31.1.12

Leopardi por Millanes

Ya se pueden escuchar las dos conferencias que pronunció José Muñoz Millanes en la Fundación March el mes pasado: El mundo de Giacomo Leopardi y El pensamiento y la obra de Leopardi.
(Imagen: Giacomo Leopardi, óleo sobre tela de A. Ferrazzi (1820), Recanati, Casa-Museo Leopardi)

Truinas, de Jaccottet

La página literaria 'La nube habitada' publica Truinas, un breve pero intenso libro de Philippe Jaccottet traducido por Rafael-José Díaz. "Se trata -cuenta el poeta canario- de una evocación de su amigo el poeta André du Bouchet a raíz de la muerte de este y de los rituales funerarios celebrados en su lugar de residencia, Truinas, no lejos de Grignan, donde vive Jaccottet".
El texto va ilustrado con dibujos de Anxo Pastor, que coordina la citada página.

30.1.12

Bloom, poesía e influencias

"Mi favorito es Cernuda. No sé por qué hay críticos españoles que no le aprecian. Para mí es uno de los dos mejores en lengua española del XX; es el poeta de poetas, increíblemente refinado".
"El gran poeta español es Góngora. Con él, los otros grandes exponentes del barroco, Lope de Vega, Calderón, Quevedo, crean un grupo de literatura tan poderosa y rica que combinado con el mayor genio de todos, Cervantes, producen un efecto abrumador en todos estos escritores de lengua española del XX".
"En realidad lo que yo llamo influencia es amor literario. Amor entre escritores pasados y futuros. La presencia del amor es vital para entender lo maravillosamente que funciona la literatura".

De El Cultural

29.1.12

GHB: popurrí

"No sé si he perdido fe en las posibilidades de la palabra, pero sí creo que a menudo el lenguaje es insuficiente, a veces por su malversación, a veces por sus carencias. De ahí la importancia de la literatura y de ahí su necesidad".
"La verdad literaria es la verdad personal del sentimiento y la verdad personal del pensamiento, que son las que nos dan sentido como individuo. Decía Godard: “La fotografía es verdad, el cine es verdad 24 veces por segundo”. En ese aspecto es en el que puede decirse que la literatura es verdad, la verdad que permanece".
"Creo que la magnificación publicitaria, que es una tendencia casi infantil, termina volviéndose insignificante a fuerza de reincidencias y de hipérboles. Cuando todo es superlativo y supercomparativo, el grado más certero es el positivo: humilde y neutro. Siempre que me encuentro una frase de ese tipo, “uno de los mejores libros”, me gustaría saber cuáles son los otros cuatro o cinco libros mejores equivalentes, porque tiendo a pensar que es una comparación en el vacío, que es uno de los mejores libros, pero en sí mismo, sin otros similares, una suerte de “unus inter pares” pero sin “pares”, o sea, solo “unus”, menos numeral que indeterminado".
"Creo que la repercusión literaria de los premios, si la tienen, o es efímera o no es mérito del premio. He tenido la fortuna de contar con editores amigos, como Fernando Pérez o como Ángel Campos Pámpano y Manuel Vicente González y Del Oeste Ediciones. No aspiraba a más: el sosiego de la provincia y la fluidez editorial. Luego surgió Tusquets. Tanto mejor". 
Palabras de Gonzalo Hidalgo Bayal, de una conversación con Javier Morales Ortiz. 

28.1.12

El Cervantes de don Víctor

Cuando el PP lanzó la noticia de que habían propuesto a Vargas Llosa la dirección del Instituto Cervantes y éste, indirectamente, renunció a esa cartera, iba a haber comentado algo aquí; sin embargo, uno se dijo: deja esos asuntos elevados en manos de quien corresponda, que no eres tú, un poeta de provincias. Ayer, cuando escuché en RNE que el designado para el cargo era el académico, profesor y otrora crítico de poesía Víctor García de la Concha no pude por menos que alegrarme y ese contento es el que ahora quiero hacer público (un decir). Después de su paso por la dirección de la Real Academia Española, uno está seguro de que lo hará bien, si se me permite la humilde opinión.

27.1.12

Hoy en Plasencia

Hoy viernes, 27 de enero, a las 20.00 horas, en el Centro Cultural Las Claras (Sala de Artesonado), el alcalde, Fernando Pizarro García-Polo, impartirá una conferencia sobre el músico placentino Manuel García-Matos, dentro de los actos conmemorativos del centenario de su nacimiento.
A la misma hora, en la Sala Verdugo, tendrá lugar la presentación del libro Lisboa (Editora Regional de Extremadura), de Javier Morales Ortiz a cargo de Juan Ramón Santos.
Media hora después, en el Teatro Alkázar, se representará la obra de teatro "El deleitoso y otras delicias", de Guirigai Teatro.
¡Quién dijo miedo!

26.1.12

Colinas ensaya

Antonio Colinas es uno de los autores más completos y prolíficos de su generación, la del 70. Poeta, traductor, ensayista, biógrafo, narrador... Ha tocado casi todos los palos literarios y, además, bien. La Isla de Siltolá, que está a la que salta, acaba de publicar, en su colección Inklings de Siltolá, Nuevos ensayos en libertad, donde Colinas reúne un poco de todo: un bonito texto sobre el simbólico olivo, un viaje a Pompeya y Herculano (con su amado Leopardi al fondo), reflexiones sobre el paisaje y el despoblado territorio de su Noroeste del alma y ensayos (propiamente dichos) sobre el citado poeta de Recanati, Juan Ramón, Rilke o Pablo García Baena (con la omnipresencia de Córdoba, la ciudad donde el adolescente que fue descubrió la poesía). Añadiremos a la lista una consideración sobre el arte de traducir (en clave personal); la "Carta a un joven lector de poesía", que abre su antología Nuestra poesía en el tiempo, editada por Siruela en 2009; un hermosa meditación sobre su propio quehacer poético (siete poemas para cuatro tiempos creativos), y, por fin, el sugerente prólogo que escribió para su poesía completa.
Los lectores de Colinas encontrarán en esta nueva entrega sobradas razones para perseverar en la lealtad. Quienes no, la excusa perfecta para explorar una de las poéticas más fértiles de este tiempo.

25.1.12

Garzón

Podría parafrasear a Marianne Moore, aquello de "a mí tampoco me gusta. Pero...". Ella se refería a la poesía, yo a Garzón. Con todo, dejando atrás otras consideraciones, uno está de su parte. Lo ha expresado muy bien Soledad Gallego-Díaz, con la claridad que suele, en "Algo que cualquiera puede ver". No hay derecho, nunca mejor dicho.

24.1.12

Géiser

Ayer llegó un sobre de la Editora. Hacía tiempo. Aunque mi amigo Cumbreño la diera por muerta, sigue viva. En estado latente, es verdad, pero continúa publicando libros de la etapa del director, que cesó hace casi un año. A la espera de que, por fin, llegue el que anuncian (el rumor, ay, se desvanece), sobrevive a duras penas y, además, cambia de domicilio. Ya tuve que sufrir una mudanza (de su bonita sede en Manos Albas a la horrible y bancaria de Almendralejo) y sé lo que eso significa. Cualquiera que tenga muchos libros en casa lo sabe. En fin. Vuelvo al sobre y al libro que venía dentro. Por sorpresa, de la colección de poesía que, por cierto, tan parada ha estado estos últimos años. Con todo, hace poco apareció Continuo mudar, de Luis María Marina, un libro curioso e interesante, y anuncian una antología de Santos Domínguez.
El nombre de la autora de Géiser, Carmen Hernández Zurbano, no me sonaba de nada. En la solapa se explica que nació en Salamanca en el 76, que vivió su infancia y adolescencia en Extremadura y que aquí trabaja como pediatra. Es su primer libro. No lo parece. Escrito de una forma directa, con poca literatura (en el mal sentido del término), sin mayúsculas ni signos de puntuación, poco pendiente de formalismos, sus versos son cortantes, acerados, cercanos y, sobre todo, frescos. "soy una Carson McCullers / sin talento", dice en el primer poema.
Pocas veces ha leído uno poemas escritos aquí, en sitios de aquí, con nombres de aquí, que ofrezcan una imagen tan diferente de aquí. Iba a decir tan "moderna", pero ¿qué demonios significa a estas alturas eso? Y, sin embargo, no parece escrito por alguien de aquí. Perfecto.
Sin retórica, con lucidez, esta mujer (creo que eso se nota mucho al leer) demuestra con su ópera prima que hay poeta y, lo que importa más, que en Géiser hay poemas. Si para algo sirve haber vivido no pocos años ya y haber leído algunos libros es para detectar dónde está el gato y dónde la liebre. Un poema como "gran café" -y como ése hay bastantes- no lo escribe cualquiera. Los aficionados a las estadísticas pueden certificar la entrada en la lista de otra poeta. Qué bien. A los Víctor les va a gustar.

23.1.12

Cuatro piezas breves

Adagio
En quien carece de coherencia poética es previsible la incoherencia política.

Desconexión
Al parecer ella le amaba, pero él entendía todo lo contrario.

Duda
Aquel hombre dudaba si era un simple desgraciado o -lo que le parecía peor- sencillamente un gafe.

Colmo 
El colmo del aprensivo: soñar que está enfermo.

22.1.12

Del Dedo

Conocimos a Ignacio del Dedo en el colegio "Ramón Cepeda" de Jerte, allá por la segunda mitad de la pasada década de los ochenta. Es uno de los maestros más creativos con los que uno se ha cruzado, además de una de las personas más interesantes y con mejor sentido del humor que uno ha conocido en su vida. Inquieto, curioso, capaz, lo mismo interpretaba una canción a la guitarra que escribía un cuento. La Editora publicó en 2007 un libro suyo dentro de la colección Vincapervinca: Pozos del silencio.
Ignacio había sido alumno de José María Valverde en la Universidad de Barcelona, donde se licenció en Filosofía, y a uno le gustaba escuchar anécdotas de aquellas clases. Aficionado a los ordenadores desde que aparecieron por nuestras casas, es máster en Informática Educativa por la UNED. Estos últimos años ha sido el responsable del Taller de relato y poesía de Jaraíz de la Vera, localidad donde reside y trabaja, como asesor del CPR.
Casado con Virginia, maestra de Infantil, cuando nos encontramos tenían un hijo, Abel. Llegó el siguiente pronto, al que, machadianamente, le pusieron Martín. Algunas mañanas, eso sí, tras una mala noche, le llamaba de broma Caín. Pues bien, su orgulloso padre me escribe para comentarme que Martín es el Mojamé de la derecha, el que toca la trompeta, en un vídeo que adjunta. Se trata del grupo Pyramid Blue y está grabado con motivo de su paso por Los Conciertos de Radio 3. Una alegría.

21.1.12

Irene

Juan Domingo Fernández conversa, largo y tendido, con la poeta Irene Sánchez Carrón en Zona de paso. En papel, mucho más.

Caminata

                    a A. R. Ammons

Salgo a caminar temprano
y recorro por enésima ocasión
el mismo circuito de avenidas, calles y camellones:
miro con tristeza los árboles salvajemente podados
y constato que están vivos:
una ramita con hojas tiernas ondea en el viento

rodeo la enorme pila de hojas secas y cruzo el puente:
el sol ilumina mi rostro
el aire es fresco
y los cantos y los gritos de las aves
puntean el espacio
como los árboles puntean el paisaje todavía muy verde:
pinos, fresnos, eucaliptos
pirús, jacarandas, colorines, casuarinas
floreciendo algunos
simplemente verdes los más
a pesar de que es tiempo de secas

y aunque hay basura por todas partes
el paseo me sigue resultando
no solo necesario, sino agradable:
dos tórtolas juguetean en el prado, se persiguen, aletean
y parecen pelear pero no se separan
mientras otras pican la hierba minuciosamente

las sombras en los muros
dibujan con precisión los árboles que las anteceden
y los perros ociosos les ladran
a mis pasos y a mi sombra:
sé que lo que pasa fuera pasa dentro
y que esta caminata escrita
lo mismo es un retrato que una biografía. ~

Alberto Blanco,
publicado en Letras Libres.

20.1.12

Puntualización

Nuestra memoria histórica, Miguel Ángel Lama, me escribe para confirmar mi error. García Posada nunca llegó a formar parte de los jurados de los desaparecidos premios Extremadura a la Creación. Sí me consta, nos consta, que se intentó que así fuera y que esa gestión tuvo que hacerla Fernando Pérez.
También me confirma lo que no me atreví a decir: que las jornadas de Cáceres se celebraron para conmemorar el décimo aniversario de la publicación de la antología Abierto al aire, que preparamos para la Editora Ángel Campos y yo, lo que motivó la enérgica protesta de uno de nuestros más conspicuos poetas, ya que, según él, era menos importante que otro florilegio reciente: Jóvenes poetas en el Aula, de Ángel Sánchez Pascual, publicado un año antes.
Es más, Lama conserva en su archivo un soneto que escribimos entre varios en una de las divertidas comidas que tuvimos. Me acuerdo perfectamente de la cara de sorpresa de García Posada observando las carcajadas de aquellos proyectos de poetas. ¡Qué tiempos!

19.1.12

Tempero

Así se titula el libro de Fermín Herrero que publica Hiperión (a pesar de los comentarios que me llegan, resiste) y que, según el diccionario, significa "sazón y buena disposición en que se halla la tierra para las sementeras y labores". No sé la tierra, pero Herrero sí estaba en ésas cuando escribió los poemas que lo componen. Poemas, por cierto, que uno ya conocía, aunque no en su actual forma impresa, porque tuvo ocasión de leerlos en un certamen que no ganó (al final se llevaron el "Alfons el Magnànim" de Valencia). Eso quiere decir, por volver sobre el aforismo de Juan Ramón, que el libro era o es otro y que prefiero éste, tan sobrio por fuera como por dentro, con las bonitas encinas de Arrechea en la cubierta. 
No, en su momento no se abrió la plica ni el autor, que no sabía de mi presencia en el jurado, me envió aviso alguno. Abrí el mecanoscrito, leí y dije: esto es de Fermín Herrero. Tan personal es lo suyo, tan diferente a lo del resto. Tan fácil señalarlo como propio. En Tempero acaso se note aún más. Supongo que la madurez es eso, salvo para quienes gustan de cambiar de voz (o eso quisieran; tenerla, digo) en cada nueva entrega o para los que se empeñan, a deshora, en estar a la moda de leche, cacao, avellanas y azúcar. Éste no es el caso. Al revés. Aquí no se camina hacia fuera, sino hacia dentro. Por las tierras altas de Castilla, por el alma de ese paisaje eterno. En Ausejo de la Sierra nació el poeta y a Soria vuelve una y otra vez, como demuestra Tempero, un libro donde el campo (la naturaleza) se hace palabra; machadiana palabra, claro, en el tiempo. "El asombro de ayer, idéntico / asombro, el de mañana". Y allí, un mundo que se fue. O, mejor, que se habría ido si él no lo hubiera sujetado con versos tan despojados como las parameras que frecuenta, tan libres como sus montañas desoladas, tan fríos e intensos como la nieve que cae desde el pasado y tiñe de blanca melancolía su presente. Climas, podría haberse titulado la obra. Los que transita a través de las estaciones con esa sabiduría antigua ("entre orientales y castellanos" define a sus versos) y campesina que le singulariza. Y siempre a la intemperie. Con "mis metafísicas", pero limpio, él y sus poemas, "de polvo y paja". 
Herrero pertenece a la estirpe de los paseantes: "Un paseo, una vida", escribe. A la de Claudio Rodríguez, castellano esencial como él y, como Herrero, maestro del encabalgamiento. O como su amigo Jiménez Lozano, con cuya sencillez poética (tan difícil) comulga. 
Al leer estos poemas uno piensa en miniaturas, en pequeñas acuarelas, de tan sutiles. Y, a pesar de su gravedad, en el mejor y más hondo sentido, de la tristeza que flota sobre ellos como la niebla persistente del invierno ("en el dolor no hay nadie"), de la "añoranza" o la "nostalgia" o la "desolación" ("estamos hechos de miedo") que se cuela por puertas y ventanas, la serenidad lo impregna todo, quizás porque, como escribe, "la belleza / es tranquila". Sí, la suya es una poética de la humildad, de la pobreza entendida como decir esencial, de lo austero. 
"Pero lo que fui, soy", confiesa en un verso. Hay una fidelidad a los orígenes insoslayable, de ahí que no pueda por menos que hacer alusión al "pueblo del que nunca salí". 
Son muchas las sorpresas que depara este libro a contracorriente. Poemas como "Amarte como nunca", por ejemplo, delicadamente amoroso. Lejos, como todo aquí, del tópico.
Libro de otro tiempo y, por eso, de todos. De cuando las palabras, por usar un verso suyo, "no estaban lastimadas". Libro que colma al lector, a pesar de que anuncie: "Todo está por decir".

18.1.12

En la muerte de García Posada.

Recuerdo mis primeras lecturas de las reseñas que Miguel García Posada publicaba en ABC Cultural a principio de los ochenta. Una en especial, la de La roca, el libro de Sánchez Robayna. Por entonces defendía esa poética del silencio que poco después dejó de considerar prioritaria. Fue, sin duda, uno de los mayores defensores, junto a José Luis García Martín, de la denominada "poesía de la experiencia", durante años tendencia dominante de la poesía española. Pero no sólo. Quiero decir, y puedo ponerme a modo de ejemplo, que también apoyó otras poéticas más o menos distantes de aquélla. Contó con mis poemas, pongo por caso, para la antología La nueva poesía española (1975-1992) que publicó en 1996 la editorial Crítica dentro de la colección Páginas de Biblioteca Clásica, que dirigía Francisco Rico. Ese mismo año me invitó a participar en un ciclo organizado por Luis Alberto de Cuenca y él en la Residencia de Estudiantes. Leí con Fernando Lanzas, que luego llegó a ser director general del Libro y Bibliotecas en sustitución de Fernando Rodríguez Lafuente. Con todo, lo más importante para mí es que se ocupó de mis libros en los suplementos culturales y de sus reseñas, razonables y ponderadas, aprendí siempre. Aplicó a mi poesía, en sus acepciones amables, un adjetivo que no he olvidado: "grave". Me gusta que así se la considere.
Estuvo en Cáceres (donde vivía una hermana suya), allá por los noventa, en unas jornadas de poesía joven que organizó Teófilo González Porras y, creo recordar, como jurado, en alguna edición de los premios Extremadura a la Creación. Me corregirá, si me equivoco, Miguel Ángel Lama.
La última que vi a García Posada fue en Madrid, en la presentación de mi primera y penúltima novela. Era el año 2000. Asistió a la comida por sorpresa. Todo un detalle por su parte. Después de las palabras de Rosa Regás, que fue quien más hizo porque se publicara y por eso la presentó, ya en los postres, participó en el pequeño coloquio. Ya estaba, según creo, enfermo. Lo comprendí más tarde, cuando me dijeron que padecía Parkinson. Me acordé de cuánto le costaba coger el vaso de cocacola que tomaba, pero era demasiado joven entonces para que uno asociara ese hecho a mal alguno.
Leí sus libros de memorias, nunca los de poesía, publicados a última hora, aunque su primera obra impresa fuera también lírica. Me daba no sé qué. No quería mezclar al crítico que respetaba con el poeta que no sabía si me iba a convencer. Ahora ya podré hacerlo.
Hacía tiempo que echaba de menos sus reflexiones escritas. Ya sabemos, ay, que no volverán.

García Posada

Y ahora él. ¡Vaya racha! Lo cuentan el ABC y El País, dos periódicos donde dejó su impronta como crítico literario y articulista. Volveré más despacio sobre este hombre que me apoyó tanto.

Un encuentro

Me encuentro con R. Va con uno de sus nietos. Nos saludamos con el afecto de siempre. No te ha pillado la nieve en Salamanca, le digo. No, pero vine ayer y al pasar por Béjar... Oye, me he enterado de que te han dedicado un zaguán, me dice. Sí, le sigo, nos han dedicado, y recalco el plural. A Gonzalo y a mí, añado. Luego me cuenta que a un escritor le preguntaron si tenía calle en Salamanca a lo que éste respondió que casa sí, pero que calle...

17.1.12

Pujol

Jordi Doce me anuncia que ha muerto el poeta Carlos Pujol. Una pena.

Lectura dominical

No soy de los que leen los periódicos de cabo a rabo, ni ahora ni nunca. Son muchas las páginas que paso tras un simple vistazo a los titulares. Las de deportes, ni eso. Compro la prensa de papel los fines de semana (tres periódicos los sábados y dos los domingos) y leo a diario el regional Hoy. El resto de la semana, además de esos dos días, doy un buen repaso a los diarios en internet. De hecho lo primero que hago al levantarme, tras pasar por el baño, es leer las secciones de cultura, la local y la regional del Hoy y las mismas de El Periódico Extremadura; luego, El País (Cultura, Inicio y España, en este orden) y algún que otro medio, pero sólo sus secciones culturales. Reconozco, eso sí, que el Hoy del domingo me gusta especialmente. Para empezar, su nueva sección "La bombonera", de cotilleo político. Anteayer aparecía por allí una de las personas más grises de la política local (que llegó, claro, a concejala de cultura), abocada, al parecer, a presentarse contra su voluntad (?) en una de las listas a las elecciones para delegados al próximo congreso del PSOE; un comentario que anunciaba lo que se descubría unas páginas más adelante: que la mencionada asamblea fue un desastre solamente comparable al que arrastra y va a seguir arrastrando ese partido donde abundan los impostores que se dicen socialistas y basta con ver quiénes cortan o quieren cortar o siguen cortando el bacalao para saberlo. En Plasencia, además nos las gastamos así; basta recordar lo que le pasó al PP hace, como quien dice, cuatro días (¿o es Díaz?). ¡Qué ciudad!
Después de leer la columna de Manuela Martín, siempre ponderada, y el perfil del nuevo director de la Filmoteca de Extremadura (Gil Aparicio releva a Paco Rebollo casi un año después), llegué a la entrevista dominical de J. A. Alonso de la Torre que en su sección Mira quién habla, tan propensa a los personajes excéntricos, conversaba con un pintor chinato, Vicente Manzano, que, por cierto, hacía un pertinente elogio de Ortega Muñoz y comentaba otras cosas también dignas de consideración. Vamos que esta vez, como otras (recuerdo ahora la entrevista con otra pintora natural de Malpartida de Plasencia, María Jesús Manzanares), no era un friqui el protagonista.
Entre las necrológicas había una muy triste de un poeta residente en Badajoz escrita por otra poeta también residente en la ciudad del Guadiana, que, como suele pasar, hablaba más de él que del fallecido y aprovechaba la ocasión, algo usual en el género, para denunciar lo mal que les han tratado los otros poetas y los críticos y las autoridades y el mundo en general a los dos, algo que en el caso de su amigo ya no tendrá remedio. Daba mucha lástima, sí.
Pero lo mejor estaba aún por llegar. Para Poesía, la de uno de mis vates favoritos, que publicaba un florido y disparatado artículo sobre Zafra digno de su elevada pluma, que, en mi modesta opinión, esa culta y hermosa ciudad no se merece. Empezaba: "no quiero hoy pararme en la prosa repicada de recortes y déficit, sino empuñar la lira porque yo también creo que a los pueblos los mueve la poesía. Abro pues el pregón o sonata, para contar que las cinturas de los torreones de su castillo, acusan las lumbalgias de siglos y han sido remendados con ortopédicos zunchos para que las barrigas aguanten la gravedad pétrea y el peso de los años que a su vejez alcanza. El resplandor virginal se ensancha y en la hora temprana, descansan los ruidos, solo un zigzagueo con sordina emiten esos paraguas bíblicos que son las palmeras, con sus brazos abiertos a la postal que engancha". Ni Asurancetúrix. Como diría el otro, apaga y vámonos.

16.1.12

"Grosso modo", de Artieta

No tenía uno noticias de la existencia del poeta Fernando López de Artieta. Se conoce que no vi aquél programa televisivo de Sánchez Dragó en el que, al parecer, Román Piña habló de él en presencia de Luis Alberto de Cuenca.
Madrileño del 86, fue Premio de Arte Joven de la Comunidad de Madrid con Jugar en serio, es arquitecto y "sobrevive" en su ciudad natal. Sin embargo, esta vez ha sido en Sevilla, capital a la que le vinculan algunas amistades (Abel Feu, entre ellas, a quien dedica el libro) y su actual editor, Javier Sánchez, de La Isla de Siltolá.
Tras leer sus poemas, uno puede asegurar que Artieta sigue jugando en serio con la poesía o, lo que viene a ser lo mismo, con la vida. El desparpajo, el humor, la ironía y hasta el cinismo (a ratos) que gasta el autor de Grosso modo no impiden comprobar que detrás de esa máscara de poeta maldito y fracasado hay un hombre como todos que siente y que padece; alguien que sabe de sobra que la vida va en serio y, más allá, que se toma aún más en serio de lo que acaso quisiera ese peligroso juego de hacer versos, por volver a citar a Gil de Biedma. Por eso se ríe ante todo de sí mismo, si bien por sus enumeraciones caóticas pasan o pasamos casi todos.
Ligados a una línea de larga tradición en la poesía española, los poemas desenfadados y humorísticos de Artieta nos sirven para descansar de asuntos más serios y de poesías más graves. (O no, según se lea.) Lo mismo le pasará, supongo, a Jaime Gª-Maíquez, "compañero de esta broma ortónima que siguen sin creerse los más listos de la clase", según la dedicatoria del poema "Mierda de Artista", el verdadero autor de estos divertidos pero descarnados versos.

15.1.12

Versión Original, 200

Ayer se presentó en Cáceres el número 200 de la revista de cine Versión Original. El número que conmemora ese hecho feliz tiene 150 páginas y un montón de colaboraciones de escritores, críticos aficionados y cinéfilos en general que responden a una pregunta formulada por los editores, los hermanos Paco y Tinti Rebollo y Javier Remedio, impulsores de la fundación Re Bross (organizadora del Festival de Cine Solidario), acerca de la película favorita de tu vida, esa que te resulta inolvidable. Por eso han titulado la muestra: "Mi película".
Me he alegrado de ver entre los colaboradores a amigos que escriben, como Irene Sánchez, Miguel Ángel Lama, Álex Chico, José Antonio Zambrano, José Antonio Llera, Antonio Trinidad, Basilio Sánchez o Manuel Neila. También es muy ilustrativo comprobar qué película selecciona cada cual. Y leer a alguno de ellos (Basilio, Zambrano) "por extenso" y no como acostumbran. Uno, sin embargo, ha mantenido la pobre llama de la poesía publicando un poema, el único del volumen. Lo cuento en una nota que se publica con él: 
Este poema forma parte de uno de mis libros, A debida distancia (Madrid, Hiperión, 1993). Allí su título era “Elegía”, aunque llevaba años esperando la ocasión de ponerle el que debió llevar desde el principio: “Viaje a Italia”. Ésta ha llegado de la mano de V. O. Sí, cuando Paco Rebollo me pidió que colaborara en el extraordinario número 200 de la revista y que lo hiciera comentando “Mi película”, la de mi vida, tras la confusión inicial (¿cómo elegir sólo una?, ¿cuál?) enseguida pensé en este poema, en los modestos versos que escribí para intentar expresar el asombro que me produjo la visión de Viaggio in Italia, de Roberto Rossellini, protagonizada por Ingrid Bergman y George Sanders, que aquí titularon, qué imaginación, Te querré siempre.
Como suele ocurrir con las cosas de verdad importantes, me topé con la película de improviso, cuando en televisión aún era posible encontrarse con joyas del cine, noche sí y noche también, sin tener que pagar por ello.
No es, claro está, la mejor película del mundo ni, a buen seguro, la mejor que uno haya visto, pero es una de las que forman parte de mi educación sentimental, donde lo cinematográfico es inevitable.
La obra de Rossellini aúna, entre otras muchas cosas, asuntos tan delicados como el amor y la poesía y, para colmo, tiene lugar en medio de un paisaje fascinante que Yolanda y yo habíamos visitado en un inolvidable viaje a Nápoles.

99 morerías

Así denomina el inquieto Elías Moro a los aforismos o greguerías (no en vano el conjunto va encabezado con una cita de Ramón Gómez de la Serna) reunidos en un librito publicado artesanalmente en Mérida que lleva en la cubierta una ilustración de Juan Carlos Mestre. Antón Castro da cuenta de su aparición en su interesante blog y, de paso, recoge algunas. Y Marchamalo y Rivero Taravillo

14.1.12

La lista de Valls

Como cada año por estas fechas, Fernando Valls pregunta a un puñado de críticos, como él, por lo mejores libros del año (pasado). La lista ya está en su blog. Y no falta en ella Conversación.

Lobo Antunes en Babelia

Me adelanté por unas horas a Babelia. A la entrevista que hace al novelista portugués Antonio Jiménez Barca y a la reseña de ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar?, que firma Francisco Solano. Sea.

13.1.12

Lobo Antunes por Sáez

 Ya comentamos aquí en su día que Antonio Sáez tenía entre manos las versiones de dos de los últimos libros de António Lobo Antunes porque iba a sustituir en Mondadori al desaparecido Mario Merlino en la exigente tarea de verter al español la obra del escritor portugués. Acaba de aparecer una de ellas, ¿Qué caballos son aquellos que hacen sombra en el mar? 340 páginas donde se narra la historia de una gran familia ganadera venida a menos, dice en la contracubierta. Al fondo, el mundo de los toros. De hecho, los siete capítulos que la componen llevan términos taurinos. Y en la forma, unas palabras del autor tan inquietantes como todo lo suyo: "Yo quería escribir una novela a la manera clásica, que destruyese todas las novelas hechas de esa manera". Pasen y lean.

¿Corrupción lírica?

Hace veinte años que no me presento a un premio de poesía. Sigo, como mero y circunstancial espectador, a debida distancia, el extenso panorama galardonístico patrio y, a veces, me congratulo con tal o cual premio (por el libro, por el poeta) y otras, no pocas, me hago cruces por el desatino del jurado y, lo que es peor, por la evidencia de fraude a la hora de concederlo. En el pequeño patio de la poesía española nos conocemos casi todos y es muy sencillo advertir a la legua el camelo. De dos o tres he sido presuntamente consciente en estos últimos meses. Eso sí, escarmentado como estoy, sólo en presencia de un abogado confesaría cuáles y a quiénes. Por suerte, ninguno de ellos tiene que ver conmigo. Quiero decir que en ningún caso -ni antes ni ahora ni nunca- he formado parte de un jurado donde se fuera, digamos, a tiro hecho; donde el premio ya estuviera dado de antemano, como ocurre tantas veces, lo que dice mucho de mis compañeros de tribunal y de los editores que se hacían cargo de los libros premiados. Ya quisiera uno que siempre se actuara así. Por los buenos libros que se quedan en el camino y por los honrados poetas que intentan publicarlos (y llevarse, de paso, unos euros). Sí, de cínicos, tramposos, amiguetes y cazapremios estamos sobrados. También de poetas de sobra acreditados que repiten jugada sin un ápice de autocrítica. Por no hablar de los que van de malditos pero no pierden comba. En fin, un asunto eterno sobre el que vuelve, por cierto, un nada complaciente Martín López-Vega en su blog. Ay, Jesús, si se pusiera el asunto en manos de la fiscalía anticorrupción.

12.1.12

El Puente Nuevo

ASO, esto es, el periodista Antonio Sánchez-Ocaña, vuelve de vez en cuando sobre asuntos históricos placentinos que sólo su sensibilidad salva de la temible rodillo de lo actual. Así, en este estupendo reportaje realizado con motivo del 500 aniversario del Puente... Nuevo. ¿Quién necesita una novela histórica?

11.1.12

Relatos de un transhumante


















A mediados de diciembre, Manuel Vicente González (Puente Castro, 1953), más conocido en medio futbolísticos y literarios como Manolo "Cerebro" González, un leonés que se vino a vivir a Extremadura, publicó en el diario Hoy un artículo que era en realidad un cuento. Se titulaba "Miedo a perder". Le escribí de inmediato para expresarle mi enhorabuena por lo que me pareció un texto excelente. Aquello debió ser una señal. He leído con el mismo placer Relatos de un transhumante (Del Oeste Ediciones), donde reúne ocho piezas marcadas por una misma circunstancia, como indica el autor al principio de la obra: "ni siquiera en mis novelas (la última, por cierto, Regreso a Vadinia, Editora Regional de Extremadura) fui capaz de entrometerme en cuestiones inapropiadas, en personajes que no me hubiesen concernido, ya fuera en lo que se refiere a situaciones personales, ya como resultado de la observación de cuanto me rodea". Así, un accidente de tráfico (¿con el BMW de la empresa?, que diría Angelito), un desfile de Moros y Cristianos en Alcoy (a caballo, antes de la operación de cadera), las relaciones de un hijo maduro con su madre mayor (que me ha recordado situaciones personales), las peripecias de un contador de historias (lo que querría ser, sobre todo, cualquier narrador), las desgracias de Naricina (una historia de la oscura provincia, muy pacense), el despido de Saúl Olúas (el personaje de Hidalgo Bayal que sirve, al que fuera su editor, para homenajear al autor de El espíritu áspero) dan forma a este libro tan singular como MVG, un escritor cada vez más consistente.
A pesar de que todos los cuentos coinciden con situaciones penosas, Relatos de un transhumante se lee con una permanente sonrisa en los labios. No, sentido del humor e ironía no faltan.
Ah, no me extraña que a la mujer de su amigo Julio Llamazares le costara escuchar el relato oral del último cuento del libro, que ahora le dedica. Confieso que he sido incapaz de leer "El intruso". ¡Me dan demasiado asco las ratas!

10.1.12

Listas y tontos

No he comentado nada de las listas de los mejores libros del año (pasado) que los suplementos culturales de los principales diarios nacionales han publicado aquí atrás. Para qué: se explican solas. Me he alegrado por algunas menciones y me he sorprendido por otras, nada nuevo tampoco. Que los críticos de El Cultural y de Babelia destaquen Conversación, de Gonzalo Hidalgo Bayal, me parece lógico, lo extraño es que ABC Cultural no haya sacado una reseña del libro. Lo peor, con todo, sigue siendo, más allá de los presuntos intereses empresariales y de grupo, que los mencionados críticos antepongan, a los argumentos literarios -los propios de su oficio-, razones meramente amistosas. De otro modo no se explican según qué referencias. Si son profesionales, que se atengan a esas consecuencias y no a otras. Espurias, claro. Por lo demás, ¿quién ha leído todo lo que se ha editado en un año? Vamos, ¿para qué sirve esto? En fin, estaba mejor callado.

9.1.12

Vuelta al trabajo

"Reivindico esa labor, incluso social, del profesor de instituto, ya que creo que, junto con el maestro de enseñanza primaria, son piezas vitales de la educación de un país. Luego La Universidad tiene sus alicientes, pero no es comparable. El progreso en el conocimiento resulta enorme a esa edad. Usted toma a un alumno de diez años y lo devuelve a la sociedad con dieciocho, convertido en otra persona completamente distinta. ¡Cómo no va a ser apasionante ese trabajo!"
José Manuel Blecua, director de la Real Academia Española. En Turia, de una conversación con el periodista Juan Carlos Soriano.

8.1.12

Tres poetas: Jiménez, Peinado y Walias

He aprovechado las vacaciones para leer algunos libros que se me habían ido quedando atrás. Así, El tiempo entre los labios (Antología, 1984-2008), de Víctor Jiménez, que publicó, tan bien como siempre, Renacimiento en su distinguida colección Calle del Aire. Después de Al pie de la letra (un libro que no dejo de prestar), me quedé con ganas de conocer la poesía anterior de Jiménez. Entre mis muchas carencias lectoras, una menos y para bien. Aunque, como vengo repitiendo cada poco, solemos señalar como el libro más importante de un autor el primero de los suyos que leímos, no defrauda la poesía del poeta andaluz y me parece el complemento ideal, por su carácter selectivo y antológico, para hacerse una cabal idea de lo que ésta representa en el rico panorama patrio. Serena, melancólica, con un regusto clásico, de marcado tono elegíaco, escrita al hilo de la experiencia personal, cercana a una forma de decir que predominó en los ochenta, no deja de recordar la vieja definición de Machado: "La poesía es palabra esencial en el tiempo".
De Sevilla me llegó también La herrumbre herida (Devenir), del profesor y poeta Carlos Peinado Elliot, un libro áspero, esencial, sin concesiones y desgarrado que viene de otra órbita lírica, no en vano su autor es un especialista en la obra de Valente, a la que dedicó un interesante ensayo publicado en la revista Cauce bajo el título "La alteridad en Eliot y Valente: en torno a "Little Gidding" y El fulgor".
Dejo para el final, por aquello del orden alfabético, Arrojar piedras, de Javier Pérez Walias, que publica la sevillana Isla de Siltolá en su colección Vela de Gavia. De su libro anterior dimos cuenta aquí hace un par de años exactos. Aunque éste sigue la estela de aquél, para explicar el caso de JPW conviene aclarar antes que hay, entre otras muchas divisiones posibles, dos tipos de poetas. Los que se mantienen firmes en una determinada poética apenas logran alcanzar, más pronto o más tarde, lo que consideran su verdadera, señera voz; esto es, a los que se podría aplicar eso de que escriben "el mismo libro", y los que van cambiando a medida que pasan los años y las obras. Pérez Walias pertenece a la segunda fracción, por más que algunos gestos permanezcan en su poesía desde el principio. El Walias de Arrojar piedras es un poeta suelto, que gusta del verso libre, nada comprimido, expansivo, surrealizante, metafórico, imaginativo, en una línea cada vez más seguida (con Mestre a la cabeza), lo que no obsta para que se muestre dueño y señor de sus versos. Arrojar piedras da buena cuenta del talento poético del placentino, que, a tenor de lo leído, va a más. Y hablando de ir, precisamente a Sevilla me voy ahora.

7.1.12

La imprenta y Málaga

Hace poco, en una conversación con mi paisano Javier Pérez Walias, apareció el nombre de un viejo conocido, Rafael Inglada, entre otras cosas, poeta, tipógrafo, investigador e impresor malagueño que por entonces me tenía anonadado por su reciente edición de Gerardo Diego en ABC. Al hilo de mis palabras, Javier sacó a relucir otro trabajo suyo que uno desconocía y me prometió un ejemplar. ¡Y menudo ejemplar! Recogí en Óptica Vegas málaga, 1901-2000: un siglo de creación impresa (así, con minúsculas), publicado en 2009 por el Centro de Ediciones de la Diputación de Málaga (CEDMA). Centro Cultural Generación del 27. 500 páginas mayúsculas dedicadas a la cordial relación entre la imprenta y Málaga; un estudio al que Inglada dedicó ocho años de arduo trabajo (el prólogo está fechado entre 2000 y 2008) y toda una vida de pasión por los libros, las plaquettes, las revistas y todo tipo, ya se dijo, de creaciones impresas que hacen de la Ciudad del Paraíso, como la denominó Vicente Aleixandre, un hito en lo que a la edición en España, y en español, se refiere. No descubro, bien lo sé, nada nuevo, pero sólo al ir pasando las páginas de esta monumental obra se da uno cuenta del verdadero alcance de esa proeza. Y casi siempre es la pobre poesía la protagonista, lo que hace aún más meritoria la hazaña.
Lejos de haber leído todos los textos que componen el libro (donde colaboran otros escritores, profesores y estudiosos), sí puedo subrayar "Breve autobiografía editorial", donde el propio Inglada, al dar cuenta de su vocación, explica a las claras de dónde esta titánica tarea.
La Imprenta Sur, JRJ, el 27 en pleno, Prados y Altolaguirre, Canales y Muñoz Rojas, Fernández-Canivell, Rafael León, Caffarena, Amado y Litoral, así como los mil proyectos (editoriales, revistas, etc.) tanto públicos (de la Diputación Provincial, el Ateneo, la Universidad, el Ayuntamiento...) como privados (la lista es interminable) hacen de Málaga algo único.
Se acerca uno temeroso al imponente Índice onomástico y se busca entre tantos y tantos nombres de letraheridos con la sospecha, casi convencimiento, de que no figurar en él demuestre lo poco que uno vale poéticamente hablando. Mencionado siquiera una vez (y por algo que había olvidado), vuelve uno confortado a lo que importa: la hermosa memoria de un puñado de malagueños, amantes de los libros, que se figuraron el Paraíso bajo la especie de una imprenta.

6.1.12

Elogio del caminar

Así ha traducido Hugo Castignani Éloge de la marche, una nueva entrega de la colección La Biblioteca Azul, serie mínima (le encanta a uno, ya se ve, lo minúsculo), de Siruela, un libro del antropólogo y profesor de la universidad de Estrasburgo David Le Breton que no debería perderse ningún caminante, de paseos o de marchas, urbano o campestre, peregrino o laico, montañero o simple senderista. Es, sin duda, una obra deliciosa que he leído, lápiz en mano, con un ojo en la página y el otro imaginando o recordando lo que uno anduvo, que no ha sido poco. Dividido en capítulos cortos, Le Breton añade a sus propias reflexiones y experiencias las de otros muchos "compañeros de ruta", como los denomina en la interesante y bien nutrida bibliografía que aparece al final del librito. De Rousseau a Benjamin, de Bashô a Stevenson, de Chatwin a Leigh Fermor, de Matthiessen a Thoreau. Entre ellos, dos españoles: Cela (por su Alcarria) y Llamazares. Echa uno en falta a Lanza del Vasto, por ejemplo, que peregrinó a pie hasta la India, o al "artista caminante" Hamish Fulton, pero por aquello de ponerse puntilloso. Barthes, que debió andar poco, dejó dicho: "es posible que caminar sea mitológicamente el gesto más trivial y por tanto el más humano". Aunque ahora no sea una actividad ordinaria, al menos en el mundo occidental, no cabe duda que ese método de conocimiento, de inmersión en el mundo y de meditación; ese modo de vida; esa experiencia sensorial total; esos rodeos que uno da al encuentro de sí mismo; esa forma de nostalgia o de resistencia; esa filosofía elemental, como lo define sucesivamente Le Breton, es la manera más humilde, pero también la más elevada, de ser hombre. Eso al menos siente uno, que camina o pasea cada día y en esa marcha, silenciosa y solitaria, encuentra, casi siempre, lo más placentero y enriquecedor de la jornada. Palabra de peatón.

5.1.12

Las confesiones de Portillo

Tristes, en El País, dentro de un reportaje de Rosana Torres, que tan bien conoce el Festival de Mérida, o lo que queda de él. Entre todos... Uno lee y luego se pregunta: ¿qué hacen bien estos políticos que nos han gobernado y nos gobiernan?

4.1.12

Leyendo en el Valle

Ayer huí temprano de casa y subí hasta la carretera de El Rebollar, en medio del Valle del Jerte. Desde una altura considerable, aprecié su belleza constante. Al fondo, las nieves (por fin) de las cumbres de Gredos. Enfrente, las montañas. Y algunos pueblos (Piornal, Valdastillas, Casas del Castañar...) envueltos en una sugerente neblina que subía desde el río. Y por todas partes otra, la del humo detenido de las hogueras de rastrojos que prendían por toda la sierra. Dentro del coche, al calor y la luz confortables de este enero del cambio climático, estuve leyendo. Terminé primero Una habitación en Holanda, de Pierre Bergounioux, que a pesar de su poca extensión me ha parecido apasionante. La Historia y Descartes no dan para menos. ¡Cuánto le hubiera gustado a mi amigo José Antonio Gabriel y Galán, autor de Descartes mentía! La concisión -esa virtud tan cartesiana- y la lucidez -que también iluminó el pensamiento del filósofo francés- de Bergounioux son encomiables. Como todo lo dicho en este librito lleno de enjundia. Estoy deseando leer Un poco de azul en el paisaje, editado, como éste, por Minúscula.
Luego entré en la poesía (que tan desdeñosa fue con Descartes) de la mano de Las voces derrotadas, lo último de Alejandro López Andrada. Se publicó hace ahora un año. Fue premio "Ciudad de Córdoba" en 2010 y está en el acreditado catálogo de Hiperión. Repaso, por cierto, en las solapas el palmarés y compruebo que ha dado mucho de sí. De lo que uno -ganador de la edición de 1993, hace casi veinte años (la primera vez que se llamó así, antes era Ricardo Molina)- se alegra. Precisamente los numerosos galardones de López Andrada, oscurecen un poco su obra, digna de una atención crítica que a ratos se le niega. Es lo que tiene ese confuso camino donde menudean los falsos poetas. No es su caso. Los poemas de Las voces derrotadas lo demuestran de sobra. Aunque la naturaleza de su natal Valle de los Pedroches no falta, el libro se funda en la memoria de una derrota diferida, la de la maldita Guerra Civil, que el autor, uno de los vencidos, ha vivido a través de otros: abuelos, padres, tíos... A éstos y a sus hijos, sus primos, dedica esta obra de marcado carácter moral y civil donde, sin embargo, no falta lo sustancial: la poesía. Quiero decir que más allá de ese tópico del fondo y la forma, de su presunta disolución en el poema (que vuelve a desempolvar en un ensayo muy oportuno José Cereijo en el último número de la revista Clarín), el ritmo, la música, las palabras, los encabalgamientos, las metáforas y, en fin, todo aquello que hace de los poemas lo que son está tan presente como los recuerdos y, más allá, las ideas donde todo eso se sustenta.
No es éste un libro más en la amplia bibliografía del cordobés, sino uno de los que justifican, por si ello fuera necesario, su condición de poeta. O eso creí entender mientras el sol de la mañana se extendía por el campo y me iluminaba a mí.

3.1.12

Azúa, Grecia y "El Archipiélago"

Puede que a alguien le interese leer "Perder lo que nunca fue nuestro", una reflexión de Félix de Azúa "en torno a la problemática (¿hipócrita?) relación entre Occidente y el ideal eterno de la vieja Hélade" con la nueva traducción del poema de Hölderlin, que comentamos anteayer aquí, al fondo.Yo que usted no me lo perdería.

En Víctor Jara

La otra mañana estuve, según costumbre, en la librería Víctor Jara de Salamanca. Miré las mesas de novedades, fatigué debidamente las estanterías, me subí a las escaleras (cada vez con más cuidado) para rebuscar en lo más alto, ojeé y hojeé... En la sección de Poesía, al lado del libro de Álex Chico, estaba medio escondida la antología Tenían 20 años y estaban locos. Comenté aquí algo sobre ella, aunque muy de soslayo, lo que no me impidió un buen pescozón, en forma de carta privada (que, por cierto, me ofrecí a publicar), por parte de una de las editoras concernidas. Se ve que la diplomacia no es lo mío. O que la susceptibilidad es más que un tópico del gremio. 
Confieso que me descolocó un poco que Martín López-Vega, un tipo con criterio (coincida o no con el tuyo), defendiera con tanto ahínco ese nuevo florilegio, pero... Túa Blesa, en El Cultural, fue menos efusivo. Pues bien, la tuve entre mis manos un rato, lo que me permitió comprobar algo en lo que uno, despistado como es, no había caído: que entre los poetas allí incluidos está María M. Bautista. Ese hecho me hizo reconsiderar en el acto mi ingrávida crítica a esa empresa lírica liderada por otra poeta, Luna Miguel, tan renombrada como la del reproche. Los de Nevsky Prospects anuncian prólogo suyo al frente de la Prosa completa de mi amada Anna Ajmátova. 
Los poemas de M. Bautista, cuatro o cinco, bastan para justificar que el libro, por lo demás muy bien editado por La Bella Varsovia, exista. Y seguro que no son los únicos dignos de tal nombre.  
Ah, leí por curiosidad los de Constantino Molina, lo que me permitió constatar que a este hombre de mil oficios le gusta provocar y sabe cómo hacerlo. 
Al final me fui con Una habitación en Holanda bajo el brazo. No, el frío salmantino no da para según qué experimentos.

2.1.12

El Archipiélago

Leí por primera vez el poema de Hölderlin en la modesta edición de Luis Díez del Corral (Adonais) y todavía no he olvidado esa sensación de estar ante algo grande. Muy grande. Desde entonces, el poeta alemán ha seguido acompañándome mientras iban cayendo otras torres que imaginé más altas.
Como ha dicho Jaime Siles, "no es que no hubiera buenas versiones poéticas de Hölderlin, que las hay: lo que faltaba era una forma de mentis linguaeque que, al optar por el hexámetro de cuño klopstockiano en que en su idioma se escribió, aportara una distinta tonalidad y colocatura, sorprendente en sus efectos acústicos y estéticos para el lector, y que tuviera la virtud de mostrar el punto de vista desde el que el autor lo entiende". Lo que traducido al lenguaje corriente viene a querer decir que la edición de El Archipiélago, que resaltaba el profesor y crítico como lo mejor del año poético en ABC Cultural, publicada por La Oficina en versión de Helena Cortés Gabaudan, con epílogo de Arturo Leyte y al cuidado formal de Joaquín Gallego, es extraordinaria en todos los sentidos: por la traducción en hexámetros, que suenan a gloria pura, y por el diseño del libro (las cubiertas, el papel, los tipos, las fotografías, etc.), que no hay kindler o e-book que se lo salte.
En "Versos para un mar con destino histórico", mucho más que un prólogo, Helena Cortés va desvelando todos los misterios y todas las claves de este extenso poema de 296 versos escrito en 1800 que gracias a ella ha dejado de ser "arqueología poética".
Grecia (a eso se refiere en rigor el título) es la protagonista absoluta de una obra épica (una epopeya "narrativa") que participa del himno (por el metro elegido) y de la elegía (por el resultado) lo que convierte a Hölderlin, por aquello de la mezcla de géneros, en un adelanto de la posmodernidad. Este "monumento a la Grecia clásica" fue de lo último que escribió el autor de Hiperión antes de ingresar en la locura. Su pretensión: "que Grecia acontezca durante el instante del poema". Porque muestra "el espacio de una desaparición", eso sólo puede ser dicho (y escuchado) en hexámetros.
Salamina es "centro y núcleo del poema". "Occidente, recuerda Cortés, nace en Salamina", cuando Grecia deja de mirar a Oriente. Esa famosa batalla marca el fin de la amenaza persa sobre el mundo griego. Todo lo verdaderamente griego sucede después. El Archipiélago es también un canto contra la tiranía y a favor de la democracia, lo que se vuelve a favor de su pervivencia y, por tanto, de su modernidad. Si esto no es clásico...
Aunque lo importante, o eso creo, es el poema y su novedosa, "purista" traducción, se agradecen las notas que van explicando sus momentos álgidos.
Arturo Leyte puntualiza, de ahí el título de su ensayo, que "el Poema no delimita una zona geográfica ni histórica, sino exclusivamente una zona poética".
Me quedo con el hexámetro final: "deja que al fin yo por siempre en tu fondo el silencio recuerde". Sublime.

1.1.12

Lisboa

El placentino Javier Morales Ortiz vuelve a publicar libro en la Editora Regional. Lisboa, su segunda obra, aparece en La Gaveta y los cinco relatos de que consta siguen dando la medida exigible a esa emblemática colección que, por cierto, creíamos extinta.