G. Steiner, La idea de Europa, p. 64.
30.10.05
Axiomas
G. Steiner, La idea de Europa, p. 64.
B. V. Carande
Steiner de nuevo
A veces, lo poco es mucho. Eso lo saben mejor que nadie los poetas.
28.10.05
Por ejemplo
Ya han conseguido que María Victoria Domínguez, cabeza de lista a las últimas elecciones municipales por el PP, abandone el partido. Lo que no me explico es cómo ha aguantado tanto. Lo de ser militante siempre me ha parecido algo digno de elogio. O de lástima, según se mire. Eso de la obediencia tiene un aire de voto religioso que me cuesta asimilar. El caso es que esta mujer ha dejado su grupo y, sin renunciar a su acta, se ha quedado en el ayuntamiento como concejala no adscrita.
Lo que ha sufrido sólo acierto a imaginarlo. Como casi todos los de aquí, he oído los lindos comentarios de sus otrora compañeros. En especial los que iba divulgando por ahí el que perdió, a su favor, el primer puesto. Insultos de barra de bar, no tenían otro alcance. Viscerales. Obscenamente machistas. No en vano acabó llevando a su antiguo partido a los tribunales por considerar ilegal esa decisión. Luego fundó otro (con el que se presentó a las citadas elecciones para mal de la derecha placentina), aunque ahora sea de nuevo miembro de aquél y con grado incluso de dirigente.
Quien, en última instancia, dio el visto bueno para que encabezara la candidatura es el que al final, indirectamente (para eso se inventaron los esbirros), le ha obligado a dimitir. Sigo admirando la capacidad de ese tipo para cambiar de planteamientos. Eso vale para el proyecto de refinería, para Plasencia y para cualquier cosa. Coherencia se llama esa figura.
Dije una vez, y lo mantengo, que Victoria podría haber sido una buena alcaldesa de esta ciudad. A pesar de su partido, por supuesto. Y digo de su partido, no de sus ideas. No creo que las de esta mujer -una abogada que ejerció como jueza- coincidan con la que tienen estos intransigentes salvapatrias que han ido perdiendo por el camino cualquier atisbo de sano y sensato liberalismo.
Sigue lloviendo
Zaga
24.10.05
Ibero
Ahora con lo del Estatut está que arde. Normal.
Lo conocí gracias a Fernando Pérez. Es, por cierto, un excelente traductor al que se deben algunas obras notables, sobre todo relacionadas con el arte. No sería extraño que tuvieran en su biblioteca algún libro que haya traducido.
Si me acuerdo tanto de él es porque muchas de las cosas que están pasando ya las había vaticinado. Las tengo por escrito. Y escribe mucho sobre este asunto, vaya si escribe.
No se me olvidará nunca la mañana de agosto en que quedé con él, con Margarita y con su perro en la plaza de Hervás, su pueblo. Se nos unió Ventura Duarte. Ante un comentario del peregrino sobre el nieto del poeta catalán que prologó las Extremeñas de Galán, Ramón se revolvió en su silla, se levantó airado y amenazó con dejarnos allí mismo. Tanto Ventura como yo veíamos poco peligro en el exalcalde de Barcelona. Incluso simpatizábamos con algunas de sus propuestas. Pura inocencia. O ingenuidad, que es peor. De esto hace tres o cuatro veranos. Ibero, sin embargo, le tenía bien calado. A lo que se ve, la razón estaba de su parte. Que antes que socialista era nacionalista es algo que por entonces no teníamos muy claro. Esperemos, con todo, que sus últimos augurios no se cumplan. Estaría encantado de que esta vez fallaran. Si los leyeran, estarían de acuerdo conmigo.
23.10.05
Jordi Doce
Por si fuera poco, también ha publicado recientemente, además de un libro de poesía (Gran angular, DVD) y otro de aforismos (Hormigas blancas, Bartleby), una antología de un poeta excepcional, Charles Tomlinson (en DVD también).
Que lo lean bien.
22.10.05
Coincidencias
21.10.05
Sorpresas
Allí nació el poeta más importante de nuestro Setecientos, Meléndez Valdés, del que tanto sabe mi amigo (y compañero de blog) Miguel Ángel Lama. O Antonio Salvador, compañero de Universidad del susodicho, con el que hablaba ayer desde allí, cuando sólo vislumbraba Ribera a lo lejos y era incapaz de imaginar las maravillas que encerraba. Mejor, que encierra.
Para colmo, allí hay gente que lee. Funcionan dos clubes de lectura: del Aula de Adultos y de madres de alumnos del IESO (que suena a requiebro caribeño).
Si no fuera por estas cosas...
19.10.05
Cálculos (inútiles)
17.10.05
15.10.05
Gaya
Los baños del Tevere
A la vuelta de Madrid, nos enteramos de que ha muerto el pintor Ramón Gaya.
Su pintura me gustaba mucho. Nunca he frecuentado su poesía, pero su libro Velázquez, pájaro solitario me parece una obra excepcional. Es una de esas lecturas que uno nunca olvida.
Precisamente esta mañana visitábamos en Fundación Thyssen la exposición Mímesis. Realismos modernos (1918-1945). No hubiera desentonado una de sus naturalezas muertas al lado de otra de Morandi.
El personaje literario que protagoniza mi poema Diario de un pintor es él. Lo escribí después de ver en televisión un reportaje sobre su vida y su obra donde Gaya era entrevistado.
14.10.05
Estereotipos
La imagen que tenía de ella (y no me refiero a su aspecto físico) no coincide con la que tengo ahora. Me sorprendió gratamente su elocuencia. También su cercanía. Parece mentira que una persona con criterio -y ella lo tiene, ¡vaya si lo tiene!- esté siempre en entredicho. La culpa, como es obvio, no puede ser sólo de los medios. Hay algo que no cuadra. El problema no es, sin duda, que ella no sepa explicarse. Lo hace, nunca mejor dicho, como un libro abierto. ¿Qué ocurre entonces? No lo sé. En lo que coincido con algunos amigos que la escucharon anoche en Badajoz (y también se sorprendieron) es que si, como dijo Wittgenstein, los límites de nuestro lenguaje son los límites de nuestro mundo, doña Carmen vive en uno ancho pero no ajeno.
12.10.05
Lectura lenta
¿Y si mañana le dieran al de Lvov el Nobel? Mejor que no: prefiero leer a mis poetas favoritos sin ese oropel. Que se lo den a Varguitas, que ya le toca.
11.10.05
Pacheco
9.10.05
Canicas
En una ocasión se mostró en Lisboa, en la Casa Pessoa. Leímos poemas. Cada uno estaba delante de su silla. Algunos se podían sentar en ella, otros... Fue un acto muy bonito, como suelen serlo los que tienen un trasnochado aire vanguardista. De hecho, uno de los poetas leyó mirando a la pared, de espaldas al resto del público.
Extremeños en Obaba
Al día siguiente de que se estrenara en el Festival de Cine de San Sebastián la película de Montxo Armendáriz, Obaba, basada en la novela de Bernardo Atxaga, llegábamos a Tolosa, una ciudad de frontera entre Guipúzcoa y Navarra que dista unos pocos kilómetros de Asteasu localidad natal de Joseba Irazu, el verdadero nombre del escritor, y espacio real de donde surge el territorio mágico que levanta, con voluntad de perdurabilidad, esa formidable historia de historias que es, a fin de cuentas, Obakoak.
Cuando llegamos allí era de noche. Nos había dado tiempo, eso sí, a vislumbrar el color verde de los prados. Lo cierto es que hasta llegar al País Vasco, quinientos kilómetros mediante, todo había sido una sucesión de paisajes planos y pardos (ni siquiera amarillos) de los que la mirada no sacaba sino una inevitable sensación de esplín, más cerca del aburrimiento que del tedio.
Un rato después, al salir del hotel, la lluvia caía con fuerza y el mero hecho de verla era, a estas alturas de nuestra pertinaz sequía, un espectáculo emocionante. No pensaban lo mismo nuestros amigos tolosanos deseosos de que nos la lleváramos con nosotros al volver a casa. Una casa, Extremadura, que ellos abandonaron hace muchos años por causas de fuerza mayor y a la que ahora regresan de vez en cuando para acabar volviendo siempre al Norte; algo demasiado parecido, tantos años después, a su hogar. A ese sentimiento de pertenencia a dos tierras hacía alusión el poema que recitó Filo y que hizo vibrar a los asistentes a la cena del Centro Cultural La Jara. No todos eran extremeños. A esta sociedad gastronómica –que sigue la tradición de este tipo de agrupaciones en el País Vasco- pertenecen gentes de otras regiones a las que acompañaban esa noche las autoridades locales encabezadas por el alcalde, Jokin Bildarratz. Junto a él, otros concejales de su partido, el PNV, y de los otros con representación en el consistorio: PSOE y PP. Ni el talante del joven primer edil ni el del resto de los miembros de la corporación era el que uno está habituado a suponer. Jokin Bildarratz, exsenador y persona influyente en el partido nacionalista (de la nueva línea de Imaz), es un enamorado de Extremadura, como todos los demás. Buena parte de la culpa de esa querencia la tienen Pedro y la citada Filo, presidentes de la Jara, por las actividades que organizan (donde la presencia de productos extremeños es ineludible) y los viajes a la región que cada poco emprenden. Otra, a la buena idea de mantener desde hace años un intercambio entre escolares de Tolosa y La Serena.
Una señal evidente de la pluralidad de ese Centro está en el hecho, nada común, de que les esté permitido cocinar en él a las mujeres. En sentido contrario, una desgracia habitual, algunos concejales iban con escoltas.
Allí conocimos a Miguel Quintas, responsable de las Bibliotecas Escolares de Guipúzcoa (donde hay un bibliotecario escolar en cada centro educativo), gallego de origen pero miembro del Centro Extremeños de Zarautz, donde reside. Por esa villa marinera, donde han veraneado durante años Casas Reales de toda Europa, tomando un café en el restaurante de Arguiñano (visita obligada para propios y extraños), empezó nuestro breve recorrido –con él como guía- por la zona. Uno recordaba que de niño le hablaban de los veraneos de doña María Morales en esa famosa playa. También, cómo no, los del poeta Claudio Rodríguez, que escribió en aquel sitio algunos poemas memorables donde las olas ocupaban el puesto de privilegio que le conceden, sobre todo, los surfistas. Olas que siguieron golpeando nuestro camino por la carretera de la costa, hasta Guetaria y su conocido “ratón”. En el monumento que conmemora el regreso de la expedición de Elcano, pudimos leer el nombre del extremeño Hernando Bustamante, de Alcántara, uno de los cuarenta que volvieron con vida.
Muy cerca, costa y olas adelante, Zumaia. En el paseo, una imponente tienda de productos extremeños, cada vez más apreciados por los vascos, gastrónomos por naturaleza. A ese pueblo fue a parar una abundante colonia de extremeños, la primera hornada de la emigración forzosa. Desde un Campo de Concentración de La Serena hasta un Campo de Trabajo, mano de obra regalada para una fábrica de cemento.
Veintitrés años nos separaban de nuestra última visita al Monte Igueldo. Los cacharritos de su parque infantil despiden el mismo aire melancólico de entonces. Las vistas de San Sebastián y de La Concha, con todo, siguen siendo magníficas. Tiempo nos dio aún de mojarnos con las salpicaduras de las olas del Paseo Nuevo y de palpar algo del ambiente de esa elegante ciudad que para algunos es, sin duda, una de las más bonitas del mundo.
De regreso, la escala en Palencia, con paseo obligado por su mítica Calle Mayor, nos devolvió a nuestra vida provinciana, tan lejana de la de aquel paraíso luminoso y cosmopolita.
(HOY)
Arcadi Espada y el blog
8.10.05
Jacobo Siruela dixit
“Lo único estimulante hoy es tener la suficiente libertad como para hacer todo lo contrario de lo que marcan los hábitos y pautas editoriales del último cuarto del siglo pasado. Es decir:
– Hacer pocos libros en lugar de muchos. Se trata de elegir, no de abarcar.
– Dedicar todo el tiempo que requiera cada uno de los libros en su realización, en lugar del menos posible ‘porque es más rentable’.
– No seguir las pautas del mercado, sino intentar adecuar al mercado tus propias propuestas.
– No buscar nada nuevo ni ‘original’ en el diseño, sino algo auténtico y perdurable. Lo nuevo es lo que antes envejece.
– Tratar de buscar belleza –es decir, armonía de formas y colores– frente al relativismo (un poco gregario) de las estéticas instantáneas.
– ¡Guerra al plástico! Es un material anticuado y desagradable. Las encuadernaciones plastificadas son una rémora del siglo pasado. El plástico representa el triunfo de lo funcional frente a lo sensual. Y la sensualidad es el mejor acompañante de lo intelectual.
– Revindicar la encuadernación en papel, un material más acorde con el sentido del tacto. Estudiar a fondo todos los problemas que esto puede producir para la durabilidad del libro.
– Estudiar que el libro pueda abrirse perfectamente en las manos. (Lo contrario es una descortesía elemental con el lector).
– Cuidar al máximo las tipografías, interlineados, espacios blancos para los dedos, tamaño de la letra, etcétera. Son los fundamentos para un buen uso del diseño”.
Zona templada
7.10.05
Monasterios
4.10.05
En defensa del fervor
El polaco, si se me permite el exceso, es ya un amigo. Así lo siento. El poeta y, lo que es mejor, su libro. Éste y los otros suyos que ya he leído.
Tienen suerte los jóvenes poetas que ahora se están formando de toparse con este sabio de Lvov. También tuvimos maestros, es cierto, pero no estaba entre ellos el autor de En la belleza ajena. Con gran oportunidad nos recuerda una frase de otro poeta admirable, Philippe Jaccottet: "Il n'est pa de poésie sans hauteur". Y es verdad: no hay poesía sin altura. Por eso la de buena parte de mi generación es tan bajita.
Alguien que lee
No pudo ser
A ver si con el narrador extremeño tenemos más suerte.