Papel Salmón, el suplemento mensual del diario colombiano La Patria, dedica cuatro páginas a la literatura escrita hoy por autores extremeños o vinculados a esta tierra. Todo ello dentro del programa "Mirando a poniente", que coordina e impulsa el médico y poeta Antonio María Flórez, un nuevo acercamiento entre ambas orillas de la misma lengua.
30.4.16
29.4.16
El confuso laberinto de JSM (y II)
El encuentro en Camarinal, Saúl, el ángel negro (ambos publicados en Miami, USA, por Imagine Cloud Editions en 2013 y 2015, respectivamente) y El vuelo se reúnen ahora en El libro de los indolentes (Plaza y Valdés Editores), una obra que lleva por subtítulo "Sobre poesía", clave inequívoca de lo que allí, ya se dijo, leemos. Como se ve, cuanto he venido afirmando se cumple a rajatabla y la poesía vuelve a estar en el centro de las preocupaciones de quien ve el mundo como objeto poético y a aquélla como cifra fundamental para interpretarlo. Tras evitar, lo siento, el prólogo del zambraniano Jesús Moreno Sanz, este lector se ha encontrado con un fascinante abanico de contradicciones y de divagaciones, de pensamientos y de certidumbres en torno a lo poético donde el término confuso laberinto aparece de continuo, a partir de la tercera página del libro. A lo poético y a lo vital, añado, pues que este y el libro anterior, cuanto escribe JSM, es una suerte de autobiografía donde la ficción y la realidad pugnan por ganar la batalla. Estamos, sí, conviene recordarlo, ante una obra en marcha que agrupa cuanto escribe y publica (a veces con una diferencia de décadas), lo que la dota de una unidad que supera el concepto de libro (si acaso, libro de libros), donde no existen los compartimentos estanco y todo dialoga con todo, de ahí esas reiteraciones en las ideas, las obsesiones, los personajes y los maestros. Unidad conseguida por un tono, el suyo, que en literatura lo es todo.
Según el diccionario, "indolente" es aquel que no se afecta o conmueve, el flojo o perezoso, el insensible, que no siente el dolor. Se enfrenta a lo largo del libro al "siniestro", el "no poeta", para acabar trazando una poética que es también una fe de vida y un retrato moral. Con él, Sultán, un perro. Los escenarios: una casa en el campo (Siltolá), el faro de Camarinal, Londres, Moguer, Roma... Los personajes, además de Loreto, Susana y Saúl. Y Parra, Hölderlin, Leopardi, Zambrano, Rodríguez... Sin nombrarlo, aunque lo cite, Borges. Más allá, fragmentos, anotaciones, aforismos, epifanías, iluminaciones... Y puntuales exabruptos, frases campanudas, contradicciones varias, que de todo hay en la viña del poeta y en este "libro del desasosiego", según José Luis Piquero, "que irrita a veces y fascina casi siempre".
Sí, hay algo en JSM de afirmación del descreído, del que dice, pongo por caso: "Me río de las reseñas y de las críticas literarias". O: "La crítica en España es bipolar". Y: "La poesía que se escribe ahora en España los ojos de un topo. Ciega". Y: los poetas actuales "son verbo, escriben poesía asexuada, son ininteligibles". O, por fin: "Me aburre la poesía de ahora, amo a los clásicos".
Sí, hay algo en JSM de afirmación del descreído, del que dice, pongo por caso: "Me río de las reseñas y de las críticas literarias". O: "La crítica en España es bipolar". Y: "La poesía que se escribe ahora en España los ojos de un topo. Ciega". Y: los poetas actuales "son verbo, escriben poesía asexuada, son ininteligibles". O, por fin: "Me aburre la poesía de ahora, amo a los clásicos".
El estilo también es el de siempre, hilvanado a golpes de frases cortas. O cortantes, en más de un sentido. Nervioso. Propio de un hombre que fuma. De verdades, a veces, como puños. Acerca de la humildad, la indolencia, la sencillez ("también es un estirpe, una estirpe de gozo"), la discreción ("sé discreto"), el silencio y la soledad (imprescindible para cualquier retirado y solitario que quiera escribir poesía), la mansedumbre y la armonía (hay mucho de Colinas aquí, y para bien). Contra los siniestros. Los del "interés", a los que desenmascara. Los conoce bien. De alguno publica incluso libros.
Todo esto da a la obra un aire de tratado filosófico o libro de sabiduría escrito por un oriental, si bien alguno se empeñará en entenderlo como libro de autoayuda lírica.
Me quedo con el JSM de "La poesía es presente, sólo presente", "La poesía es incorpórea, sin nombre y apellidos", "La poesía es claridad" o "La extensión mata, la palabrería ahoga".
"Leo, solo leo", dice. Y, a modo de conclusión: "Mi dios es la Belleza, el Amor, la Poesía". Se nota.
28.4.16
Ravalú
Hoy haré de Ravalú, que es como firmaba mi padre (Ramón Valverde Luengo, de ahí...) sus breves crónicas de denuncia local en el extinto semanario El Regional a principios de la década de los setenta del siglo pasado hasta que la autoridad competente, en forma de policía municipal, le llamó la atención y Ramón, hombre sensato y de orden, tuvo que callarse.
Nunca se las ha dado uno de ecologista, aunque haya heredado de mi progenitor una impronta natural y campestre. Con todo, me resulta intolerable soportar cada día la visión inaudita de los vertidos de aguas fecales y otras lindezas al pobre río Jerte enfrente de la Isla, junto al vivero de uno de los hijos se la señora Florencia. Verlo y tener que pisar, como tantos y tantos placentinos, el reguero que dejan sobre el paseo. Y, además, aguantar los olores nauseabundos que desprenden. Unos metros más abajo, esforzados piragüistas palean. En piraguas a las que dentro de unos días subirán mis alumnos con el susto consiguiente por mi parte, no tanto porque acaben los muchachinos en el agua (saben nadar y llevarán chaleco), sino porque traguen siquiera alguna gota de esas aguas infectas.
Alrededor, ociosos caminantes deambulan y fervientes deportistas a pie o en bicicleta. No pocos, se tapan las narices o recorren el trecho a toda prisa. Y así llevamos meses. Supongo que la Confederación Hidrográfica del Tajo, el Excmo. Ayuntamiento del lugar y de algunos pueblos del Valle, así como los vecinos, por nuestra actitud pasiva (aunque no todos callen), somos los culpables de que esa situación persista. Como Ravalú, levanto aquí mi queja en vano. Con las mismas dosis de homenaje que de cabreo.
Alrededor, ociosos caminantes deambulan y fervientes deportistas a pie o en bicicleta. No pocos, se tapan las narices o recorren el trecho a toda prisa. Y así llevamos meses. Supongo que la Confederación Hidrográfica del Tajo, el Excmo. Ayuntamiento del lugar y de algunos pueblos del Valle, así como los vecinos, por nuestra actitud pasiva (aunque no todos callen), somos los culpables de que esa situación persista. Como Ravalú, levanto aquí mi queja en vano. Con las mismas dosis de homenaje que de cabreo.
27.4.16
El confuso laberinto de JSM (I)
Que Javier Sánchez Menéndez (Puerto Real, 1964) vive por y para la poesía no es una mera frase hecha. Lo demuestra el contenido de estos dos libros que paso a comentar y los que ya ha publicado anteriormente. No parece que haya otra cosa en el mundo que le importe más. Tal vez porque para él la poesía es inseparable de la vida y lo mismo, en consecuencia, que la familia con la que vive o el campo donde lee, pasea y contempla.
Del proyecto Fábula, que reunirá en total diez libros, ya se han publicado cinco: La vida alrededor (2010), Teoría de las inclinaciones (2012), Libre de la tormenta (2013), Mediodía en Kensington Park (2015) y, ahora, Confuso laberinto (Renacimiento, 2015). Estamos ante un híbrido que mezcla con absoluta libertad el relato, la poesía, el ensayo, el aforismo, el diario, las memorias... Ante un personalísimo ejercicio literario que disuelve los géneros para ir a lo que importa, en este caso, la reflexión sobre la vida y la poesía, tanto monta y monta tanto, en una encrucijada que no parece sino una de tantas en las que se ha tenido que ver JSM, tan inquieto editor como persona. Una reflexión, cabe añadir, apasionada, propia del animal poético que este hombre es. Cuanto hace o piensa, se dice uno, está traspasado por esa pasión irrefrenable. Este libro laberíntico, un conjunto de prosas con título, es buena prueba de ello. Escrito entre Moguer y México D. F. entre 1983 y 2000, es parte sustancial de ese magno proyecto a que aludía y que titula Fábula, compuesto, según Martín López-Vega, "a modo de manual de contemplación", sin olvidar que "contemplar, en definitiva, es ver todo lo que no se ve". "He aprendido a observar aquello que no se puede ver", escribe JSM.
Gusta el autor de las frases rotundas, certeras casi siempre, que suelen dar, ya se dijo, en aforismos, pensamientos o sentencias, Pecios, diría el otro. "La fe mueve derrotas", por ejemplo.
Habla mucho de "desvíos" y "matices". "Sólo se atrapa lo efímero", comenta. Y: "viajamos por el confuso laberinto del espacio". O: "Todos los seres humanos tenemos un confuso laberinto". "Vivir es falsedad" condensa otro de sus asuntos recurrentes. La verdad y la mentira como ejes de la vida.
Aparece la figura del doble y no pocos personajes literarios. Reincide en Leopardi, Parra, Rosales, Claudio Rodríguez, JRJ, la Zambrano...
Muchas cábalas se sitúan en torno al hecho poético o literario. Así, cuando afirma que "sin tiempo no hay poesía", que "los libros no se leen, se desmenuzan". Tal vez porque "en la poesía encuentro el universo entero y todo el proceso de la creación" y que "el poeta es hecho". Al fin y al cabo, asegura, "vivimos para ser, pero somos para vivir".
"Leer, siempre leer", podría servir de lema al imaginario escudo de su casa. En "Retilencias" aporta unos consejos muy aprovechables, sobre todo para los jóvenes, que no deberían perderse estas turbulentas anotaciones: "No escribas con el corazón". "Ni rías ni llores, lee y escribe". Sí, "somos espectadores de la verdad". Y remata: "La poesía es un confuso laberinto".
Del proyecto Fábula, que reunirá en total diez libros, ya se han publicado cinco: La vida alrededor (2010), Teoría de las inclinaciones (2012), Libre de la tormenta (2013), Mediodía en Kensington Park (2015) y, ahora, Confuso laberinto (Renacimiento, 2015). Estamos ante un híbrido que mezcla con absoluta libertad el relato, la poesía, el ensayo, el aforismo, el diario, las memorias... Ante un personalísimo ejercicio literario que disuelve los géneros para ir a lo que importa, en este caso, la reflexión sobre la vida y la poesía, tanto monta y monta tanto, en una encrucijada que no parece sino una de tantas en las que se ha tenido que ver JSM, tan inquieto editor como persona. Una reflexión, cabe añadir, apasionada, propia del animal poético que este hombre es. Cuanto hace o piensa, se dice uno, está traspasado por esa pasión irrefrenable. Este libro laberíntico, un conjunto de prosas con título, es buena prueba de ello. Escrito entre Moguer y México D. F. entre 1983 y 2000, es parte sustancial de ese magno proyecto a que aludía y que titula Fábula, compuesto, según Martín López-Vega, "a modo de manual de contemplación", sin olvidar que "contemplar, en definitiva, es ver todo lo que no se ve". "He aprendido a observar aquello que no se puede ver", escribe JSM.
Gusta el autor de las frases rotundas, certeras casi siempre, que suelen dar, ya se dijo, en aforismos, pensamientos o sentencias, Pecios, diría el otro. "La fe mueve derrotas", por ejemplo.
Habla mucho de "desvíos" y "matices". "Sólo se atrapa lo efímero", comenta. Y: "viajamos por el confuso laberinto del espacio". O: "Todos los seres humanos tenemos un confuso laberinto". "Vivir es falsedad" condensa otro de sus asuntos recurrentes. La verdad y la mentira como ejes de la vida.
Aparece la figura del doble y no pocos personajes literarios. Reincide en Leopardi, Parra, Rosales, Claudio Rodríguez, JRJ, la Zambrano...
Muchas cábalas se sitúan en torno al hecho poético o literario. Así, cuando afirma que "sin tiempo no hay poesía", que "los libros no se leen, se desmenuzan". Tal vez porque "en la poesía encuentro el universo entero y todo el proceso de la creación" y que "el poeta es hecho". Al fin y al cabo, asegura, "vivimos para ser, pero somos para vivir".
"Leer, siempre leer", podría servir de lema al imaginario escudo de su casa. En "Retilencias" aporta unos consejos muy aprovechables, sobre todo para los jóvenes, que no deberían perderse estas turbulentas anotaciones: "No escribas con el corazón". "Ni rías ni llores, lee y escribe". Sí, "somos espectadores de la verdad". Y remata: "La poesía es un confuso laberinto".
26.4.16
CHA, 790
Qué buen ojo el de Juan Malpartida a la hora de elegir para la entrevista y para la portada del número de abril de la revista al chileno del 59 Carlos Franz, que acaba de ganar la II Bienal de Novela Mario Vargas Llosa con su novela Si te vieras con mis ojos.
A Cervantes, esa lectura interminable, cómo no, le dedican un dossier en el que se pueden leer trabajos de Roberto González Echevarría, Bryce Maxey, Frederick A. de Armas, Matthew S. Tanico, Edwin Williamson y Roberto González Echevarría.
Además, Edwin Madrid traza una emocionante semblanza del poeta Eduardo Chirinos (del que recuperan tres poemas sobre perros), muerto a destiempo hace unos meses: "Escribo sobre animales para olvidar
mi cuerpo", y Carlos Marzal se descuelga con unos magistrales aforismos que agrupa bajo el título "Autobiografía sincopada": "Existe un bando que es el de no estar cómodo en ninguno", "Hay quien entiende el anonimato como una forma encubierta de llamar
la atención", "El encargo consiste en una forma de la inspiración que adviene por
persona interpuesta", "Las luces de otras ventanas prometen vidas distintas", "La lección consiste en el entusiasmo con que se transmite la lección"...
Del artículo de Adolfo Sotelo Vázquez, "Juan Luis Alborg y la crítica
literaria contemporánea (notas sobre la novela)" me quedo con la fotografía que lo ilustra: un barquito que surca las aguas de Mallorca, cerca de Formentor (donde conversaban), en el que viajan Delibes, Martín Gaite, M. Salisachs, Castillo
Puche, Luis y Juan Goytisolo, la hija de Malraux y Calvino.
Esto y más en esa estupenda revista que ahora se ve y se lee en internet mejor que nunca. Aunque donde esté el papel...
25.4.16
Amor fou
Así iba a titularse El bosque sin regreso, el nuevo libro de poemas de Antonio Rivero Taravillo, sevillano de adopción, nacido en 1963. La obra, escrita hace unos años, formaba parte de ese arsenal lírico de inéditos que, según propia confesión, nuestro autor conserva a la espera del momento oportuno para ser publicados. El sello ha sido esta vez La Isla de Siltolá, donde ya apareció Lejos en 2011.
Aunque el rótulo definitivo es certero, no estaba mal traído aquél, pues hay mucho de loco amor en estos versos que al fin y al cabo conforman una historia amorosa, con su haz y su envés. Al fondo, su querida Irlanda. No hace falta recordar que ART es traductor, y de los buenos, y que entre sus versiones abundan las de autores irlandeses como Yeats, Flann O'Brien o Swift.
El amor no es un asunto fácil. Qué no se ha dicho ya sobre el amor y sus felices y nefastas consecuencias. Y, sin embargo, este hombre sale airoso de la prueba. Tanto que, si no fuera una indiscreción, diría que este es, si no el mejor, uno de sus mejores libros, al menos en mi modesta opinión.
En la primera parte, como insinuaba más arriba, se cantan las delicias de un amor apasionado ("Pero no dejes nunca de invadirme") que se vive en esa isla no menos encantadora ("El paisaje es hermoso al imitarte"). Escritores y discos, letras, baladas y canciones, acompañan ese idilio. En "Innisfree", por ejemplo, ese mítico lugar del cine. O en "Posesión", "The Cliffs of Moher", "Amor fou" ("Sé que no ha de durar esta locura"), "Encrucijada", "El otro", "Solos"... "El asombro es otra forma de amor", leemos. Tras una escala en México -otro de los sitios de este viajero-, y de la mano del citado Yeats, llega en la segunda parte el desamor; la distancia, que no el olvido. El malta acompaña. El recuerdo y la evocación le dan ahora al libro un tono elegíaco. En poemas tan logrados como "Fidelidad" (perfecto maridaje entre vida y literatura), "Desequilibrio", "Equipo".
Me llaman la atención tres preciosos poemas breves: "Dream", "Contigo" y "Golondrinas".
Dublín se aparece en "La ciudad fantasma". Y con Heaney en la sombra, ART escribe acerca de "Este pánico de la pérdida / cuando se tiene todo". Y más islas, como nos recuerda el autor: "las Órcadas, los islotes del canal Beagle, los trozos de hielo incluso que flotan en el argentino Parque Nacional de los Glaciares".
El epílogo lo pone "Solar y yermo", una manera perfecta de terminar este libro, ya dije, redondo, que subraya la importancia de la obra édita (e inédita) de un escritor en varios géneros del que algunos estamos esperando, como agua de mayo, su premiada biografía de Cirlot.
ARDBEG UIGEADAIL
El mejor malta del mundo
en la Jim Murray’s Whisky Bible 2009,
pero no por su sabor ahumado o su recuerdo
a arenques en salazón
según una prueba de cata;
no, el mejor
porque lo probé contigo una tarde
cuando aún el amor era posible.
Hoy daría todos sus barriles
por una sola gota
de agua –aunque fuera del grifo–
abrazándote en la cocina.
¡Single Malt! Desde que tú te fuiste,
más solo que nunca.
Y, como afirma la cata,
persistente.
(Del blog de Antón Castro.)
24.4.16
Premios
El día 8 de junio del año pasado escribí esto, dentro de una entrada de este blog titulada "Libros, libros, libros": "Bartleby Editores presenta Ficciones para una autobiografía, de Ángeles Mora (Rute, Córdoba, 1952), un conjunto de poemas que se adaptan a la perfección a la cita de Borges del inicio: "Las (...) piezas de este libro no requieren mayor elucidación". Así, sin trampa ni cartón, Mora recuerda. Allí: lo femenino, ese mundo; el Sur, esa atmósfera; la soledad, esa llevadera carga; la infancia, ese paraíso (a veces); el verano, esa eternidad cuando se es niño; lo doméstico... Más lejos, Cracovia: el viaje". Pues bien, ese libro ganó ayer el Premio de la Crítica. Sí, una sorpresa. Hubiera imaginado otros posibles ganadores a la vista de los finalistas, pero esto, ya se sabe, porque de premios se trata, no deja de ser una lotería. Enhorabuena, Pepo Paz. En su lista de editor, sí estaba ese libro.
Otro premio, el Avuelapluma de las Letras, ha ido a parar a Ediciones Liliputienses, "una asociación cultural sin ánimo de lucro que pretende difundir en España la obra de los poetas latinoamericanos más interesantes de la actualidad y que ha conseguido reunir a centenares de amantes de la literatura independiente, gracias al encuentro ‘Centrifugados’ que se celebra anualmente en Plasencia". Y decir Ediciones Liliputienses, claro, es nombrar a José María Cumbreño, el impulsor de esa aventura extremeña y ultramarina, universal en suma. Enhorabuena.
Dos aventureros, Conrado Gómez y Sergio Martínez, llevan 10 años al frente de la redacción de Avuelapluma, y no sólo entregando premios. Felicidades también.
Ay, premios.
Otro premio, el Avuelapluma de las Letras, ha ido a parar a Ediciones Liliputienses, "una asociación cultural sin ánimo de lucro que pretende difundir en España la obra de los poetas latinoamericanos más interesantes de la actualidad y que ha conseguido reunir a centenares de amantes de la literatura independiente, gracias al encuentro ‘Centrifugados’ que se celebra anualmente en Plasencia". Y decir Ediciones Liliputienses, claro, es nombrar a José María Cumbreño, el impulsor de esa aventura extremeña y ultramarina, universal en suma. Enhorabuena.
Dos aventureros, Conrado Gómez y Sergio Martínez, llevan 10 años al frente de la redacción de Avuelapluma, y no sólo entregando premios. Felicidades también.
Ay, premios.
22.4.16
El MEIAC resiste
Han sido, están siendo, años de plomo. La cultura no es ajena a esa penosa circunstancia. Todo lo contrario. Con la excusa de los recortes, es una de las grandes perjudicadas. En muchos sectores se la sigue considerando un artículo de lujo y, en consecuencia, algo de lo que se puede prescindir sin mayores problemas. Más en esta tierra pobre por naturaleza. La gestión del PP fue en esa dirección, que rayó en el desprecio. Réplica exacta de lo que han hecho desde su Ministerio a lo largo de esta eterna legislatura. Aquí, estos años pasados, todo ha sido puro teatro. En más de un sentido. Sirva como ejemplo que desde 2011 no se hubiera reunido el pleno del Patronato del Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, buque insignia, digamos, junto a la Fundación Helga de Alvear, la Editora Regional (que quedó moribunda) y poco más (¿qué ha sido, con lo que fue, de la Academia Europea de Yuste?), de la cultura oficial de esta región que apenas da, o eso parece, para Comunidad Autónoma.
El MEIAC ha resistido, algo que habrá que agradecer a la labor callada de su director, Antonio Franco, y de su pequeño equipo. Ahora es tiempo de que la Junta aporte lo necesario para que no se limite a subsistir. De la caridad de fundaciones ajenas, por ejemplo. A ese museo y al resto de las pocas instituciones culturales públicas que han sobrevivido a la indiferencia, por no decir otra cosa. La miseria es indigna, sin duda, por más que los extremeños estemos demasiado acostumbrados a la pobreza. A la intelectual, sobre todo. Por cierto, ¿se ha quejado alguien? Pues eso.
21.4.16
Colinas dixit
Foto de Eduardo Margareto |
Le pregunta el periodista Alberto Gordo a Antonio Colinas (al que entrevista para El Cultural con motivo de la publicación de Memorias del estanque, una suerte de autobiografía poética): "Siendo el género literario más difícil, ¿no es llamativo que haya tanta gente que se crea capaz de escribir poemas?" A lo que el poeta leonés responde: "Hay que distinguir la poesía de la prosa cortada en trozos. La verticalidad no define a un poema. Un poema tiene que tener un ritmo, y un sentido órfico, y tiene que decir en muy pocas palabras lo que el narrador dice en muchas, tiene que tener ese voltaje, esa intensidad. Si no, es lirismo pobre, sentimental, y poco más. Si uno abre un libro de poesía verdadera, la poesía está por todas partes, en cada estrofa, incluso en cada verso". Luego dice AG, "¿Sigue escribiendo al mismo ritmo que ha escrito siempre?" "Sí -contesta Colinas-, y aquí quiero decir que cada poeta tiene sus ritmos; los hay que escriben cinco libros en toda su vida, y los hay que escriben cien, como Neruda. Es que algunos me dicen que escribo mucho. No lo sé. O que siempre escribo el mismo poema. Pero es que es mi voz la que proyecto. A mi edad, uno ya no cambia, ni en los temas ni en el tono; se vería enseguida. Yo siempre he sido fiel a mi voz. El poeta con una voz siempre escribe el mismo poema. La naturaleza es un gran tema en mi obra, con una presencia quizá abusiva. Pero es una naturaleza que es espejo en que nos miramos, para nada expresión de lo costumbrista o lo rural, sino el ámbito en el que respiramos. O la noche, otra presencia que está siempre. Y sí, he escrito mucho, pero también muy variado: novelas, cuentos, ensayos. Pero todo brotaba con naturalidad, sin pretensiones".
20.4.16
Insomnio
Anestesia, editado por el sello canario Baile del Sol, es el primer libro que publica Inaxio Goldaracena (Pamplona, 1975), si bien confiesa que guarda en el disco duro de su ordenador (antes, cajón) dos inéditos ya premiados en concursos. Además, sabemos que modera una tertulia en la librería Katakrak de su ciudad natal, que es autor del blog Halcón de la noche y que sus poemas están incluidos en algunas antologías.
El libro tiene prólogo, no haría falta decirlo. De Isabel Bono. Con ser poético, digamos, me ha gustado y dice cosas atinadas acerca de él, que es para lo que se colocan esos textos delante de los poemas. Además, está muy bien escrito, conviene señalarlo. Alude entre líneas al miedo, sentimiento muy presente en estos versos, de ahí que escriba: "El camino hacia el lobo es el fruto de los poetas". Otro símbolo inevitable aquí es la noche. Y en la noche, el desvelo, por eso he titulado esta nota con la palabra insomnio. Este lector, partidario de la luz y de la poesía solar, no puede sino reconoce el acierto con el que ha llevado ese asunto, que, por manido o tópico, podría haber dado en más de lo mismo. Y no, la angustia y la aprensión por vete a saber qué se palpa en todos y cada uno de los poemas que componen este ajustado y bien medido libro que nada tiene, o eso me parece, de primerizo.
El adulto asustado es también el niño despavorido aquejado de temores nocturnos que esconde su espanto debajo de las sábanas. El de las obsesiones (título de un poema) que, a pesar de todo, "sigue vivo". El que, "Los ojos firmes en un rincón", está encerrado en "una habitación oscura / y el océano al acecho", cual Robinson en una isla. El que escribe "Carretera" y, allí: "No tiene prisa. / El futuro llegará / tarde o temprano".
"Sonámbulo" se llama una de las partes, que se abre con "Noche en blanco". Después compone a partir de "Nighthawks", de Hopper, una suerte de autorretrato donde viven los pasajeros de las sombras. El inquietante "Paranoia" nos avisa de que "Aún no sabes cuándo / pero el teléfono sonará sin remedio".
La radio, el café, las pastillas, el váter o las tabernas acompañan a esos neuróticos seres de la penumbra que están solos mientras el tiempo, sin remedio, pasa. Seres, como destaca Bono, a la intemperie "porque saben que no existe otro modo de vivir si quieren que, esa nube que les persigue a todas partes, les llueva la palabra sombra, la palabra noche, la palabra tiempo". "Habitación de alquiler" ejemplifica muy bien esa intemperie. En "Ciudad" leemos: "No existe guarida donde refugiarse". Y más adelante: "No se adivina horizonte". Y al final del libro: "Todas las batallas y un solo objetivo. // Despertar".
Habla Trapiello en Seré duda de ciertas tipologías de poetas que de natural son de una manera y lo que escriben se empeña en demostrar todo lo contrario. Así, "meláncolicos alegres","melancólicos que no pueden vencer su contumaz tristeza", "alegres tristes" y "alegres irreductibles". Pues bien, a uno, que no conoce de nada a Goldaracena, le da que es de los que pertenecen al segundo grupo. O como mucho al tercero. Al menos eso se deduce de la serena tristeza que destilan sus versos, lo que en nada desmerece, al contrario, su salida a escena.
El libro tiene prólogo, no haría falta decirlo. De Isabel Bono. Con ser poético, digamos, me ha gustado y dice cosas atinadas acerca de él, que es para lo que se colocan esos textos delante de los poemas. Además, está muy bien escrito, conviene señalarlo. Alude entre líneas al miedo, sentimiento muy presente en estos versos, de ahí que escriba: "El camino hacia el lobo es el fruto de los poetas". Otro símbolo inevitable aquí es la noche. Y en la noche, el desvelo, por eso he titulado esta nota con la palabra insomnio. Este lector, partidario de la luz y de la poesía solar, no puede sino reconoce el acierto con el que ha llevado ese asunto, que, por manido o tópico, podría haber dado en más de lo mismo. Y no, la angustia y la aprensión por vete a saber qué se palpa en todos y cada uno de los poemas que componen este ajustado y bien medido libro que nada tiene, o eso me parece, de primerizo.
El adulto asustado es también el niño despavorido aquejado de temores nocturnos que esconde su espanto debajo de las sábanas. El de las obsesiones (título de un poema) que, a pesar de todo, "sigue vivo". El que, "Los ojos firmes en un rincón", está encerrado en "una habitación oscura / y el océano al acecho", cual Robinson en una isla. El que escribe "Carretera" y, allí: "No tiene prisa. / El futuro llegará / tarde o temprano".
"Sonámbulo" se llama una de las partes, que se abre con "Noche en blanco". Después compone a partir de "Nighthawks", de Hopper, una suerte de autorretrato donde viven los pasajeros de las sombras. El inquietante "Paranoia" nos avisa de que "Aún no sabes cuándo / pero el teléfono sonará sin remedio".
La radio, el café, las pastillas, el váter o las tabernas acompañan a esos neuróticos seres de la penumbra que están solos mientras el tiempo, sin remedio, pasa. Seres, como destaca Bono, a la intemperie "porque saben que no existe otro modo de vivir si quieren que, esa nube que les persigue a todas partes, les llueva la palabra sombra, la palabra noche, la palabra tiempo". "Habitación de alquiler" ejemplifica muy bien esa intemperie. En "Ciudad" leemos: "No existe guarida donde refugiarse". Y más adelante: "No se adivina horizonte". Y al final del libro: "Todas las batallas y un solo objetivo. // Despertar".
Habla Trapiello en Seré duda de ciertas tipologías de poetas que de natural son de una manera y lo que escriben se empeña en demostrar todo lo contrario. Así, "meláncolicos alegres","melancólicos que no pueden vencer su contumaz tristeza", "alegres tristes" y "alegres irreductibles". Pues bien, a uno, que no conoce de nada a Goldaracena, le da que es de los que pertenecen al segundo grupo. O como mucho al tercero. Al menos eso se deduce de la serena tristeza que destilan sus versos, lo que en nada desmerece, al contrario, su salida a escena.
Eduardo García
Ha muerto el poeta Eduardo García con apenas cincuenta años. En la fotografía, a la derecha, sonriendo, con Pablo García Baena, José Luis Morante y uno. Fue en Córdoba, en 2004.
Ayer mismo releía sus versos en la antología de poetas contemporáneos que Vicente Luis Mora ha publicado en la editorial Vaso Roto. Una pena.
El poema que copio cierra la selección del libro mencionado. Muy elocuente.
PRECIPICIO
Soy el que llora en el espejo
y el que contempla su agonía.
Nos separa un desierto inagotable.
Ayer mismo releía sus versos en la antología de poetas contemporáneos que Vicente Luis Mora ha publicado en la editorial Vaso Roto. Una pena.
El poema que copio cierra la selección del libro mencionado. Muy elocuente.
PRECIPICIO
Soy el que llora en el espejo
y el que contempla su agonía.
Nos separa un desierto inagotable.
19.4.16
Buñuel en Las Hurdes
Fue una buena idea la de publicar en la Editora Regional, por mediación de Paco Rebollo, El laberinto de las tortugas, de Fermín Solís. Era la primera novela gráfica de su catálogo. Luego tuvo luego otra edición en Astiberri.
Los medios extremeños Hoy y El Periódico Extremadura y, en su blog de El País, Gregorio Belinchón, cuentan que ahora tendrá su versión en dibujos animados.
Los medios extremeños Hoy y El Periódico Extremadura y, en su blog de El País, Gregorio Belinchón, cuentan que ahora tendrá su versión en dibujos animados.
Del documental que dio origen a otra leyenda ya se ha dicho casi todo. De las relaciones del director aragonés con esa "geografía del espíritu", lo último que he leído (con fundamento) está escrito por Fernando R. de la Flor en su libro Las Hurdes. El texto del mundo. Allí cuenta, por ejemplo, que Buñuel estuvo a punto de comprar el desierto de las Batuecas, un proyecto que, como tantas otras cosas, malogró la maldita guerra civil. ¿Imaginan lo que habría dado de sí aquel Buñuel contemplativo?
18.4.16
Vida de ambulancia
¿Por qué persiste uno en la lectura de los diarios de Andrés Trapiello diecinueve tomos después, diez mil palabras mediante, a lo largo de veintiséis largos años? La respuesta me la ha proporcionado Manuel Borrás. uno de los pretextos, colaborador necesario de esta aventura editorial y literaria con tintes, a qué negarlo, épicos: son "adictivos". Sí, eso va a ser, porque si no... Juan Bonilla, en la revista Anáfora ("Auge de un género: los diarios. Literatura del yo") se ha referido al Spp como "el más colosal de la literatura en español", "una obra grande y magistral". Uno, por su parte, ha vuelto a encontrar en este nuevo volumen, Seré duda, setecientas quince apretadas páginas que he leído más despacio y concienzudamente que los anteriores, disfrutándolas con la intensidad adecuada, uno ha vuelto a encontrar aquí, decía, lo que siempre busco y, claro, encontré desde el principio: un lenguaje (esto es literatura), una forma de decir, y, por añadidura, un tono, porque "la mitad de un camino en un escrito lo tiene uno hecho con el tono adecuado". Y el de Trapiello en esta "novela en marcha" es inconfundible. Pero, con ser bastante (y a mí me sobra), busco más. El sentido del humor que le caracteriza, por ejemplo, agudizado en estas páginas dedicadas al año 2005; "un año extraño", dice. Antes de entrar en materia, T. coloca al frente seis prólogos: el sentimental, el anormal, el confesional, el profesional, el accidental y el final. Y concluye: "Si por mí fuera, haría libros sólo de prólogos". A lo que uno añade: y bien estaría que reuniera los delantales de todas las entregas porque, como Borges, sería bonito leerlos todos seguidos, además de que darían en algo singular y a todas luces apetecible. Del mismo modo, podría hacer lo que hizo con JRJ y entresacar los aforismos que pueblan estas hojas para editar otra obra modélica.
En los cuadernos de 2005, ante todo un deseo, si que quiere paradójico: "no hacer literatura". Es la primera frase de Seré duda. Y una respuesta a esa paradoja, de la mano de Azúa: "la ficción en literatura no debiera aspirar a ser real, sino a la verdad (verosímil lo llamaba Aristóteles)".
¿Qué pasó ese año? Para él, fue el de la muerte de amigos muy queridos. De Ramón Gaya. Nunca ha faltado en estos diarios, pero en éste tomo cobra un protagonismo radical. Fue un ejemplo. Un maestro, en el mejor sentido. Genuino representante de la "tercera España", la que sigue perdiendo todas las guerras. De Fernando Pérez, que tanto le quiso, con quien había coincidido, como relata, en Badajoz, hacía poco, en aquel momento en la plaza de san Atón que nos proporcionó una suerte de testamento literario, digamos, de nuestro amigo: "Académicos de Argamasilla". "Era en verdad un hombre de una bondad inigualable, encarnación de un antiguo institucionista", dice de él, y: "Era de otra época, silencioso y reflexivo". De Haro Tecglen, con quien trabajó en la radio de "opinativo" y a quien desenmascara, y de Victoria de los Ángeles, tan admirada. Y ya que menciono Argamasilla, el 2005 fue un año cervantino, siquiera sea por la "vida de escritor ambulante" que llevó a resultas de la publicación de Al morir don Quijote, premio Lara (uno de los que ganó T. aquel año junto a los que obtuvo en China y en la capital de Francia). Viajes en tren (los que prefiere), en coche (con taxistas) y en avión (uno de ellos con su íntimo amigo JM. Bonet quien, a pesar de que se pasa el día volando, le teme también a los aviones) a multitud de lugares de la geografía española, que diría el otro, de Valencia a Santiago, de Almería a León ("donde hay más realidad de España") y de Sevilla a Barcelona, pasando por Albacete, Concentaina, Ferrol, Granada, Segovia, Alcoy, Burgos, Tenerife, Aranjuez, Moguer, Santander, Cádiz o Matalascañas... Sin olvidar Bucarest y París. Ni el norte de Marruecos y mi querido Tánger, al que dedica algunos párrafos memorables.
Cervantes, sí, es otro personaje imprescindible. Y luego vienen A. (es hilarante su encuentro en Chinchilla, camino de Hellín, tanto como el que tuvo con R.), VLl., PR., J. y JM., CS., IR., los rusos (con Brodsky al frente), los del CAS Internacional, Camus (que no sale bien parado), los críticos C. y E., G... Equis que yo transformo en siglas, pero que se desvelan fácilmente, aunque uno no se atreva a despejarlas, pues, como insiste T., eso no es lo que importa. Están también esos otros autores a los que estima y elogia, como Ferlosio ("el más insobornable de nuestros escritores"), A. Mª. Matute, Jacobo Cortines (que le aloja en su impresionante casa sevillana), Jiménez Lozano (con el casi va a Utrecht), Benítez Ariza (con quien pasea por La Caleta y el barrio de La Viña) o Rosillo (en Murcia o Valencia). A estos sí me apetece nombrarlos.
Y está El Rastro, que da para historias divertidas, como la del baúl del gitano. Y las bibliotecas ("Dice mucho de un hombre su biblioteca"). Y los bibliófilos (como los barceloneses, un capítulo que hará las delicias de Melero). Y el jardín de Lope. Y la sed de su padre en La Atalaya, en Onda, donde pasó, durante la guerra, momentos decisivos. Y el arte (siempre contra Tápies y López, abstractos y realistas: la visita al Musac es de traca).
Fue el año del rodaje del capítulo que le dedicaron en Esta es mi tierra. Y del estreno del documental de Gonzalo Ballester sobre Gaya en Venecia.
Y Las Viñas, claro, aunque en este tomo aparezca menos de lo que a uno le gustaría. Y allí, historias estupendas, como la de los mastines o la de los pozos. Y sus hijos: R. y G., que empieza a leer los diarios de su padre y le duele calificarle de "mezquino" con "la gente que no te trata bien". Y, por fin, está la enfermedad de M., un gran susto. Y, a ese propósito, están las palabras de amor que le dedica a lo largo del volumen, en los peores y en los mejores momentos ("El amor es una despedida continua"), otra de las marcas de esta casa que algunos habitamos desde hace años y a la que volvemos, ya se ve, en cuanto podemos, Como si fuéramos de familia. Uno de esos primos desconocidos que aparecen por la vivienda familiar de León, ya sin vistas, por Navidades.
No me han pasado desapercibidas las alusiones a "la dolorosa casta de los maestros de escuela" y su heroica defensa de la lectura de El Quijote.
Para quejarse de que "no me sucede nada", este "escritor en diferido", en su bien vivida "vida de ambulancia", da para mucho. No, "ningún parecido con la realidad es pura coincidencia", como afirma. Porque "la vida es frágil, pero es bonita mientras no se rompe", merece la pena visitar este lugar que no deja de ser un estado de ánimo. Melancólico y triste muchas veces. Lleno de felicidad otras. Nunca unas "poquiterías" dieron acaso para tanto. Me quedo con este párrafo: "Si un escritor no puede mirar limpiamente a los ojos de cuanto escribe, y los lectores no pueden mirarle a él del mismo modo, y tenerlo por un verdadero amigo, como ellos se dicen de sus obras, no vale la pena nada, y sería mejor ir pensando en hacer otras cosas".
En los cuadernos de 2005, ante todo un deseo, si que quiere paradójico: "no hacer literatura". Es la primera frase de Seré duda. Y una respuesta a esa paradoja, de la mano de Azúa: "la ficción en literatura no debiera aspirar a ser real, sino a la verdad (verosímil lo llamaba Aristóteles)".
¿Qué pasó ese año? Para él, fue el de la muerte de amigos muy queridos. De Ramón Gaya. Nunca ha faltado en estos diarios, pero en éste tomo cobra un protagonismo radical. Fue un ejemplo. Un maestro, en el mejor sentido. Genuino representante de la "tercera España", la que sigue perdiendo todas las guerras. De Fernando Pérez, que tanto le quiso, con quien había coincidido, como relata, en Badajoz, hacía poco, en aquel momento en la plaza de san Atón que nos proporcionó una suerte de testamento literario, digamos, de nuestro amigo: "Académicos de Argamasilla". "Era en verdad un hombre de una bondad inigualable, encarnación de un antiguo institucionista", dice de él, y: "Era de otra época, silencioso y reflexivo". De Haro Tecglen, con quien trabajó en la radio de "opinativo" y a quien desenmascara, y de Victoria de los Ángeles, tan admirada. Y ya que menciono Argamasilla, el 2005 fue un año cervantino, siquiera sea por la "vida de escritor ambulante" que llevó a resultas de la publicación de Al morir don Quijote, premio Lara (uno de los que ganó T. aquel año junto a los que obtuvo en China y en la capital de Francia). Viajes en tren (los que prefiere), en coche (con taxistas) y en avión (uno de ellos con su íntimo amigo JM. Bonet quien, a pesar de que se pasa el día volando, le teme también a los aviones) a multitud de lugares de la geografía española, que diría el otro, de Valencia a Santiago, de Almería a León ("donde hay más realidad de España") y de Sevilla a Barcelona, pasando por Albacete, Concentaina, Ferrol, Granada, Segovia, Alcoy, Burgos, Tenerife, Aranjuez, Moguer, Santander, Cádiz o Matalascañas... Sin olvidar Bucarest y París. Ni el norte de Marruecos y mi querido Tánger, al que dedica algunos párrafos memorables.
Cervantes, sí, es otro personaje imprescindible. Y luego vienen A. (es hilarante su encuentro en Chinchilla, camino de Hellín, tanto como el que tuvo con R.), VLl., PR., J. y JM., CS., IR., los rusos (con Brodsky al frente), los del CAS Internacional, Camus (que no sale bien parado), los críticos C. y E., G... Equis que yo transformo en siglas, pero que se desvelan fácilmente, aunque uno no se atreva a despejarlas, pues, como insiste T., eso no es lo que importa. Están también esos otros autores a los que estima y elogia, como Ferlosio ("el más insobornable de nuestros escritores"), A. Mª. Matute, Jacobo Cortines (que le aloja en su impresionante casa sevillana), Jiménez Lozano (con el casi va a Utrecht), Benítez Ariza (con quien pasea por La Caleta y el barrio de La Viña) o Rosillo (en Murcia o Valencia). A estos sí me apetece nombrarlos.
Y está El Rastro, que da para historias divertidas, como la del baúl del gitano. Y las bibliotecas ("Dice mucho de un hombre su biblioteca"). Y los bibliófilos (como los barceloneses, un capítulo que hará las delicias de Melero). Y el jardín de Lope. Y la sed de su padre en La Atalaya, en Onda, donde pasó, durante la guerra, momentos decisivos. Y el arte (siempre contra Tápies y López, abstractos y realistas: la visita al Musac es de traca).
Fue el año del rodaje del capítulo que le dedicaron en Esta es mi tierra. Y del estreno del documental de Gonzalo Ballester sobre Gaya en Venecia.
Y Las Viñas, claro, aunque en este tomo aparezca menos de lo que a uno le gustaría. Y allí, historias estupendas, como la de los mastines o la de los pozos. Y sus hijos: R. y G., que empieza a leer los diarios de su padre y le duele calificarle de "mezquino" con "la gente que no te trata bien". Y, por fin, está la enfermedad de M., un gran susto. Y, a ese propósito, están las palabras de amor que le dedica a lo largo del volumen, en los peores y en los mejores momentos ("El amor es una despedida continua"), otra de las marcas de esta casa que algunos habitamos desde hace años y a la que volvemos, ya se ve, en cuanto podemos, Como si fuéramos de familia. Uno de esos primos desconocidos que aparecen por la vivienda familiar de León, ya sin vistas, por Navidades.
No me han pasado desapercibidas las alusiones a "la dolorosa casta de los maestros de escuela" y su heroica defensa de la lectura de El Quijote.
Para quejarse de que "no me sucede nada", este "escritor en diferido", en su bien vivida "vida de ambulancia", da para mucho. No, "ningún parecido con la realidad es pura coincidencia", como afirma. Porque "la vida es frágil, pero es bonita mientras no se rompe", merece la pena visitar este lugar que no deja de ser un estado de ánimo. Melancólico y triste muchas veces. Lleno de felicidad otras. Nunca unas "poquiterías" dieron acaso para tanto. Me quedo con este párrafo: "Si un escritor no puede mirar limpiamente a los ojos de cuanto escribe, y los lectores no pueden mirarle a él del mismo modo, y tenerlo por un verdadero amigo, como ellos se dicen de sus obras, no vale la pena nada, y sería mejor ir pensando en hacer otras cosas".
16.4.16
Tomás
Para mi familia, generalizo, Tomás será recordado por sus trucos de magia. Me lo decía mi hija Leticia, que puede evocar algunas lejanas tardes de invierno al amor del fuego de la chimenea francesa de la abuela Ana observando, entre la incredulidad y el entusiasmo, cómo sin previo aviso el cochecito se movía o la carta imaginada de pronto estaba allí. Nos acordaremos de él por eso, pero también por su bondad, su discreción y su talante tranquilo. En este país de gritones, hablaba en voz baja. Su presencia, sin embargo, no pasaba desapercibida. Era un buen conversador. Aprecio a las personas que suelen comportarse siempre igual y no según el día, sin esos altibajos emocionales que unas veces las hacen en exceso cercanas y simpáticas y otras distantes, huidizas e insoportables.
Hasta hace dos meses trabajó como probo empleado de banca. Suponemos que de joven no se imaginó ese destino y sí, tal vez, otro más artistizante, digamos; no en vano fue amigo de los dos aníbales literarios salmantinos, como él: Núñez y Lozano. Pero la vida manda.
Hace unos días, a Tomás Rincón de Sales se le paró el corazón sobre el andén de una desangelada estación del Metro de Madrid. Tenía 61 años recién cumplidos. Qué mala suerte. Antonia (para nosotros, Toñi) estaba a su lado. Todo sucedió muy deprisa, lejos de sus hijos, Ana y Daniel, del resto de los suyos y de su casa de Salamanca. En esa ciudad descansa ya para siempre.
Aunque a uno le resultara extraño (tanto quiere uno a ese lugar), se acercaban en cuanto podían a su piso placentino. Aquí, hace poco, un sábado por la mañana, presenté a Tomás a otro amigo, Álex Chico. Estábamos tomando un café en el bar Retorno, en la familiar Avenidísima. Lo hice con el orgullo y la alegría de quien descubre a otro que está ante una buena persona; alguien que apreciamos y, para colmo, sentimos que nos aprecia.
Aunque a uno le resultara extraño (tanto quiere uno a ese lugar), se acercaban en cuanto podían a su piso placentino. Aquí, hace poco, un sábado por la mañana, presenté a Tomás a otro amigo, Álex Chico. Estábamos tomando un café en el bar Retorno, en la familiar Avenidísima. Lo hice con el orgullo y la alegría de quien descubre a otro que está ante una buena persona; alguien que apreciamos y, para colmo, sentimos que nos aprecia.
Que la tierra te sea leve, Tomás. Te echaremos de menos. Mientras la memoria no nos falle, tu magia seguirá con nosotros.
15.4.16
Una nueva antología
Sí, próximamente en Renacimiento. En la apreciada colección Calle del Aire. Se presentará el 7 de mayo, sábado, a las 13:30 en la Feria del Libro de Sevilla.
Su título: Nacer en otro tiempo. Antología de la joven poesía española.
Los responsables de la selección y autores del epílogo son Miguel Floriano y Antonio Rivero Machina, poetas ambos. El primero, además, es estudiante de Grado en Lengua Española y sus Literaturas (Universidad de Oviedo) y el segundo, profesor de la Universidad de Extremadura.
Los nominados (nacidos entre 1980 y 1997) son Sergio C. Fanjul, Javier Vela, Andrés Catalán, María Alcantarilla, Ben Clark, Pablo Fidalgo, Constantino Molina, Luis Llorente, Javier Vicedo, Víctor Peña Dacosta, Aitor Francos, Juan Bello, Martha Aunción Alonso, Laura Casielles, Unai Velasco, Francisco José Najarro, Berta García Faet, María Eugenia Motilla, Rodrigo Olay, Diego Álvarez Miguel, Ruth Llana, Emily Roberts, Paual Bozalongo, Gonzalo Grajera, Gema Palacios, Xaime Martínez, María Elena Higueruelo y Óscar Díaz.
Como se ve, es una antología que tiene en cuenta la paridad, donde hay tantas mujeres como hombres. Uno, en fin, de género masculino como los colectores, firma el prólogo. Seguimos.
Su título: Nacer en otro tiempo. Antología de la joven poesía española.
Los responsables de la selección y autores del epílogo son Miguel Floriano y Antonio Rivero Machina, poetas ambos. El primero, además, es estudiante de Grado en Lengua Española y sus Literaturas (Universidad de Oviedo) y el segundo, profesor de la Universidad de Extremadura.
Los nominados (nacidos entre 1980 y 1997) son Sergio C. Fanjul, Javier Vela, Andrés Catalán, María Alcantarilla, Ben Clark, Pablo Fidalgo, Constantino Molina, Luis Llorente, Javier Vicedo, Víctor Peña Dacosta, Aitor Francos, Juan Bello, Martha Aunción Alonso, Laura Casielles, Unai Velasco, Francisco José Najarro, Berta García Faet, María Eugenia Motilla, Rodrigo Olay, Diego Álvarez Miguel, Ruth Llana, Emily Roberts, Paual Bozalongo, Gonzalo Grajera, Gema Palacios, Xaime Martínez, María Elena Higueruelo y Óscar Díaz.
Como se ve, es una antología que tiene en cuenta la paridad, donde hay tantas mujeres como hombres. Uno, en fin, de género masculino como los colectores, firma el prólogo. Seguimos.
14.4.16
Picoteo revisteril
Turia viene cargada, como siempre, de contenidos la mar de interesantes. Así, los poemas de Simic, de su libro El lunático (próximamente en Vaso Roto), que traduce Jordi Doce. Y más versos de, entre otros, Rafael Cadenas, Chantal Maillard, Cobos Wilkins, Javier Vela, Ángel Guinda, Vicente Gallego, García-Maíquez, Alfredo Saldaña y Olga Bernad. El Cartapacio es en esta ocasión para el raro, digamos, José María Conget y hay artículos, por ejemplo, de Manuel Borrás (el primer párrafo es de una valentía inusual en nuestro panorama literario y denuncia que escritores así deban ser calificados como uno lo ha hecho), Mainer, Valls, Martínez de Pisón o Bonilla. No me he olvidado de leer -es lo primero que hago- los diarios de Maícas, quien esta vez dedica una parte de sus anotaciones a Remedios Varo (que algunos acaban de descubrir) y, más adelante, escribe: "Aquí sueño en convertirme en otro y, a veces, hasta lo logro. O: "El arte de vivir es un denso y conflictivo entramado de experiencias, ideas y ambiciones". Tampoco me he perdido la extensísima entrevista que Fernando del Val hace a Enrique Vila-Matas ("Soy el que se desconoce") ni el artículo "Difíciles identidades contemporáneas", de mi admirado paseante David Le Breton.
De Quimera destacaría la entrevista de Rafael Saravia y Víktor Gómez a Antonio Gamoneda, donde éste comenta: "Yo sé «lo que sé» cuando me lo dicen mis propias palabras ya escritas. Es así". También el dossier dedicado al poeta barcelonés José María Fonollosa, ese "enigma" que tiene más de "paradoja", como explica uno de sus mejores especialistas, José Ángel Cilleruelo, que abre el interesante informe. Incluye poemas inéditos y una carta de mayo de 1988 a Pere Gimferrer, que algunos imaginaron como el verdadero autor de esos poemas únicos.
Cuadernos Hispanoamericanos cambia de aspecto exterior y gana con ello en sobriedad y elegancia. De su último número señalo la honda entrevista de Carmen de Eusebio al escritor Juan Antonio Masoliver Ródenas y el artículo del prolífico Juan Bonilla sobre el concepto de pueblo en la obra del ácrata zamorano Agustín García Calvo. El de Jerez, lo confieso, no deja de sorprenderme.
13.4.16
Vaquerizo y Arcas
Quienes me habitan es el quinto libro de Carlos Vaquerizo (Sevilla, 1978) y lo publica La Isla de Siltolá. Con el primero ganó el Adonais. Apenas iniciamos la lectura, nos encontramos con un lenguaje seco, en el mejor sentido, sentencioso. Con versos lapidarios, contundentes. Con poemas breves. Con la poesía de alguien, en fin, que parece saber lo que se hace. Basta con leer "Simón" o cualquiera de los poemas que componen la serie "Los seres de mis sueños": "Yo, que quise soñar, soy lo soñado". "El sueño es mi existir".
Encontramos algún golpe de ironía, en "El buscador de premios", por ejemplo, aunque ése no sea el tono. Más este otro: "De aquello que no hice me arrepiento. / Reniego de no ser lo que no he sido".
Excelente "El sueño de Pitágoras": "Todo habita en el número porque todo es el número". Y allí: "Somos una ecuación resuelta ya desde el principio".
Subrayo otro verso: "En una vida están todas las vidas".
En el poema fragmentario "Noche intramuros" leemos: "Sé tu Dios. Crea el mundo y créate a ti mismo". Y de vueltas al sueño: "No somos más que un sueño envenenado". Y más símbolos: la noche, el mar. Y aún más allá, la muerte: "Porque somos caducos y siervos de la muerte".
Poesía meditativa, sí, y silenciosa. Sin aspavientos. En "Cantos a Amalia", otra serie, la hija. Lo melancólico torna ahora festivo. Luego, "Travesía de hospital" y el triste, sereno final de "Epílogo": "Ya todo es un remedo de la muerte. / Siempre lo fue. Y espero su venida".
Alevosía es el cuarto libro que publica el aforista y director de Cuadernos del Vigía Miguel Ángel Arcas (Granada, 1956), que con el tercero, Llueve horizontal, ganó el año pasado el premio Ciudad de Córdoba. Dividido en dos partes, "Asesinaditos" y "Mala. Epigramas", con dos citas de Max Aub (del que es editor) y Thomas de Quincey, Arcas despliega un puñado de poemas llenos de humor (negro) y de ingenio en torno al asesinato, un asunto tan viejo como la humanidad al que él, sin embargo, logra dar otra vuelta de tuerca. Y en verso, que es más difícil. El ritmo es impecable y la sorpresa está garantizada, sobre todo en los finales. Distintos crímenes y sucesivos asesinos dan fe de que nuestra naturaleza es complicada.
No falta, claro, la ironía. Y menos el humor (y hasta el chiste, nunca de sal gorda). Ni el cinismo, siquiera sea literario. Se bordea, eso sí, lo políticamente correcto, más que nada porque más de uno alude a homicidios por violencia de género. Aunque para transgresiones, la segunda parte. Mala es el nombre de cualquiera. El desamor impera. A ella van dirigidos estos versos desazonados y desazonantes que rezuman dolor y melancolía.
Alevosía es el cuarto libro que publica el aforista y director de Cuadernos del Vigía Miguel Ángel Arcas (Granada, 1956), que con el tercero, Llueve horizontal, ganó el año pasado el premio Ciudad de Córdoba. Dividido en dos partes, "Asesinaditos" y "Mala. Epigramas", con dos citas de Max Aub (del que es editor) y Thomas de Quincey, Arcas despliega un puñado de poemas llenos de humor (negro) y de ingenio en torno al asesinato, un asunto tan viejo como la humanidad al que él, sin embargo, logra dar otra vuelta de tuerca. Y en verso, que es más difícil. El ritmo es impecable y la sorpresa está garantizada, sobre todo en los finales. Distintos crímenes y sucesivos asesinos dan fe de que nuestra naturaleza es complicada.
No falta, claro, la ironía. Y menos el humor (y hasta el chiste, nunca de sal gorda). Ni el cinismo, siquiera sea literario. Se bordea, eso sí, lo políticamente correcto, más que nada porque más de uno alude a homicidios por violencia de género. Aunque para transgresiones, la segunda parte. Mala es el nombre de cualquiera. El desamor impera. A ella van dirigidos estos versos desazonados y desazonantes que rezuman dolor y melancolía.
12.4.16
Don Amadeo
EFE |
Se le recibió cordialmente (por paisano, más que nada) y ha cumplido con creces aquellas expectativas que su llegada despertó. Paco Muñoz, que colaboró con él cuando éste era consejero de Cultura y aquél el interlocutor de la Iglesia extremeña para asuntos artísticos y patrimoniales, fue uno de los primeros en advertirme del acierto. Y sí, don Amadeo es un hombre culto, lector, elegante, discreto y, por cercano, hasta simpático. Alguien que trabajó, como oportunamente recuerda la revista Vida Nueva, al lado de don Antonio Montero, entonces arzobispo de Mérida-Badajoz. En esta última ciudad, en el restaurante Azcona, coincidí una vez con él (venía de la romería de su pueblo: San Jorge de Alor) y de ese hecho sencillo deduzco que también sabe comer.
Entiendo, como casi todos por aquí, creyentes o no, que ha hecho las cosas bien en estos trece años y que se ha ocupado de lo importante (como era su obligación, dirán otros). De los asuntos eclesiásticos, es lógico (ha salvado Yuste de la orfandad monástica, pongo por caso), pero también de los sociales (un hecho capital en estos tiempos de miseria) e incluso de los culturales (en la mejor tradición del episcopologio clásico placentino, como recordaba el alcalde Fernando Pizarro).
Se le va a echar de menos. Aquí y en el resto de la región. Lo digo porque siempre fue un gran valedor de la causa perdida (hasta el presente) de Guadalupe e imagino que se va con la pena de no haber conseguido aún que deje de formar parte del Arzobispado de Toledo.
Sé que mi hermano, sacerdote incardinado en esta diócesis, le echará también de menos. Y mi madre, por supuesto. Uno tendrá que resignarse a no saludarlo cuando nos cruzábamos en nuestros respectivos paseos a la orilla del río.
No comprendo, en fin, el porqué de estos cambios cuando no hay motivo aparente y todo funciona como es debido. Y para ir a una diócesis no mucho mayor que ésta. En fin, los designios del Vaticano suelen ser inescrutables.
Hasta siempre, don Amadeo, y que la vida en su nuevo destino le sea tan llevadera como aquí.
11.4.16
Cumbreño cuenta
Contar, sí. No es mal título el elegido por el poeta y editor José María Cumbreño (Cáceres, 1972) para su nuevo libro, del que lo primero que llama la atención es su bonito aspecto, cuidado hasta el más mínimo detalle por papelesmínimos, el sello madrileño que lo publica. Contar en un sentido numérico y contar porque el narrador que habita en Cumbreño no se resigna a dejar de hacerlo. Estamos ante una suerte de diario. Cada mes del año tiene su propio poema. Abre "Enero", escrito en renglones, no en versos (como otros del conjunto), donde explica sus intenciones con respecto al cuaderno que acaba de inaugurar. Cierra "Making-of", donde hace balance del recorrido. Y todo con una claridad meridiana. Uno diría que Cumbreño es partidario de la realidad, no del realismo (que, como diría Gamoneda, es "tendencia literaria", no "dimensión de la vida"), y por eso se conduce como lo hace, entre la lucidez y el desencanto. Por dónde si no. Ya lo comprobamos al leer Made in China, su libro anterior. Los suyos son poemas, poco importa en qué forma, que tratan de asuntos cotidianos, aunque no insustanciales (porque siempre van más allá de la anécdota): de la purga de los radiadores, de la ropa, de los viajes al trabajo ("once años viajando sin viajar")...
La intimidad, esa cosa tan seria, se nos muestra con una sencillez pasmosa y llegan con ella su padre y su madre (a los que dedica sendos poemas que están entre lo más logrado de la obra: "Agosto" y "Octubre", respectivamente), su mujer Chose y su hija Irene (digo sus nombres porque él los enuncia), el hijo de la primera, Manu (destinatario de otro poema memorable: "Noviembre (Catorce años después)"), los amigos... Siempre, eso sí, en el emboscado territorio en el que la verdad y la ficción deliberadamente se confunden.
La memoria, la infancia ("Julio (El hilo musical)"), la reflexión (que suele coincidir con los poemas que nombran a los meses)... la vida, en suma, que pasa ante nuestros ojos y que hacemos también nuestra sin poder evitarlo. Nunca se había expresado Cumbreño, o eso creo, con semejante claridad. Tan a tumba abierta. Algunos llaman a eso madurez.
El canto y el cuento (como en "La sala de espera"). Lo fragmentario y lo aforístico, de lo que es buena prueba "Doblaje", un poema, digamos, que justifica este libro. Como "Contar", el que le da título, donde reconoce que, cuando escribe, le "gusta utilizar elementos que sean opuestos. O que al menos lo parezcan" (alto y bajo, por ejemplo) y que con ello consigue crear un "tercer espacio" ("que ya no es ni alto ni bajo, sino ambos y ninguno de ellos"). Pero "que eso me pasa cuando escribo. La vida es otra cosa".
Entre otros, me ha llamado la atención el poema "Drama em gente", sobre todo porque parecía que Pessoa ya no iba a dar más de sí.
He disfrutado con esta lectura. Entre líneas, da cuenta de la vida de un hombre; pero al hacerlo, y esto es lo llamativo, relata la vida de cualquiera.
10.4.16
En 'letras 5'
Editorial Cuadrivio |
La revista letras.s5.com, página chilena al servicio de la cultura, publicación que rescata la creación y el pensamiento de escritores y poetas chilenos y extranjeros publicados en diarios, revistas y folletos en español, según reza en su frontispicio, creada en Santiago de Chile en agosto del año 2000 y editada y dirigida por Luis Martínez Solorza, publica -en la sección Proyecto Patrimonio- la reseña de Hoy día es otro mundo (Valparaíso), antología del poeta peruano Miguel-Ángel Zapata que apareció por primera vez en el número 5 de la revista sevillana Estación Poesía y después en este blog.
9.4.16
Cirlot
Se cumplen 100 años del nacimiento de Juan Eduardo Cirlot. Su hija Victoria escribe sobre él en El Cultural: "My father, the king".
Ya a la vista, la extensa y documentada biografía de Antonio Rivero Taravillo, de inminente aparición en la Fundación José Manuel Lara. Ser y no ser de un poeta único estará en las librerías el próximo 24 de mayo.
8.4.16
Paisajes de Larretxea
Lo primero que sorprende de De un nuevo paisaje, el último libro de Hasier Larretxea (Arraioz, Valle de Baztan, 1982) es su estupenda factura. Está publicado por la exquisita Stendhal Books y es el primero de esa editorial barcelonesa que veo y leo. Una preciosidad, vamos. La segunda sorpresa, más personal, me sobrevino -otra vez- al leer el prólogo que firma la poeta gallega Chus Pato, demasiado lírico y enmarañado para mi gusto. De los que, en mi modesta opinión, despistan. Con todo, lo diré pronto, De nuevo un paisaje me ha parecido un libro extraordinario. Y cuando digo "extraordinario", un adjetivo al que se teme, sólo aspiro a decir "fuera del orden o regla natural o común", que diría el DRAE, lo que en rigor debería ser cualquier libro de poemas que se precie. Éste, para empezar, lo es porque se asienta en un territorio reconocible y cercano, el natal de su autor, sin que por eso se pueda acusar a Larretxea de campestre, paisajista o pueblerino (tampoco de nacionalista), pues nada más cosmopolita, casi siempre, que lo local bien entendido. Ese mundo natural ("El movimiento suave y leve de la naturaleza"), el del origen, dota de autenticidad a una escritura que a uno le recuerda, por el tono, a poetas que uno leía hace años: Gamoneda, el Mestre de la primera época o Llamazares, tan iguales como distintos entre sí. Pero también a poetas extranjeros, de ahí la universalidad de la apuesta. Como Heaney, pongo por caso, uno de tantos entre los anglosajones que no perdieron nunca sus raíces, su proximidad a la tierra, en especial, la de su infancia.
Lo "fuera de lo común" se justifica también por lo del ritmo de sus versos que te lleva, sin que puedas evitarlo y a través de la música, hasta un estado de placidez que añade sentido a lo expresado. No, no será uno el que niegue acierto y bondad de esta aventura.
"Paisajes del retorno" es la sección que mejor se adapta a lo que acabo de decir. Es, acaso, la parte más sustancial y sustanciosa del libro. Digo "parte" y "sección" pero estamos ante poemas sin título que no dejan de ser fragmentos de un único, extenso poema.
"Escribir / es el paisaje desde donde contemplar", escribe Larretxea. "Escribir, / la única manera de atravesar el valle / sin pisarlo".
En "Paisajes interiores" el protagonista es el amor, la relación, el otro: "No se es uno / sin el otro". O: "Entender al otro, / saber de uno mismo".
Preciosos me han parecido poemas (o fragmentos, ya digo) como "Que nadie dé pasos por ti" o "Yo también".
"Nos quedará siempre la geografía", leemos (la prologuista ya relacionó esta poesía con la de Elizabeth Bishop: "Más delicados que los de los historiadores, son los colores de los cartógrafos"). Y la infancia: "Que no se apague nunca / la llamarada de la infancia, el único lugar in(di)visible / al que podemos volver, / después de todo".
"En un paisaje devastado" la guerra y la violencia son la clave. Allí, Sarajevo. Y el miedo, el terror, los refugiados, el destierro, las fosas comunes... La indignidad de unos que pisotea la dignidad de otros. Un viejo asunto que no cesa.
"Paisajismo", en fin, reúne breves poemas (de dos, tres versos) de impronta, sí, minimalista, donde, entre otros, leemos: "Somos / lo que limita / con el dolor". Y: "Mirada, / autobiografía/ del miedo".
En un momento dado alude el poeta a "esa visión de la claridad", palabras que se ajustan muy bien, según creo, a lo que ofrece este libro emocionante. Libro, y termino, que uno relaciona directamente con su obra anterior, Niebla fronteriza, que ya tuvimos ocasión de comentar aquí.
Lo "fuera de lo común" se justifica también por lo del ritmo de sus versos que te lleva, sin que puedas evitarlo y a través de la música, hasta un estado de placidez que añade sentido a lo expresado. No, no será uno el que niegue acierto y bondad de esta aventura.
"Paisajes del retorno" es la sección que mejor se adapta a lo que acabo de decir. Es, acaso, la parte más sustancial y sustanciosa del libro. Digo "parte" y "sección" pero estamos ante poemas sin título que no dejan de ser fragmentos de un único, extenso poema.
"Escribir / es el paisaje desde donde contemplar", escribe Larretxea. "Escribir, / la única manera de atravesar el valle / sin pisarlo".
En "Paisajes interiores" el protagonista es el amor, la relación, el otro: "No se es uno / sin el otro". O: "Entender al otro, / saber de uno mismo".
Preciosos me han parecido poemas (o fragmentos, ya digo) como "Que nadie dé pasos por ti" o "Yo también".
"Nos quedará siempre la geografía", leemos (la prologuista ya relacionó esta poesía con la de Elizabeth Bishop: "Más delicados que los de los historiadores, son los colores de los cartógrafos"). Y la infancia: "Que no se apague nunca / la llamarada de la infancia, el único lugar in(di)visible / al que podemos volver, / después de todo".
"En un paisaje devastado" la guerra y la violencia son la clave. Allí, Sarajevo. Y el miedo, el terror, los refugiados, el destierro, las fosas comunes... La indignidad de unos que pisotea la dignidad de otros. Un viejo asunto que no cesa.
"Paisajismo", en fin, reúne breves poemas (de dos, tres versos) de impronta, sí, minimalista, donde, entre otros, leemos: "Somos / lo que limita / con el dolor". Y: "Mirada, / autobiografía/ del miedo".
En un momento dado alude el poeta a "esa visión de la claridad", palabras que se ajustan muy bien, según creo, a lo que ofrece este libro emocionante. Libro, y termino, que uno relaciona directamente con su obra anterior, Niebla fronteriza, que ya tuvimos ocasión de comentar aquí.
7.4.16
6.4.16
Extremadura en Colombia
El inquieto Antonio María Flórez es el editor literario de Mirando al poniente, una muestra de "literatura extremeña actual" publicada por la Concejalía de Cultura y Turismo del Ayuntamiento de Don Benito que forma parte de programa “Extremadura en Colombia” y que pretende dar a conocer en el país americano un panorama de lo que escriben en la actualidad los escritores nacidos o vinculados a esta región periférica.
El mencionado programa se centra en unas jornadas interculturales que tendrán lugar en Bogotá, en el Centro Cultural y Educativo Español dependiente de la Embajada de España, entre el 3 y el 25 de mayo. Están organizadas por el Centro Cultural de la Embajada de España y cuentan, al parecer, con el apoyo de la Junta de Extremadura, los ayuntamientos de Don Benito, Almaraz y Zalamea y algunas editoriales privadas.
Florez ya impulso en el pasado otras iniciativas de acercamiento e intercambio entre ambos países; así, el proyecto Estrechando círculos, la coordinación de la línea ‘Letras Americanas’ de la Editora Regional de Extremadura, el libro Transmutaciones, etc.
Tras la presentación del propio Flórez, abren el volumen un artículo de Miguel Ángel Lama titulado “La literatura extremeña en su mapa”-que apareció en su día en el libro Atlas de Extremadura (Asamblea de Extremadura, 2009), al que ahora se añade "Extremadura literaria hoy (Addenda)"- y otro de Mar Gómez: “La despensa indispensable”, sobre paisaje y gastronomía.
Se publican textos, en este orden, de Javier Cercas, Luis Landero, Gonzalo Hidalgo Bayal, José Antonio Zambrano, María José Flores, Efi Cubero, Basilio Sánchez, Eugenio Fuentes, Andrés Trapiello, Eduardo Moga, Rufino Mesa, Antonio Gómez, Juan Ricardo Montaña, Paco Señor, Elías Moro, Emilia Oliva, Irene Sánchez Carrón, Pablo Guerrero, Luis Pastor, Pilar Galán, Teresa Guzmán, Marino González, José María Cumbreño, Antonio Sáez, Luis Sáez, Antonio Reseco, Chelo Pineda, Álex Chico, Juan Ramón Santos, José Manuel Díez, Yolanda Regidor, José Cercas, Jesús María Gómez y Flores, José Luis Bernal, Juan María Calles, Víctor Valadés, Susana Martín Gijón y Mar Gómez, además de los del coordinador de la antología y de quien firma esta entrada (con el poema "Kardamili").
Sólo me queda desear suerte en la empresa al promotor de este feliz viaje ultramarino. Y congratularme, cómo no, por lo granado de la extensa y plural selección.
5.4.16
Cosas que no me gustan de una reseña
1. Que el crítico dedique la mitad o más de la recensión a la vida, obra y milagros del autor.
2. Que se refiera a él por su nombre de pila. O, para colmo y sin disimulo, por su apodo familiar o amistoso. Que lo tutee.
3. Que parezca un comentario de texto.
4. Que el tono sea profesoral y el abajo firmante, además, se empine y se ponga estupendo.
5. Que no se comprenda lo que quiere decir.
6. Que no esté escrita con el mismo rigor literario exigible a la obra que comenta.
7. Que use la tópica jerga (por no decir jerigonza) de la reseñística rancia.
8. Que se note que el crítico sólo conoce el libro por la solapa. O por la contracubierta. O por la nota editorial. Que, en suma, hable de un libro que, en realidad, no ha leído.
9. Que de su lectura se deduzca que el crítico ha confundido el ejercicio de la crítica con una carrera de velocidad o con un campeonato de pelota vasca.
10. Que no se ajuste, en fin, a lo que dijo aquí atrás Francisco Brines: "El crítico no es más que un lector que elige”.
3.4.16
Impresiones provinciales
Este es el bonito título que José Jiménez Lozano (Langa, 1930) ha elegido para una nueva entrega de sus diarios. Cuadernos los llama él. Publica el libro la editorial Confluencias con el gusto que la caracteriza. El propio autor nos explica que "El 23 de enero de 1656 publicaba Monsieur Blaise Pascal, bajo el pseudónimo de Louis de Montalte, su primera carta de las que luego se llamarían Impresiones Provincianas dirigidas a un supuesto amigo suyo, que vivía en la provincia, sobre un asunto que se disputaba en la Sorbona, y me he acordado súbitamente de todo esto para utilizarlo como epígrafe o tejadillo de un cuaderno más de apuntes o notas provincianos o provinciales de los que éstos son la séptima selección que cubre los años 2010 hasta julio de 2014".
Ya ha dicho uno más de una vez que leer los diarios de JJL es, para mí, una suerte de "imperativo moral", sin añadir a la expresión ninguna intención filosófica, por kantiana que parezca. Ahora, tras leer estas páginas, lo reafirmo.
No he encontrado nada novedoso en ellas, bien es cierto, lo que no quiere decir que no haya aprendido muchas cosas que no sabía. Me refiero a que JJL es un hombre previsible que a las alturas de su edad no creo que pretenda epatar a nadie, sino dar a conocer a sus lectores, de la forma más clara posible, su pequeña verdad. Vuelve sobre los asuntos religiosos y la laicización, mal entendida, de nuestra sociedad. Sobre la Historia y sus pequeños detalles. Sobre los asuntos políticos, pero sin hacer sangre. Sobre Castilla y un mundo rural (y provincial) que desparece. Sobre los libros y la lectura y la conversación, también en trance de transformación. Sobre el nazismo y el Gulag. Sobre aquello que han dicho los filósofos: Kierkegaard, Poppe, Spinoza, Thoreau, Heidegger... Sobre la educación y la "deseducación". Sobre la Biblia y Port-Royal. Y todas esas reflexiones las lleva a cabo en su rincón, la casa del pueblo donde vive, apartado de lo peor del mundo, pero siempre atento a cuanto sucede y pasa, y, además, importa. Lo otro... Le preocupa, ante todo, la falta de conciencia.
Echa, en fin, uno de menos más líneas dedicadas a las cosas del campo, a la naturaleza, las estaciones y a la poesía, sin que falten, por cierto, unos cuantos poemas.
En un momento dado escribe: "Pero es que los hombres somos como somos, y lo mejor es andar con desconfianza de nosotros mismos". Y más adelante: "Los hombres somos un enigma, ciertamente".
Menciona a Hamsun y vuelve a recordar una cita suya que incorporó a Los cuadernos de letra pequeña: "Nuestra vida y nuestra época pueden seguir su ruta por lo que a mí respecta; por mi parte, yo permanezco aquí". Pues eso.
En un momento dado escribe: "Pero es que los hombres somos como somos, y lo mejor es andar con desconfianza de nosotros mismos". Y más adelante: "Los hombres somos un enigma, ciertamente".
Menciona a Hamsun y vuelve a recordar una cita suya que incorporó a Los cuadernos de letra pequeña: "Nuestra vida y nuestra época pueden seguir su ruta por lo que a mí respecta; por mi parte, yo permanezco aquí". Pues eso.
2.4.16
Zagajewski dixit
Foto Thomas Andenmatten |
«Debo confesar que entiendo muy bien algunos de los argumentos que exhiben los defensores de la vieja Europa. Aunque no todos, desde luego. Es una batalla de las ideas muy compleja, que no puede reducirse a una mera fórmula del tipo “progreso contra reacción” o “Ilustración contra Edad Media”. Es un enfrentamiento que no se puede ignorar, ni siquiera ahora, aunque solo sea porque ha inspirado a varias generaciones de escritores y artistas y ha dado forma a nuestras sensibilidades. Puedo comprender las razones de quienes lamentan la desaparición del impulso religioso, la pérdida de la imaginación, la tendencia a considerar a los seres humanos como entidades puramente biológicas (¡un cuerpo, un cuerpo! ¡El alma es una ficción!) Pero no puedo aprobar el rechazo total del legado de la Ilustración. Es como si los europeos fuéramos siempre incapaces de encontrar la armonía entre los dos grandes componentes de nuestra experiencia, la del día y la de la noche, la del sentido común y la de la poesía exultante.
Estos debates son antiguos y a veces tendemos a considerar que pertenecen al pasado. Pero un atento aficionado al arte sabe que existe todavía una tensión peculiar entre los aspectos nuevos de nuestra civilización, que refuerzan la dimensión “racional” de la vida —y pueden tener la influencia más beneficiosa en nuestra situación, desde un punto de vista pragmático—, y la “vieja belleza”, el pesar de Delacroix, la añoranza de lo arcaico de Rilke, el apego de Valéry a ciertos elementos de la tradición europea.
(...)
Un Estado no puede ni debe filosofar. No puede leer a Descartes, no puede comprender el doble filo de la visión de Kant. Sería ridículo, y al mismo tiempo aterrador, imaginar un Estado que viviera lo que los críticos alemanes llaman die Kant-Krise, experimentada con tanta profundidad por Heinrich Kleist, por ejemplo (según describe Günter Blamberger en su excelente libro sobre Kleist): un instante de revuelta nihilista, de duda profunda. Sin embargo, la situación opuesta también sería aterradora: un Estado que experimentara una revelación mística repentina, una epifanía que diera las respuestas a todas las grandes preguntas. Los Estados no piensan ni lloran. No rezan. No participan en seminarios filosóficos.»
Adam Zagajewski, "El fin de una sociedad abierta". El País.
1.4.16
Manual de espumas
La Fundación Gerardo Diego, que gobierna con mano firme la poeta Pureza Canelo, ha tenido la excelente idea de crear la colección “El pequeño 27". Sí, no todo han de ser, en esas instituciones, ediciones críticas, volúmenes de investigadores, ediciones complejas con notas a pie de página, catálogos bibliográficos... De ahí que se les haya ocurrido "hacer algo fresco, nuevo, diferente", como lo califica su inventora. Han empezado por la selección de versos de uno de los primeros libros de Gerardo Diego: Manual de espumas (1924), donde, en palabras de Umbral, "bullen ya todos los hallazgos vanguardistas y experimentalistas de un optimismo creador". Lo han impreso con un bonito diseño y una maquetación (ambas de la bibliotecaria Andrea Puente) que se inspira en las ediciones de los años 20. Me cuentan que, por sorpresa, esa edición artesanal y única ha sido solicitada por varias librerías especializadas. No me extraña.
Uno, por deformación profesional, abomina de los ejemplos poéticos que suelen ilustrar los libros de textos de mis alumnos y echa de menos la presencia de clásicos como estos, perfectamente adaptados y adaptables a la edad de esos niños que se inician en el placer de la lectura. Como se hizo siempre.
En el preliminar de Pureza Canelo, otro poema, se ha jugado con la negrita de los títulos en relación con los poemas de la antología. Para ello basta cotejarlos con el índice: "Primavera", "Mesa", "Paraíso", "Recital", "Aldea", "Canción de cuna", "Nieve", "Panorama", "Cuadro", "Nocturno", "Lluvia" y "Espectáculo".
Un acierto, pues, tanto el libro como la colección, a la que uno desea (y augura) larga vida.
Uno, por deformación profesional, abomina de los ejemplos poéticos que suelen ilustrar los libros de textos de mis alumnos y echa de menos la presencia de clásicos como estos, perfectamente adaptados y adaptables a la edad de esos niños que se inician en el placer de la lectura. Como se hizo siempre.
En el preliminar de Pureza Canelo, otro poema, se ha jugado con la negrita de los títulos en relación con los poemas de la antología. Para ello basta cotejarlos con el índice: "Primavera", "Mesa", "Paraíso", "Recital", "Aldea", "Canción de cuna", "Nieve", "Panorama", "Cuadro", "Nocturno", "Lluvia" y "Espectáculo".
Un acierto, pues, tanto el libro como la colección, a la que uno desea (y augura) larga vida.
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