Conocimos a José Agustín Goytisolo un tórrido día del mes de julio de 1992 en la Universidad de Alcalá de Henarés. Fue en un curso dirigido por Claudio Rodríguez titulado "Propuestas poéticas de fin de siglo". Ese mismo día conocimos también al autor de Donde la ebriedad y a Antonio Gamoneda. Un día intenso, ya se ve. Leí mi ponencia a cuarenta grados a la sombra y mientras tanto Goytisolo sudaba en el extremo de la mesa y bebía agua y tomaba cada poco pastillas. Sé que no le agradó lo que dije (está publicado), más que nada porque me metía, cosas de la edad, con la tan en boga "poesía de la experiencia" y él era amigo de algunos de los citados, luego yo también, y él mismo se acercaba en su escritura a esos presupuestos poéticos. Antonio, sin embargo, me felicitó efusivamente al salir. Normal. Cuento esto -o lo repito, no sé- porque se está celebrando en Barcelona un congreso que honra la memoria de Goytisolo al tiempo que se publica en Lumen su poesía completa. Ayer participó en una de las mesas mi paisana y amiga, la poeta Efi Cubero (en la foto, a la izquierda) junto a Esther Tustquets, Carmen Riera (directora del congreso), Joan Tarrida, Lola Fernández y Miguel Dalmau. Me cuenta un testigo, Antonio Flórez, que estuvo estupenda. Dice que "la salva de aplausos que le dedicaron fue larga y generosa. De verdad, sin chovinismo. Me alegró -añade- verla tan puesta y trayendo a colación los vínculos de Goytisolo con Extremadura". Ella también está contenta, y me alegro. Esta mujer cuando habla de poesía o de poetas sabe de qué habla. Me consta.
