No es la primera vez que Jordi Doce (Gijón, 1967) reúne un puñado de ensayos en forma de libro. Y hace bien. Sus lectores se lo agradecemos, porque es uno de nuestros mejores ensayistas literarios, algo más que un crítico.
La última entrega, anterior a ésta, fue Las formas disconformes. Y antes: Imán y desafío. Presencia del romanticismo inglés en la poesía contemporánea, Curvas de nivel y La ciudad consciente. Ensayos sobre T. S. Eliot y W. H. Auden.
Doce precisamente son los ensayos agrupados en Zona de divagar (Cardinales. Vaso Roto), título tomado de la expresión rumana "zona de divagare", el lugar de confluencia de dos o más ríos. Los define, con la humildad que le caracteriza, como "fragmentos azarosos y vagamente ensayísticos". Son más que eso. No basta la casualidad para abordar, como él lo hace, el análisis de Historia de una vida, la impresionante autobiografía de Canetti, que es el texto que inaugura el volumen. Para muestra... Le siguen el resto de capítulos donde se entremezclan reflexiones personales sobre la poesía, la música y otros asuntos artísticos (que ha venido publicando en su blog: Perros en la playa) con reseñas -que son más que eso- sobre tal o cual libro y autor: Alejandro Rossi, Cortázar, Houellebecq, Tranströmer, Milosz (y la poesía polaca)...
Da igual que hayamos leído antes y en otra parte estos apuntes. El papel del libro los transforma. Por lo demás, soportes aparte, por lo que tienen de visión personal, parecen nuevos.
Da igual que hayamos leído antes y en otra parte estos apuntes. El papel del libro los transforma. Por lo demás, soportes aparte, por lo que tienen de visión personal, parecen nuevos.
Sin duda, además de un estupendo editor, poeta y traductor, JD es un excelente lector, de ahí que sean muy pertinentes las primeras palabras que aparecen en la contracubierta del libro: "Este libro nace pura y llanamente del placer de leer, de un trabajo gustoso de lectura que se vuelca no solo en la palabra impresa sino también en las impresiones que lo real despierta en quien lo recorre y lo sondea."
Por eso da gusto leer, valga la redundancia, a este "distraído" (diría Rossi) que, a pesar de lo que supone, mantiene el rumbo como pocos.