Narcís Comadira
Cátedra, Letras Hispánicas,
Madrid, 2015.
Es una sorpresa y un acierto que
la ejemplar colección Letras Hispánicas de Cátedra publique esta amplia antología
bilingüe del poeta Narcís Comadira (Gerona, 1942), uno de los mejores no sólo
de aquel grupo que se dio a conocer en español gracias La Nueva Poesía Catalana, de Joaquim Marco y Jaume Pont, sino de la
poesía española de entresiglos. Seleccionados por él mismo, los poemas se agrupan
temáticamente. Los acompañan un prólogo de Vicente Molina Foix (que tira del
poeta hacia su escuela novísisma),
una introducción de Jaume Subirana, editor literario del volumen (donde
analiza, por partes y con solvencia, su poética) y un epílogo de Dolors Oller
(que describe, en forma de itinerario, la obra del gerundense). Oller es una de
las traductoras, junto al citado Molina Foix, Félix de Azúa, José Agustín Goytisolo,
José Corredor-Matheos, Ferran Lobo y Jordi Virallonga aunque el peso
fundamental de esa tarea recaiga en José María Micó, que realiza una brillante labor
digna de elogio.
“In limine” consta de un solo y
extenso poema: “El arte de la fuga”, que da de inmediato la medida de la poesía
“culta y reflexiva” de este poeta y pintor partidario del diálogo con todas las
tradiciones y del “pensiero poetante”, que remite a Leopardi, del que tradujo sus
Cantos. Sus maestros: Llull, March,
Verdaguer, Carner, Sagarra, Pla, Foix y Ferrater. Y Vinyoli, Eliot, Larkin o
Auden.
“Lugares” agrupa versos dedicados
a la ciudad y la arquitectura, una de sus pasiones, a aquellas en las que ha
vivido o visitado (de “viajero reflexivo” le califica el editor), su natal
Gerona ante todas (a la que dedicó un libro) y Londres, donde residió.
Subirana afirma que “su escritura es física, localizada” y que “su espacialidad es intelectual”, por más que prime, como en el conjunto, la claridad lingüística propia de un mediterráneo al que lo único que le importa es la vida. “Hechos” (donde leemos “Álbum de familia”), “Emblemas” (imágenes que representan conceptos, como el tiempo o la piedra), “Poéticas” (donde aparecen los imprescindibles “Halconería”, “El escalofrío” y “Confesión”: “Tú, Verbo todopoderoso, tú, única claridad”) y “Cuatro largos” (entre ellos, “Un paseo por los ardientes bulevares” y “Cuarentena”) componen un libro cargado de belleza, rigor y coherencia. El de alguien que ha escrito: “Lo importante es ser poeta. El problema es serlo”.
Subirana afirma que “su escritura es física, localizada” y que “su espacialidad es intelectual”, por más que prime, como en el conjunto, la claridad lingüística propia de un mediterráneo al que lo único que le importa es la vida. “Hechos” (donde leemos “Álbum de familia”), “Emblemas” (imágenes que representan conceptos, como el tiempo o la piedra), “Poéticas” (donde aparecen los imprescindibles “Halconería”, “El escalofrío” y “Confesión”: “Tú, Verbo todopoderoso, tú, única claridad”) y “Cuatro largos” (entre ellos, “Un paseo por los ardientes bulevares” y “Cuarentena”) componen un libro cargado de belleza, rigor y coherencia. El de alguien que ha escrito: “Lo importante es ser poeta. El problema es serlo”.
Ben Clark
Sloper. Palma de Mallorca, 2016.
El poeta y traductor Ben Clark (Ibiza, 1984) es autor de Los
hijos
de
los
hijos
de
la
ira (Premio Hiperión), Cabotaje,
Memoría,
La
mezcla
confusa,
Basura,
Mantener
la
cadena
de
frío (escrito con Andrés Catalán) y La
Fiera (Premio Ojo Crítico). Publica ahora Los
últimos
perros
de
Shackleton,
del que ya existía una versión editada en México. En el prólogo reconoce que su intención al escribirlo era abordar la "metáfora del amor" que "he tenido la suerte de experimentar". Encontró en la figura de Shackleton y su aventura antártica ("la insensatez de todos los enamorados" que consiste en "unir por unir, un mar y otro mar") el motivo perfecto para ilustrar esa inquietante metáfora. Porque fue el "hombre que triunfó en lo imposible y fracasó en lo que parecía sencillo". Su consigna familiar: "porque resistimos, conquistamos".
Un tema eliotiano, "Canción de amor de dos guisantes", abre el volumen. En "El cazador" entra en materia gracias a un puñado de poemas logrados ("El reino menguante", "El poeta del puente", "Una habitación con vistas") en torno a "-todo lo destructivo, irremediable- / nuestro amor". "Teorema de los abismos" es una "fábula acuática" en cinco fragmentos donde lo abisal, el fondo oscuro, es la clave. En "La fascinación de lo difícil" está, a mi modo de leer, lo mejor del libro. Poemas admirables como "Desde la isla sin trenes", "Envídiame, yo puedo amarte, aún" (versos paradigmáticos: "yo te amo por encima de nosotros"), "Darwin se acerca a Lady Macbeth un sábado noche" o "Pensamientos de añoranza en Laventie". "Sesenta y nueve perros en el polo" recupera el viaje del explorador y, con él, otro conjunto de poemas dignos de elogio como "La hora del paseo", "Las coordenadas de Mount Hope" o "Isla elefante": "el testimonio oscuro de jóvenes que nunca / llegaron a albergar una esperanza".
Un tema eliotiano, "Canción de amor de dos guisantes", abre el volumen. En "El cazador" entra en materia gracias a un puñado de poemas logrados ("El reino menguante", "El poeta del puente", "Una habitación con vistas") en torno a "-todo lo destructivo, irremediable- / nuestro amor". "Teorema de los abismos" es una "fábula acuática" en cinco fragmentos donde lo abisal, el fondo oscuro, es la clave. En "La fascinación de lo difícil" está, a mi modo de leer, lo mejor del libro. Poemas admirables como "Desde la isla sin trenes", "Envídiame, yo puedo amarte, aún" (versos paradigmáticos: "yo te amo por encima de nosotros"), "Darwin se acerca a Lady Macbeth un sábado noche" o "Pensamientos de añoranza en Laventie". "Sesenta y nueve perros en el polo" recupera el viaje del explorador y, con él, otro conjunto de poemas dignos de elogio como "La hora del paseo", "Las coordenadas de Mount Hope" o "Isla elefante": "el testimonio oscuro de jóvenes que nunca / llegaron a albergar una esperanza".