17.9.15

Caleidoscópico Benítez Reyes

Felipe Benítez Reyes: la literatura como caleidoscopio es el título de un volumen que publica Visor Libros y edita José Jurado Morales, profesor de la Universidad de Cádiz, coeditora de la obra, que consagró al poeta gaditano, en 2013, el Seminario de Literatura Actual, germen de este libro colectivo.
"Creo que Felipe Benítez es el escritor más largo, mejor dotado, con más talento, de mi generación", afirma Carlos Marzal en su aguda ponencia, y otro amigo (lo que no le resta mérito a la afirmación, no pocos se refieren a él como "Felipe"), Juan Bonilla, destaca en la suya, no menos incisiva, el hecho de que "sea quizá el poeta más importante aparecido en España desde la muerte de Franco". Más allá de estos encendidos pero compartibles elogios, la feria va por barrios, no cabe duda de que estamos ante "uno de los nombres mayores de las letras españolas actuales", al decir del prologuista e instigador del homenaje, ante “un escritor singular” con “voz personal”, por usar sus propias palabras.
Lo primero que habría que destacar, más allá de la pertinencia de analizar la obra de FBR (Rota, 1960), es el acierto del título. Explica Jurado Morales el origen del invento y el porqué de su uso para explicar, metafóricamente, la literatura de Felipe Benítez Reyes: "porque para él la vida tiene mucho de tubo especular que guarda realidades relativas y variables en función del ángulo desde el que nos posicionemos". Dice también que "responde al perfil del escritor completo", algo en lo que también incide su alma gemela, el poeta Marzal, cuando alude a su condición de "polígamo" literario. Por eso, el volumen analiza su poesía, su narrativa (tanto el cuento como la novela) y sus ensayos, a lo que habría que añadir sus diarios, sus aforismos y cuantas ocurrencias, en el mejor sentido, podemos leer en sus artículos periodísticos, las entradas de su blog o hasta en su muro de Facebook. No olvidemos que FBR ha sido también traductor y director de revistas literarias (por ejemplo, de la emblemática Fin de siglo) y, ahora, pequeño editor, amén de autor de collages, que aquí estudia Ana Sofía Pérez-Bustamante.
En esto de la poligamia no tiene, según creo, parangón o, si acaso, hablando de coetáneos, con Trapiello, al que José Luis García Martín (que aquí no colabora, pero que es el crítico que más le admira) incluyó en la "Generación de los 80", que es la de Benítez Reyes (también antologado en el libro del mismo título).
Adscrito a "la órbita de la poesía de la experiencia", una cruz como otra cualquiera, FBR ha obtenido casi todos los premios importantes  y ha dedicado no poco de su ya extensa obra a un tema, digamos, central: el de la identidad o, por decirlo mejor (así se titula su último libro de poemas), el de las identidades. Por eso le dedican dos capítulos del total, los correspondientes a la poesía.
Precisa Luis García Montero, otro de sus grandes amigos, que "no hay que confundir el yo biográfico con la voz del poema, pero la poesía se esfuerza en configurar un personaje literario, una ordenación coherente de sentimientos y experiencias" y añade que “La poesía supone la construcción de una identidad”. Sí, el "yo" de FBR es también caleidoscópico y para ello basta con leer su celebrado Vidas improbables (1995 y 2009, premios Ciudad de Melilla, Nacional y de la Crítica), donde destaca la importancia que le da a "apócrifos, heterónimos e incluso homónimos", como anota Bagué Quílez. Estamos, dice, ante "un sujeto especular". Juan José Téllez, en la ponencia más disparatada del conjunto, le califica de “sencillamente esquizofrénico”. El poeta, por su parte, se ha referido a la “fantasmagoría de la identidad”.
De su literatura, se destaca, en suma, el humor (tan infrecuente en nuestras letras), la ironía (un signo de distancia e inteligencia), el escepticismo ("elegíaco y escéptico" le llama Payeras Grau) y el desengaño, la precisión estilística (lo que tiene de miglior fabbro), la perplejidad (en torno a los prodigios cotidianos), su aguzado ingenio, una atmósfera entre mágica, circense y misteriosa donde reina el espejismo...
Su voz es, como explica Bonilla, "elegante, descreída y sabia". Sería imposible resumir aquí no ya cuanto ha escrito, que es bueno y mucho, sino lo que los estudiosos revelan sobre ello en las páginas del libro que comentamos.
Para comprobar cuanto decimos, basta con leer su nota a "Suposiciones en tres tiempos", donde reúne, digamos, su poética, un texto fundamental que abre el volumen.
Si tuviera que destacar alguno de los asedios a los que acabo de aludir, lo que hago sin dejar de ponderar todos y cada uno de los artículos aquí reunidos, mencionaría el repaso de su trayectoria poética llevado a cabo por Marina Bianchi, la reflexión en torno a lo espacial y los lugares que firma L. Martín Estudillo, el análisis de Javier Letrán acerca de su pensamiento poético –lo paradójico, pongo por caso– a partir de Escaparate de venenos y su relación con la tradición filosófica pesimista o, por conocimiento de causa, las aportaciones de Antonio Jiménez Millán y Álvaro Salvador, dos clásicos de la “experiencia” y viejos compañeros de viaje del poeta. También cabe citar a Araceli Iravedra, antóloga de esa corriente, quien afirma que “la disposición característica del sujeto enunciador de la literatura de Felipe Benítez Reyes (…) es la perplejidad, el desconcierto y la extrañeza ante el yo y la realidad”.
No quiero olvidar la importancia de la bibliografía, elaborada por Jorge González Jurado y el editor de la obra. Y ya que le menciono, la meritoria labor de Jurado Morales, que, además de firmar un trabajo sobre los relatos de FBR, desglosa en su informado prólogo cada una de las ponencias recogidas.
Ojalá este libro colectivo se escape, en fin, de una maldición que el escritor señala en su primera poética, “La dama en su nube” (1988): “La poesía, expuesta a la luz de la ciencia y de los análisis lingüísticos, se fosiliza, se convierte en cosa pintoresca”.
En lo que a uno respecta, si se me permite la intromisión, confieso que he venido leyendo con fervor toda la poesía (y algunas cosas más) del autor andaluz. No me duelen prendas reconocerlo, al revés. Recuerdo perfectamente la primera lectura de "Elogio de la naturaleza" (incluido en su libro Los vanos mundos), un poema de aire modernista que me gusta especialmente; un puñado de versos que forman parte mi particular florilegio de la poesía universal.
Leída a lo largo, esta poesía demuestra que FBR ha conseguido su propósito: estamos ante un genuino “ejercicio de inteligencia”.

Nota: Esta reseña se debería haber publicado en el número 10 de la revista Miríada Hispánica, de la Universidad de Virginia. Fue solicitada en noviembre del pasado año, con cierta urgencia, por el secretario editorial de la publicación. El caso es que al final no apareció. Al parecer, por la incompetencia de alguien. Como su periodicidad es anual y esperar a 2016 me parece excesivo, la doy a conocer, sin más dilaciones, aquí y ahora.