9.7.19

Dos reseñas de EC


David López Sandoval
Hiperión, Madrid, 2018. 72 páginas

David López Sandoval (Córdoba, 1975) es autor de una novela y de varios libros de poesía. Con Cuenta atrás ganó el premio"Jaén", uno de los más limpios del panorama. En él se agrupan cincuenta y un poemas que van numerados en orden inverso, aunque cada cual tiene su título. La unidad del conjunto está marcada por una voz particular (muy conseguida) y por un asunto categórico: la muerte. Pero que nadie se asuste, el tono es más hímnico que elegiaco y no falta desparpajo (del serio) a la hora de abordar tan espinoso tema.
Llama la atención, desde el principio, la importancia del ritmo, de la musicalidad del verso en esta poesía que se quiere clara, pero que está cargada de literatura y de otras referencias artísticas.
La emoción es otra de las claves. En poemas como "En otro universo", "Uno de los grandes" o "Humaniora" (dedicado a su maestro Pepe Perona), donde afloran, como en distintas composiciones, la memoria y los recuerdos.
Poemas breves donde lo cotidiano sirve de inspiración y apoyatura. Lo mismo da que se trate de un pájaro (el "Carricero común" de la cubierta), la democracia ("La eternidad también es democrática") o los monstruos infantiles, uno de tantos miedos.
"Sé elegante, frío", leemos, y algo de eso hay en estos versos sin embargo cálidos. Al fin y al cabo, dice en "De una pieza", "todo cuanto os ocurre lo conoces, / es único por eso y para siempre". Y termina: "Sé valiente, / ofrécete y ten algo que ofrecer. / Es así como llegan de una pieza / los corazones que han amado mucho".
Hablé antes del humor (y de su envés, la ironía). En "Tintín contra Astérix", cuando parafrasea a Gil de Biedma ("no volver a ser joven ni de broma"), en "Retórica" ("Joven poeta, / no la caves ya más / que así es la fosa.") o en "Contra la novela".
Entre esas referencias cultas, Plath, Mishima y Dora Carrington (tres suicidas), Cavafis e Issa.
De la voluntad filológica del libro dan buena cuenta los cinco sonetos que se incluyen, que no desentonan, al contrario. Basta con leer los tercetos de "Se apaga el viejo fuego".
A la excelencia se suman poemas tan logrados como "Limerencia", "Sal del cesto" y "Antes del viaje", el que cierra el libro. Con el verso: "atrévete a quemar toda tu obra", lo que es de todo punto innecesario.


Luis Eduardo García
Ediciones Liliputienses, Cáceres, 2018. 140 páginas

De encomiable calificaría la empresa del editor José María Cumbreño en defensa de la poesía hispanoamericana en España. El mexicano Luis Eduardo García (Guadalajara, 1984), autor de Dos estudios a partir de la descomposición de Marcus RothkowitzUna máquina que drena lo celesteArmeniaMis poemas Alt LitDhigavostov Bádminton, es uno de los paradigmas de esa heroica empresa ultramarina. Su obra ha sido incluida en algunas antologías representativas de la nueva poesía transatlántica y ha ganado, entre otros, el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino y el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños. Además, su presencia en las redes internáuticas es notable. Aquí presenta poemas de sus cuatro primeras entregas. En el prólogo, el poeta chileno Cristián Gómez Olivares destaca que su “sola misión” es “echar abajo”, que “se propone terminar con cualquier proposición solemne en torno a lo lírico”, “re-evaluar las posibilidades del poema como vehículo de poesía”, contra los que defienden “la claridad y la comunicación”, “la simpleza del mensaje”, y los que han dado por concluido cualquier chance para lo representacional”. Concluye: “es un poeta cómico”. Pero cuidado, el humor es lo más serio del mundo (no al alcance de cualquiera) y no estamos hablando de un vanguardista trasnochado y verboso. Defiende que “la poesía es ficción”, por más que se entrevea entre sus versos mucho de él. Es alguien que no cree en las certezas, que acepta lo indeterminado. Cita a Bonnefoy: “La poesía no es si no es peligrosa”. Esta lo es. En el mejor sentido. Sus construcciones son complejas, como la vida, aunque ensucie las formas, como él diría. Sus compañeros de viaje se llaman Pound, Li Bai, Duchamp, Rothko, Rich, Hass, Rexroth, Berryman... Su impronta es vallejiana. No le hace ascos a Nicanor Parra. La imaginación es capital aquí, en esta fragmentación irónica y elíptica con sentido poblada de versos secos y cortantes. El lenguaje es la base, aunque “puede pisarnos el cuello”. Una “mina”. La irreverencia es ley y su rebeldía melancólica: “Todos los poemas son acerca de la desaparición”, “la música / de lo perdido, de lo que perderemos”. Contra el dolor, que “no purifica”. Contra los poemas “de felpa”, las metáforas inservibles y la retórica como “serie de prótesis”. Me ha gustado mucho “Armenia”, con sus “fallas” y Mandelstam al fondo. Desde la persistencia, una vital conclusión: “no vamos a sitio alguno y la poesía nos sigue”.

Nota: Las reseñas de los libros de David López Sandoval y Luis Eduardo García aparecieron el pasado viernes en El Cultural