14.12.16

Pardo dixit

EFE
Antonio Lucas conversa para El Mundo con José Luis Pardo, último premio Anagrama de Ensayo por su libro Estudios del malestar. El periodista comenta: En una entrevista reciente, el filósofo Jünger Habermas decía que "el error es aceptar el terreno de enfrentamiento definido por el populismo". A lo que el filósofo responde: "El éxito del populismo es el de una estrategia relativamente fácil y, sobre todo, conocida. Nos podemos sorprender sobre cómo es posible que a estas alturas del siglo XXI... Pero ya decía Walter Benjamin que ese argumento es muy feo refiriéndose al asombro del triunfo del fascismo en el siglo XX después de tanto progreso. Pero es que el progreso de la humanidad puede ser regresivo en cualquier momento. Como afirmaba Tony Judd, algo habremos hecho mal, principalmente en el ámbito de la educación. Pero el hecho es que el populismo no sólo tiene triunfo como discurso en muy distintas opciones políticas, sino que además permea al adversario. El discurso de Marine Le Pen obliga a cambiar de discurso a la derecha francesa y a Manuel Valls. Y aquí en España, igual: se ha merendado la mitad del PSOE. Además, parece que no hay posibilidad de dar batalla a ese discurso en el terreno del discurso. Casi resulta ya reaccionario defender el Estado de Derecho, la separación de poderes..." 
Más adelante, Lucas inquiere: ¿Cómo definiría el populismo de Podemos? "A través del libro de Ernesto Laclau -explica Pardo- se puede deducir su sitio. Diría que es un intento de conseguir una mayoría social sin aspirar a la cohesión social, sino buscando aunar intereses particulares o de grupo muy heterogéneos. Esto obliga a tener un discurso en el que reine la ambigüedad y genere grandes palabras, grandes eslóganes, grandes insultos y grandes enemigos. El mecanismo por el que se afianza el populismo es aunando demandas heteróclitas que no contribuyen al interés general sino al enfrentamiento social. Lo hemos visto en Francia, en EEUU y en Cataluña.
Casi al final de la entrevista, Lucas pregunta: ¿La cultura no ha sido traspasada también por la misma falta de exigencia del populismo? "En España -responde el autor de La intimidad- está muy claro. Las políticas culturales en este país son, por lo general, bastante frágiles. No olvidemos que Zapatero pensó en Miguel Bosé como ministro de Cultura y Ana Botella en Raphael. La única política cultural que tiene sentido y eficacia a largo plazo es que la va a compás de una política educativa fuerte y no la destrucción que en España se ha llevado a cabo del sistema educativo desde la Logse. Los daños no son tan fáciles de reparar. Vamos a una enseñanza cada vez menos cualificada y cada vez más alejada de la sociedad. Mira, cuando se discutió el Plan Bolonia para la Universidad no hubo diferencias entre izquierda y derecha. Todo el mundo estaba de acuerdo en que la Universidad tenía que ser también un gran negocio. Algo disparatado. La educación no puede plantearse sólo como un negocio. Algunas entidades financieras están en la Universidad pública con un modelo que podríamos llamar privatización informal, en el sentido de que en los procedimientos de evaluación de los proyectos es más fácil que te den ayuda pública si tienes financiación privada. Así es. La Universidad está tan banalizada como la cultura".