24.1.15

Habitación en W

Habitación en W es ya el cuarto libro de Álex Chico (Plasencia, 1980). Digo "ya" porque a uno le parece ayer mismo cuando apareció el primero, en la Editora Regional de Extremadura (ganas dan de añadir la "verdadera", como hace Anson con el ABC), La tristeza del eco (2008), al que luego han seguido Dimensión de la frontera (en esta misma colección, 2011) y Un lugar para nadie (en De la Luna Libros, 2013).
Será presentado esta misma tarde por Gonzalo Hidalgo Bayal en La Puerta de Tannhäuser. 
De raíces andaluzas, extremeñas y catalanas, profesor en un instituto de El Prat, redactor de la revista Quimera y cofundador de la salmantina Kafka, Chico se caracteriza, sí, por la tenacidad y el entusiasmo, lo que debería impedir que uno, que le conoce bastante bien, se extrañe de lo conseguido y de lo que alcanzará, que aventuro importante. No hay más que leer esta nueva entrega, de título inquietante, que explica en el último texto del libro, en prosa: "Habitación". "Quizá ya no quisiera ser nada más que una habitación, invadida y solitaria", escribe allí; "...un lugar que alguien, una vez, llamó W".
Permanecer en el cuarto o marcharse, Pascal mediante, es una de las claves de una poesía que sigue siendo, por cierto, muy viajera y cosmopolita. Y eso sirve para el poema "Definición del viaje" ("Dices: estoy donde no debería estar") y también para Marheinekeplatz y Perec, Mann y Berlín, el Museo de Praga en Varsovia, el París de Modiano o sus infantiles paisajes de La Verneda barcelonesa y de los canchos placentinos. 
El libro, dedicado a su hermano José Manuel (otro culo inquieto, con perdón), fue escrito entre 2012 y 2014 y, conviene resaltarlo, aporta un significativo paso hacia delante en lo que suele denominarse carrera poética del autor.
En la "Nota del autor" explica que todo consiste en leer y escribir, por eso empieza con una serie de "aproximaciones", "Lectura", a autores mencionados explícitamente, como Blas de Otero o los citados Mann y Perec, o emboscados como Sebald y el aludido Modiano, una debilidad (o un fervor) de Chico, con Auschwitz II-Birkenau al fondo. 
En "Escritorio", la segunda parte, en 11 poemas breves numerados, se sitúa en "el lugar de los fantasmas" y reflexiona sobre el hecho, es obvio, de escribir. Su auténtico "lugar", por cierto.
"Entre líneas" se abre con citas de Zagajewski y JRJ. En la primera, como en el epígrafe inicial de Chirbes, la casa es la obsesión. En la segunda, el de Moguer señala, con aires de aforismo, que "Escribirnos no es más que recrearnos". En "Página", uno de los mejores poemas del conjunto, vuelve a la metapoesía. "Dejemos hablar al lenguaje", empieza. Y en "La chaise au plafond" leemos, a lo Valente: "Escribir no es más que estar atentos". Curioso resulta otro de la serie, el juguetón "Entre líneas", que ha de leerse en versos pares e impares, pero que, con todo, leído al usual modo, tampoco carece de sentido. 
El broche lo pone, ya se dijo, "Habitación". Un poema en prosa que me lleva a "Un hombre espera", logrado texto narrativo situado en París, que Chico ha publicado en el número correspondiente a este mes en Quimera, y que gira en torno a una presunta novela inédita de otro placentino en el exilio, José Antonio Gabriel y Galán, donde puede leerse: "En ocasiones, vivir en una ciudad no sólo consiste en habitarla, sino en perseguirla". Un relato que demuestra sus dotes narrativas, puede que muy presentes en un futuro cercano. "Habitación", vuelvo atrás, se abre con un elocuente epígrafe de Horacio que nos da la pista: "No porque el hombre salga de su casa sale de sí mismo". "Una habitación es suficiente. Para vivir otra vida. O para sumar algo más de vida a la vida. Mi mundo es un misterio de habitación cerrada".