que sea irreversible.
Pues bien, ni abandono ni borrado. Muy al contrario, estos viejos escritos vienen aquí a insistir y reincidir.
Busco excusas para tal contradicción y solo se me ocurre una, y no muy buena: paradójicamente, quizá fuera modestia y no alarde la reedición de estos escritos, un poco al estilo de Sem Tob de Carrión, quien alegaba que si teñía sus canas era para no engañar, esto es, para no mostrar, canoso, una falsa apariencia de juiciosa senectud. Paralelamente, si yo consiento y promuevo la presente reedición, es para evitar y evitarme el gesto altisonante de oponerme. Porque, releyendo, también advierto con pena cuánto abundo en tales gestos estridentes. Abunda en mis escritos el timpanismo y escasea la matidez, por usar una de esas metáforas médicas que tan caras me son. Ya no hay remedio.
En cuanto al nombre que reúne estos textos, Obras, debo su forma final al valioso consejo de Ada Calvo. El singular, Obra, parecía demasiado pretencioso. Obra lo es la cervantina, por ejemplo. Y en cuanto a la compleción o incompleción de tales Obras, también es prudente dejar el asunto indeciso.
Desde la distancia, si tuviera que emitir un juicio sumarísimo, diría, parafraseando a Bartleby: «preferiría no haberlo hecho».
Villamayor, 13 de abril de 2013
27.2.14
Hernández Zurbano dixit
Salvador Vaquero sigue con su serie de entrevistas para El Periódico Extremadura y el pasado sábado le tocó el turno a la poeta Carmen Hernández Zurbano, según ella, "una chica de pueblo" (ya ven la foto), eso sí, con tres libros, ni rurales ni torniegos, a sus jóvenes espaldas: Géiser (2011), La felicidad lingüística (2013) y ¿Eres okupa? (2013), premio El Buscón, el único de los suyos que aún no he leído.
Vaquero le pregunta: ¿El escritor debe estar al margen de la política o la escritura puede ser un arma de compromiso? Y Zurbano responde: "Lo escrito después de su publicación es siempre, sea o no su intención, un arma política, en cuanto que palabra que se hace pública y que proviene de un sujeto en un determinado contexto fruto de un determinado devenir histórico. Todas las personas deberíamos comprometernos, y más en estos tiempos que corren. Nada de profesionalizarse como intelectual -entendido a la manera clásica- que no se "mancha las manos" con la práctica política, nada de profesionalización de los políticos que no tienen otro trabajo que les mantenga y les ancle a la realidad, y defienden sus escaños como gato panza arriba diciendo mentiras".
¿Existe machismo en el mundo de las letras?, inquiere el novelista placentino, y ella contesta: "Es evidentísimo. Con el mundo de las letras supongo que te refieres a la literatura. Sí, claro, en el número de hombres que trabajan y han trabajado en este campo respecto del de mujeres, echemos un vistazo al canon, eso es lo más evidente. Pero hay otro gran problema para mí -ampliando el significado de "letras"- y es la masculinización del conocimiento: yo he aprendido una medicina, una antropología y una teoría de la literatura absolutamente masculinizadas en la universidad, de las que la mujer está prácticamente ausente, en el lenguaje, por supuesto, pero también como objeto de estudio. El conocimiento legítimo y los modos en que se transmite son sin excepción masculinos".
Vaquero le pide también una reflexión ante la vida. "¿Es muy raro vivir, no?", deja caer Zurbano.
26.2.14
Tres libros del sur
Juan Carlos Rodríguez Búrdalo (Cáceres, 1946) publicó en 2006 su poesía reunida bajo el título La luz ardida. Desde entonces no ha dado a la imprenta ningún libro inédito. El que sale ahora bajo el sello del Instituto de Estudios Almerienses, Bóveda y estribo (Poesía escogida), es una antología realizada por el poeta granadino Rafael Guillén que, como reconoce en el brevísimo prólogo, se ha dejado llevar por su gusto a la hora de seleccionar los versos de Búrdalo. Éste echa mano del título de otra antología, del portugués Fernando Pinto do Amaral, para definir su poética: Exactamente mi vida. Como Llop, al que cita, no entiende la poesía sin biografía.
El volumen incluye diez poemas inéditos, algunos relacionados con el paisaje almeriense. No en vano su familia (algo que uno desconocía) procede de Tabernas.
El volumen incluye diez poemas inéditos, algunos relacionados con el paisaje almeriense. No en vano su familia (algo que uno desconocía) procede de Tabernas.
Tomás Rodríguez Reyes (Sanlúcar de Barrameda, 1981) se estrenó como poeta (sobra el "acaso" en la nota de la solapa) hace cuatro años con un libro titulado El huerto deseado. Ahora vuelve a La Isla de Siltolá con El umbral de piedra, un libro, según creo, más maduro y hecho que el anterior por más que su mundo y su tono sigan siendo los mismos. Las referencias a María Zambrano y Antonio Colinas, maestro dilecto, las más veladas a JR, a la Filosofía (en especial a la clásica) y a la Música (que escribo también deliberadamente con mayúscula), además de a ciudades y escritores italianos, no dejan lugar a equívocos. Poesía grave, la de Rodríguez Reyes, ajena a ironías o anécdotas, meditativa, honda e inspirada, atenta a lo que importa, donde la presencia de la Naturaleza es esencial.
Quien, acaso, más ha creído en él (en su poesía, quiero decir), el inquieto editor Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, 1964), vuelve a entregarnos una antología de su obra que lleva por título un verso de su admirado Nicanor Parra: Por complacer a mis superiores. Editada por Poesía en tránsito de Ediciones en huida, nos ofrece la doble posibilidad de leer o releer poemas ya publicados en libros o plaquettes y la de degustar inéditos, que en número de seis aparecen al final del florilegio.
25.2.14
Abuelo
Lo de ayer fue un golpe bajo. Uno de mis alumnos de 6º se dirigió a mí, para preguntarme, llamándome abuelo. Fue sin querer, lo sé. Pasa mucho tiempo con el suyo y... Hasta ahora, uno ha sido confundido con papá y hasta con papi o papa, pero esto... Menos mal que con quien me ha confundido es un tipo excepcional al que aprecio desde hace muchos años. Ya quisiera uno, sí, ser como el abuelo Nando.
Ay, Gonzalo, y luego te quejas...
24.2.14
Una matización
Eduardo Moga me escribe para puntualizar algo sobre mi entrada anterior, donde dije que González-Ruano era "un escritor muy lejano sin duda a sus intereses". Le he pedido permiso para traer su comentario aquí:
Querido Álvaro:
Una matización. César González-Ruano me interesa mucho: como poeta, es autor de una obra permanentemente vanguardista, de la que me siento muy cercano. Como diarista y memorialista, es uno de los mejores escritores españoles del siglo XX: su prosa es un prodigio de limpieza y precisión, y su mirada es tan inteligente como, a menudo, desvalida. El Ruano al que me siento completamente ajeno es el Ruano político, aristocratizante, monárquico y fascista, y, por supuesto, al que se dio a tejemanejes inmundos en el París de los nazis. Todo lo que acabo de decir admite, a su vez, matices, pero es, en esencia, lo que pienso. Y lo digo a beneficio de inventario.
Abrazos gigantescos.
Eduardo.
Revistero
Cuadernos Hispanoamericanos afina aún más su cambio de imagen y logra que el lector se sienta definitivamente cómodo entre sus páginas. En la entrega que lleva el número 764, ahí es nada, publica un extenso ensayo de Eduardo Moga sobre la poesía y la vida de César González-Ruano, un escritor muy lejano sin duda a sus intereses (y que le ha acarreado una agria polémica con el editor y poeta Abelardo Linares); otro de Noemí Montetes sobre la presencia de Vallejo en Rosales; un diálogo entre Victoria Camps, Eduardo Mendoza y Víctor Gómez Pin; una entrevista de Carmen de Eusebio con Leonardo Padura; y artículos varios, como uno de Jesús Aguado sobre el último libro (premio Quimera) del citado Moga, otro de Julio César Galán sobre los pájaros en la obra de Rosillo y otro más sobre "la fe rebelde" de Bergamín a cargo del prolífico Mario Martín Gijón.
Precisamente del profesor de la Universidad de Extremadura hay un ensayo en el número 109, que tampoco está mal, de Clarín. Sobre "la idea comunista" en Alberti, Rejano y Herrera Petere. Además, textos la mar de interesantes como el dedicado por Javier Almuzara a la lírica griega arcaica y la vigencia de las ruinas, que incluye una breve antología de versos; una entrevista a José Avello, autor de dos novelas, viajero en Guinea, profesor y compañero de generación de Puértolas o Millás; un bonito poema de Trapiello, "Niño en un carro de heno", donde evoca su infancia leonesa; unos fragmentos, aforismos y anotaciones de Baquero Cruz que me han gustado especialmente; una aproximación al vallenato; un diario de viaje por Paraguay que firma Cristian David López; unas palabras del pintor Eugenio Benet sobre Juan Benet, a propósito de unas jornadas en Región, organizadas por la UNED, dedicadas a su señor padre; otras de Luis María Marina ofrecidas a Nuno Júdice, con motivo de un homenaje al poeta portugués por la concesión del Reina Sofía; y, cómo, el consiguiente puñado de reseñas habituales.
Mención aparte merece, a mi modo de leer, el "Taller diario" de Martín López-Vega, ya instalado en Iowa, donde vuelve a demostrar su capacidad de análisis, sus amplias erudiciones, sus interesantes descubrimientos poéticos, así como su capacidad para la ocurrencia y su razonada mala uva. Con el celebrado JRJ, pongo por caso, a quien, por mucho que lo intente, nos confiesa, no acaba de tragar. Si el de Moguer viviera... O si mi paisana, al hilo, se enterara... Muy divertido, sí. Y bromas aparte, tan ilustrativo y didáctico como siempre.
23.2.14
La luna en verso
Así se titula una antología publicada por El Torno Gráfico Ediciones para conmemorar la primera Noche en Blanco de Granada, una ciudad que aspira a ser nombrada Capital Mundial de la Poesía.
La selección es plural y los poemas, esa era la clave, tienen relación con la noche.
Francisco Acuyo se ha encargado del prólogo: "Una reflexión sobre la lógica simbólica de la noche", y entre los poetas encontramos un poco de todo, de los más conocidos a los muy desconocidos, al menos para mí. Es de destacar que algunos poemas sean inéditos (los de Luis García Montero, Vicente Gallego y José Luis Rey, por ejemplo).
Sólo de una persona hay más de uno: María Victoria Atencia, algo que cualquiera, lector o poeta, disculpa encantado. Y otra curiosidad: "La noche", un poema firmado por Juan Carlos Pérez Mestre.
En cuanto a uno, el poema elegido es "Nocturno", cómo no, y pertenece a Ensayando círculos:
Alguien, en un gesto usual, mira la luna.
Bajo los soportales,
al acecho,
le dirige algo más
que una mirada.
Pudiera parecer que
hasta le hablase.
En la plaza, su
círculo refleja
una luz muy precisa,
ni siquiera alterada
por el sobrio
alumbrado
de unas cuantas
farolas.
Alguien —fijamente,
y a ratos—
mira al cielo.
Repite
un acto
acostumbrado. Es ancestral,
acaso, o anacrónico;
mas no por eso menos
necesario.
Esa luna está ahí y
siempre ha estado
y el hombre que la
observa es cualquier hombre.
Inmóvil, bajo
arcadas, se pregunta.
Ahora el referente
es ese astro. En él
se fija el tiempo y
el espacio.
Por un momento —a
modo de esperanza—
concilia al fin
mirada y pensamiento.
Su fijeza es el
móvil. La noche, su coartada.
22.2.14
En el Annapurna
![]() |
© Ricardo Jiménez |
Su título exacto: Annapurna. La montaña empírica (Fábulas de un funcionario). Lo publicó Ediciones Sociedad de Amigos del Santo Sepulcro (de San Fernando de Apure) en enero de 2013, hace ahora un año. Lleva fotografías de Ricardo Jiménez.
El asunto es sencillo: un funcionario viaja a la cordillera del Himalaya, pero con Google Earth. Se va hasta esa montaña maldita (donde mueren seis de cada diez de los que intentan ascender a su cima) al tiempo que sumamente hermosa, como suelen serlo esos lejanos ochomiles de leyenda.
Los poemas, de tono narrativo, tienen que ver con distintas aventuras allí acaecidas, de expediciones míticas, como la de Maurice Herzog, el primero en hollar esa cumbre. Con sus penalidades y triunfos. Y con la vida cotidiana de quien observa a través de la pantalla del ordenador ese mundo inhóspito de alturas y hielo donde siempre ronda la muerte. El contraste es brutal. Del llano venezolano a las montañas más altas de la Tierra. Del calor al frío. De una sociedad crispada a un territorio donde la compañerismo es básico.
El propio Barreto ha indicado que "esta vez busqué retratar la espiritualidad occidental que la considero compleja y mundana". También ha confesado que "lo escribió como una manera de escapar del horror burocrático al que lo confinó este gobierno por no mostrarse adepto y genuflexo": “Yo estaba sobre el Annapurna y su peine negro y blanco / o quizás en mi oficina con los ojos congelados en la pantalla del ordenador. / Hui a 10.000 a 20.000 m de altura y me aparté hacia el estancado / desierto del Paquistán: o era mi rostro sobre papeles administrativos / y la tarde alcanzada en los informes.”
Sí, con este libro Barreto ha ideado una metáfora a la altura de su expedición himalaya. La falta de respiración no está sólo relacionada con la altura.
En algunos poemas aparecen codas (un haiku, una sentencia, una canción, una frase...) que enriquecen aún más lo que de sugerente tienen unos versos que parecen escritos por alguien que en realidad ha estado allí.
Termino con una buena noticia: Marina me anuncia que a mediados de año la editorial Pre-Textos tiene previsto publicar la poesía reunida de Barreto. Otra expedición que no me pierdo.
Termino con una buena noticia: Marina me anuncia que a mediados de año la editorial Pre-Textos tiene previsto publicar la poesía reunida de Barreto. Otra expedición que no me pierdo.
Machado, 75
Tampoco olvida uno a Antonio Machado, hoy que se cumplen 75 años de su muerte.
"Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido."
De "A Don Francisco Giner De Los Ríos". Con Fernando.
"Hacedme
un duelo de labores y esperanzas.
Sed buenos y no más, sed lo que he sido
entre vosotros: alma.
Vivid, la vida sigue,
los muertos mueren y las sombras pasan;
lleva quien deja y vive el que ha vivido."
De "A Don Francisco Giner De Los Ríos". Con Fernando.
21.2.14
El paraíso perdido de Raine
Adiós, prados felices. (Memorias 1973) es el primero de los tres
volúmenes de memorias que Kathleeen Raine (Londres, 1908-2003) agrupó bajo el
título Autobiographies.
Sus traductores (conviene
destacar la brillante versión) han sido Natalia Carbajosa y Adolfo Gómez Tomé,
responsable de la antología Poesía y
Naturaleza, una de las escasas muestras de la obra de Raine en España.
El libro incluye un prólogo en
clave personal de Benito Estrella que desvela no pocas de sus claves. En cuatro
capítulos, que él denomina “el exilio, la naturaleza, la tradición y la visión
poética”, Raine rememora, en un lenguaje decididamente poético, su infancia,
“verdadera patria de origen” y, más
allá, la pérdida de ese Edén. “Pisa un terreno sagrado”, precisa Estrella, que
también nos advierte de la “visión sagrada o divina de las cosas” que late en
su poesía. La de alguien que es “plenamente consciente del fin de un mundo”. No
duda en afirmar que estamos ante un valiente “testimonio de autenticidad,
veracidad y rectitud” que, como también señala, costará ser leído “en moderno”.
De Milton procede el título y los
versos que abren cada uno de los capítulos.
Aunque nacida en Ilford, un
suburbio de Londres, sus primeros recuerdos pertenecen a Bavington, en Escocia,
tierra natal de su familia materna. En su vida, y en su obra, todo va a ser una
lucha entre Bavington e Ilford, donde se irán definitivamente a vivir, o lo que
es lo mismo: entre su padre y su madre y sus distintas, contradictorias,
visiones del mundo. Bavington es, claro, el paraíso perdido e Ilford el
infierno por sufrir. Bavington es el lugar,
con su identidad y su alma, su genius
loci. “El lugar de nuestra felicidad”. Un lugar inviolado, dice ella, que
se identifica con la Naturaleza. “Yo vivía en un mundo de flores”, escribe,
entre “armonías en miniatura”. En los Cheviots, “las colinas salvajes”. “Al
norte del muro de Adriano”, en “Scotia irredenta”. En medio de su gente (la de “mi
madre”), sujeta a un tiempo legendario de clanes y baladas. “Fuera del tiempo o
del cambio”, en “lugares perdurables y continuos”. En “el lugar de la poesía”, una
tradición, que ella asocia a su madre, “a la que debo la felicidad de mi
infancia”, que protegió “mi santuario de soledad en aquellos años de mi primera
infancia”. “La poeta en mí es la hija de mi madre”, concluye. En Northumberland
estaba “la poesía de la vida”: la tía Peggy, el invierno, los campos, la
escuela, el pozo, la lengua familiar, el toro, las flores, los gatos, Sally
Walton... Y la imaginación, los sueños y la fantasía. También “la
austeridad y la sencillez”, cuestión de
estilo no de principios, “la tarea y el placer”. “La sutil belleza”. El arraigo,
“la sensación de tener un lugar en la tierra al que verdaderamente
perteneciera”. Todo era entonces “seguro y familiar”. Pero eso cambió para
nunca volver. “Nuestra mayor aflicción es vivir exiliados del Edén”, dice
Raine, y a ese exilio, ya permanente en su vida, encaminaron sus pasos.
Hija de padre metodista y madre
calvinista, todo en su infancia giró en torno a la religión. El primero,
frustrado campesino y maestro de escuela, devuelve a la familia a Ilford, en
Essex, donde el desarrollismo, que ella asocia a destrucción, campa a sus anchas.
Allí, “el ser mezquino, carente de sentido y vulgar, era el hombre”. Gente que
no es “de verdad”, que llega sin pasado ni identidad. Reacciona contra lo que
su padre, socialista utópico, defensor de la educación y del futuro, entiende
por “progreso humano”. Contra lo igualitario. “Vi una desolación creada
adrede”. La que viene de la mano del coche y la televisión.
La madre “se encerró en sus
sueños y en sus flores”. Creía que estaba allí de paso. “Extranjera y huésped”
en ese mundo. Ni ella ni su hija querían vivir en “la sociedad ideal de mi
padre”. La lengua y la cultura eran su “barrera protectora”, lo que las
“singularizaba”. A falta de naturaleza, Kathleen se dio a los “mundos
diminutos” de la botánica.
Llegó después Roland Haye (más
que amor, conversación, música y libros: “una epifanía”), Cornualles y Francia,
y Le Pouldu y Bretaña y M. d’H., “mi primer maestro”, que deseó para ella “un
destino alado”; como ella, un ser sufriente “consecuencia automática sobre
quienes asumen, como propio, vivir en
plena consciencia las experiencias de la vida”.
Se queda el lector con ganas de
más. Y no por falta de intensidad. Ojalá se publiquen las siguientes entregas de
esta vida singular y bien escrita como pocas.
Nota: El libro ha sido publicado por Renacimiento. Esta reseña se publicó en el número 363 de la revista Quimera.
20.2.14
KG, ¿cínico o visionario?
![]() |
Goldsmith por Pascal Perich |
¿Qué clase de poeta es Kenneth Goldsmith?, le pregunta Eduardo Lago -para El País- al neoyorkino (1961), Poet Laureate del MoMA y fundador de UbuWeb, a lo que éste responde: "Soy un poeta contemporáneo.
La poesía hoy adopta formas que antes era imposible sospechar que
pudieran llegar a existir. Hay poetas que inoculan palabras en las
estructuras del ADN; poetas que hacen películas que funcionan como
poemas; poetas que transcriben documentos legales. La poesía es un
espacio muerto del que hay que apoderarse, y el lugar donde hay más
posibilidades es la Red. En realidad, siendo rigurosos, la misión del
poeta hoy es no escribir poesía".
Y más adelante: "Nuestra relación con el lenguaje ha cambiado y, como consecuencia de ello, ha cambiado nuestra relación con la lectura y la escritura. Con el bombardeo de información a que estamos sometidos, nadie es capaz de mantener la atención fija durante mucho tiempo. El déficit de atención es una nueva forma de vanguardia. En un contexto de hiperabundancia textual, carece por completo de sentido infligir nuevos textos al mundo. Lo que considerábamos que era nuestra propia producción es algo tan minúsculo e irrelevante en el océano de la textualidad digital que ¿qué nos podemos proponer? ¿Añadir una gotita más a ese océano o intentar sacar cubos gigantescos llenos de un material tan rico como el agua y verterlos en otro tipo de contenedores? En mi opinión esa es la tarea a la que se enfrentan los jóvenes escritores."
Y más adelante: "Nuestra relación con el lenguaje ha cambiado y, como consecuencia de ello, ha cambiado nuestra relación con la lectura y la escritura. Con el bombardeo de información a que estamos sometidos, nadie es capaz de mantener la atención fija durante mucho tiempo. El déficit de atención es una nueva forma de vanguardia. En un contexto de hiperabundancia textual, carece por completo de sentido infligir nuevos textos al mundo. Lo que considerábamos que era nuestra propia producción es algo tan minúsculo e irrelevante en el océano de la textualidad digital que ¿qué nos podemos proponer? ¿Añadir una gotita más a ese océano o intentar sacar cubos gigantescos llenos de un material tan rico como el agua y verterlos en otro tipo de contenedores? En mi opinión esa es la tarea a la que se enfrentan los jóvenes escritores."
19.2.14
Diario extremeño
Me entero por Mario Martín de que en Cajón de sastre, espacio misceláneo de autores de la editorial Pre-Textos, se han publicado las anotaciones inéditas que, bajo el título Notas de un diario extremeño, Peter Sloterdijk
envió a su amigo Isidoro Reguera tras un breve viaje por Extremadura. Traductor de una parte importante de su
obra, el propio Reguera se ha encargado de verterlas al español. Inéditas en
nuestra lengua, sólo una parte se incluyó en su diario
Zeilen und Tage (Suhrkamp, 2011).
30 de octubre. Plasencia
En la iglesia que hay junto al Parador puede verse una exposición de pasos, figuras procesionales de tamaño natural que en Semana Santa llevan por las ciudades penitentes encapuchados. Todas ellas muestran en un estilo estridentemente realista escenas de la Pasión de Cristo. Es obvio que están inspiradas por una afición a los cadáveres y que las exalta un entusiasmo por la tortura. El turista de zonas nórdicas no puede menos de plantearse la pregunta de si el sur y el oeste español no siguen siendo enclaves del masoquismo metafísico. Aquí se respira el aire del dolorismo español y se adivina algo de la disposición al sufrimiento de hombres de la provincia profunda, que tienen todavía cabezas de lansquenetes y conquistadores y hoy se las arreglan más mal que bien como peones y abastecedores. El dolorismo es el heroísmo de los defraudados por la aventura. Pertenece a los secretos de la masculinidad española que en relación a Dios todos los creyentes sean mujeres.
ART opina
En efecto, Antonio Rivero Taravillo publica una entrada en su blog titulada "Una reparación" donde reflexiona acerca del regreso de la crítica de poesía al suplemento ABC Cultural. Que uno recuerde, fue el único que llamó la atención, hace unos meses y negro sobre blanco, sobre aquel doloroso vacío. Por lo que a uno le toca, gracias.
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