Ya dije en su día que la decisión no ya de instalar en Extremadura una refinería sino de apoyar desde el gobierno regional del PSOE que ésta se construyera marcaba un cambio de rumbo digno de ser calificado, a pesar de la devaluación de la palabra, de auténtica revolución. Pequeña, sí, pero revolución al fin y al cabo. Esa decisión daba al traste con todos los esquemas que la mayoría habíamos sentado como necesarios para el definitivo desarrollo de esta tierra. A muchos, comprometidos con el rumbo coherente que imprimía a sus políticas el presidente Ibarra, nos resultaba muy difícil apoyar ese proyecto. Entre los, digamos, intelectuales, las adhesiones han sido casi nulas. Más desde que el PP, en un principio en contra (nada, sus derivas, tan históricas ellas), apoyó con todas sus fuerzas el "refinería, sí". Ya existe un manifiesto de esos a los que llama la derecha "titiriteros" en el que no faltan también los escritores. Eugenio Fuentes firmaba ayer el último artículo en contra del despropósito. Sea.