Como quien no quiere la cosa, Náufragos llega a su entrega número 10. Esto es mucho más que una ocurrencia. O un mero proyecto. El tesón de su editor, Salvador Retana, quien concibió este invento, ha llegado lejos y más que va a llegar.
Tan bonita como siempre, la caja guarda tres botellas con textos que sobrecogerán al lector: "El metal que durmiese", de María Ángeles Pérez López, "Piedras entre la encina", de José María Muñoz Quirós, y "Quiero ser enjambre", de Juan Mayorga. Tres poemas de dos poetas y un dramaturgo.
El de Pérez López termina: Solo al fondo abisal de la botella / fosforecen tus ojos. // Y no duermen.
El de Muñoz Quirós empieza: No despiertes el sueño de la piedra / en el territorio de la noche, / nunca respondas / tenaz a su silencio.
En el de Mayorga leemos: Quiero bailar tango con Soren Kierkegaard. / Quiero pasear París con Walter Benjamin. / Quiero jugar al parchís con Martin Heidegger y hacerle trampas. / Quiero tener tanta cara como Andy Warhol –su pelo no, eso no lo quiero–. / Quiero salvar a Cordelia, la hija pequeña del Rey Lear. / Quiero ser hoy esquimal, la víspera vikingo, piel roja si anochece. / Quiero viajar por la Amazonia con un plano de Manhattan.
¿Algo que añadir? No creo que haga falta.