11.2.19

Cuatro de Trea

ÁDH por Joaquín Pañeda
Como leemos en su web, Ediciones Trea se fundó en Gijón en 1991. De entonces acá, ha logrado consolidar un prestigioso catálogo con numerosos títulos. Aunque el eje de su proyecto es el ámbito de las Humanidades y las Ciencias Sociales, atienden también a la creación literaria, el arte y la bibliofilia, sin olvidar la cultura alimentaria y gastronómica. Son también los promotores de El Cuaderno, que nació como suplemento cultural de La Voz de Asturias y ahora reside en Internet.
No en vano consiguió en 2014 el Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial Cultural, según el jurado, por "su trayectoria de veinticinco años con un equipo editorial comprometido con una temática poco tratada como es la gestión cultural (museos, bibliotecas, archivos, historia de la edición, etc.) además de sus otras líneas editoriales”. 
Uno sigue lo más atento que puede sus colecciones de Poesía y Aforismos, que tienen el mismo diseño. Libros de pequeño tamaño, de bolsillo, elegantes y bien hechos, pero grandes de contenido. Y todo, más allá del acierto particular de cada autor, por culpa de una exigente dirección editorial, la de Álvaro Díaz Huici, un gijonés con criterio. 
El año pasado fue finalista del Premio Nacional de Poesía uno de los libros del mencionado catálogo. Me refiero a Incidental, de Eli Tolaretxepi. De entre las últimas entregas, elijo estas cuatro de poesía a costa, bien lo sé, de pecar de injusto. Pido perdón de antemano por ello. 

Gran desconcierto, de José Luis Argüelles (Mieres, 1960), periodista, poeta y aforista, vuelve a Trea para publicar su último libro. Uno, al leerlo, se sintió desconcertado (como él, a lo Fray Luis), pero por su calidad, me apresuro a decir. Se abre con un extenso poemas en tres partes titulado "New York movie" donde la memoria y la visión se hacen presentes en medio de esa mítica ciudad. "Todas las cosas acumulan, / sin remedio, / un exceso de absurdo", dice. Y más adelante: "Imágenes, / fantasmas". Al cabo, "La herida permanece. / Y la falta de sentido". 
En "Pequeños poemas robados", acaso lo mejor del conjunto. Versos que dan cuenta de robos a Goethe, Brecht, Burke, Gramsci, Gil de Biedma ("De vita civili" y España), Homero, Kafka ("pudiste ser feliz en Mariembad"), Thoreau (al que dedica un haiku) y, entre otros, Víctor Botas ("Poética", donde recuerda lo que contestó el desaparecido poeta asturiano a una señora cuando le preguntó, tras una lectura, "por el noble arte de hacer versos": "Es igual que cagar melones"). Y Gijón, en el precioso "A bajamar". "¿Cuánto de infelicidad es necesaria / para que todo siga igual?", se pregunta Argüelles. 
El libro sigue con un poema que a uno le ha llegado especialmente, "Zagajewski en Oviedo", que empieza y termina igual: "Dijo: «La poesía no está de moda. / Paciencia».
En "Poemas y canciones contra el daño" (a veces en prosa), la melancolía y la acidez. Para hablar de la muerte y los muertos, los regresos, la certeza, el enigma... Y la felicidad también, para celebrar el amor: "Dos apuntes en tiempos sombríos". 
"Convalecencia", en fin, cierra el volumen. Otro poema extenso en tres partes, como el primero. La última adopta el modo de las anotaciones de un diario. Antes, la enfermedad, el padre, los hospitales... Y la muerte: "La muerte tiene demasiados nombres / y a todos nos acostumbramos". Sí, "Hablar, hablar, hablar..."

Hierba / Herba respirada es un libro breve del poeta, galerista y dibujante Anxo Pastor (Vilardonas-Ribas do Sil, Lugo, 1959) y la edición es bilingüe, en gallego y castellano. Y de pequeños dibujos con palabras podríamos hablar al referirnos a sus poemas. A estampas, casi siempre campestres, donde la naturaleza cobra un fundamental protagonismo. El paisaje, sí, pero también las personas que lo pueblan. Pastores, monjes, Satie, Holan...
"Nos fuimos / para quedarnos aquí, / como hojas caídas". Son extraños en la extrañeza, como el personaje que da voz al conjunto. "Todos los días viajamos sin rumbo / por desconocidos párpados", leemos.
En la sección dedicada a Tras-os-Montes, los poemas se adelgazan aún más y su delicadeza, esa elegante fragilidad que los caracteriza, se hace aún más patente. Pura sensibilidad.

núcleos de evolución, así con minúscula, como el nombre y los apellidos de la autora, sonsoles hernández barbosa (Vigo, 1981), pero residente en las Islas Baleares. Esto es más que un rasgo tipográfico. Ratifica una voluntad de escribir una poesía en voz baja, cotidiana, sencilla, hecha con pequeños detalles. Menor, sin que ello suponga demérito alguno. Escrita a modo de diario. Formada como historiadora del arte y, ya se dijo, viviendo en una isla mediterránea, era lógico que en sus versos (este es su primer libro, por cierto) primara la mirada, que contempla lo de fuera (el mar, pongo por caso) y lo de dentro (cuanto le sucede y pasa, como el amor). Poesía concisa, despojada, esencial. De la del menos es más, para entendernos: "Un trago de agua / ¿cabe instante más leve?", escribe. O: "nos bebemos el verano a borbotones". ¿Hace falta decir más?

Según la luz, de Melchor López (Tenerife, 1965), podría ser calificado como un libro de viajes, de hecho el subtítulo, "Cuadernos de viaje" no es equívoco. De viajes realizados entre 1993 y 2015. El libro se abre con una cita de la portuguesa Sohia de Mello Breyner, de su poema "Oriente": e outro nasceu de tudo quanto viu. Sí, esa es la principal consecuencia del viaje: que otro nace de todo lo que vio. Y López ha visto mucho. Ha mirado, mejor, con atención, que es lo propio del poeta. Diferentes, numerosos lugares. A pesar de eso y del amplio periodo temporal en que se compusieron estos poemas, estamos ante un libro unido por una misma voz y, por eso, digamos, unitario. Puede, sí, que las versiones finales de las distintas partes también aporten coherencia a esa unidad. Y ya que hablo de partes, diré que los cuadernos son: el marroquí (1993-1994), el inglés (1996), el de la isla de La Gomera (1997), el de la isla del Hierro (1997), el portugués (2007-2008), el de Granada (2010), el de Lisboa (2013), el de las Islas Azores (2015).
Ciudades, ruinas, cementerios, monumentos, etc. van sucediéndose delante de nuestros ojos. Detrás de esas visiones, como es lógico, el poeta reflexiona, cuenta, siente... La curiosidad se alía a la belleza. El detalle al canto. 
Discípulo, como todos los poetas de la revista canaria Paradiso (y de la antología poética del mismo título), de Sánchez Robayna, su poesía es concreta, detallista, sensual, lenta, elegante y precisa. Sus poemas son breves, pero no lo suficiente como para no ser fríos por exceso de contención, elipsis y minimalismo. Evita el aire hermético, que fue parte sustancial de aquella escuela que tanto obtuvo del paisaje marino: océanos, islas, vientos, volcanes, playas... Aquí, sus versos no dejan de ser anotaciones de un diario viajero. Notas a veces en prosa. De un solitario, casi siempre, aunque la presencia de Laura, dedicataria del volumen, sea una constante. 
La vida, en fin, como viaje, la tan gastada metáfora capaz, ya se ve, de seguir dando forma y contenido al misterio poético.