Pablo García Baena
Edición de Rafael Inglada.
Introducciones de Juan Lamillar y Francisco Ruiz Noguera.
Renacimiento y Editorial Universidad de Córdoba,
Sevilla, 2021.
428 y 336 páginas. 30 y 25 €
Pablo García Baena (Córdoba,
1921-2018)
fue uno de los fundadores del Grupo Cántico,
una isla poética en la postguerra redescubierta por Guillermo Carnero.
Solitario, triste, tímido, callado y sonriente (dijo de sí
mismo), vivió en su ciudad natal (“cuna y sepultura”) y en la Costa del Sol. De
una parte, “la religiosidad, la familia, el recogimiento”; de otra, “lo
sensual, lo exótico, lo pagano”, resume Rafael Inglada.
Fue reconocido con premios como el Príncipe de
Asturias, Andalucía de las Letras y Reina Sofía, y nombrado Hijo
Predilecto de Andalucía.
Dentro del proyecto de la Obra completa (que incluirá, además, su prosa y una cronología), se
publica en el año del Centenario la preciosa edición definitiva (con cubiertas
de Alfonso Meléndez) de su poesía. En dos volúmenes. El primero reúne los diez
libros canónicos que publicó el poeta
entre 1946 y 2006: Rumor oculto, Mientras cantan los pájaros, Antiguo
muchacho, Junio, Óleo,
Almoneda (12 viejos sonetos de ocasión), Antes que el tiempo
acabe, Gozos para la Navidad de Vicente Núñez, Fieles guirnaldas
fugitivas y Los Campos Elíseos.
El segundo, de 1938 a 2019, recoge muestras de su “prehistoria” (“adolescencia
que es aprendizaje”): A Josefina, Escuadra, Por el mar de mi llanto, y de su “epílogo”, los póstumos Dos letanías y otros 14 poemas de ocasión,
Al vuelo de una garza breve y Claroscuro (Últimos poemas), así como
los anexos: adaptación del Cántico Espiritual, poemas musicados, sueltos
publicados, inéditos y privados, además de cinco de Claroscuro, versiones y hasta
unos versos sueltos.
Firma la modélica edición el citado Inglada, que
justifica su trabajo en una “Nota a la poesía”. Las introducciones de cada volumen
son, respectivamente, de Juan Lamillar y Francisco Ruiz Noguera. Las notas (363
en total) van al final de cada tomo para facilitar la lectura y no falta una
amplia bibliografía y un índice de títulos y primeros versos.
El poeta calificó su obra de “breve y secreta”, lo que
el tiempo ha terminado por desmentir. A pesar de que la mayor parte de sus
libros aparecieron en colecciones de escasa difusión, su poesía ha sido
ampliamente divulgada.
“Lenta y pausada”, como bien dice Inglada (“poeta sin
premura” lo calificó Castilla del Pino), “su obra no cesó de fluir”, salvo durante
una década en la que imperó el silencio (por entonces pasó del atlas al viaje y
recorrió el Mediterráneo). “Mi obra –afirmó– es un solo libro como mis días son
una sola vida”. Y: “La poesía no es más que un dietario riguroso y sincero”.
Barroca, sí, pero, por decirlo con Gaya, no de “lo que
sobra”, sino de “todo aquello que no cabría en otra parte, pero ha de estar”. De
ahí que defendiera “lo sencillo dicho de manera deslumbrante”, suntuosa; lo
natural en un artesano “orfebre del idioma”. Con un “léxico lujoso”, esa “capa
pluvial”, según él, que sobrepasa lo decorativo en busca de la palabra precisa,
poco importa si rebuscada o arcaica.
Fue ante todo un poeta de la mirada, contemplativo y plástico:
“Mi poesía es de las visuales, pictórica; todo lo que expreso lo he vivido o lo
he visto”. Subrayó su “fondo real”.
¿Sus temas? Los libros (“Sala de lectura”), la religión
(de liturgia, Semana Santa y Vírgenes), el amor (“Todo mi ser es un canto al
amor”), la amistad (el segundo tomo lo evidencia), Córdoba (léase “La calle de
Armas”), la naturaleza (campo, huertas, jardines…), el paso del tiempo y la
muerte.
¿Sus maestros? De san Juan de la Cruz y Góngora a Juan
Ramón Jiménez, el principal. Romántico y modernista (y, por eso, partidario del
Simbolismo). De la estirpe de Bécquer, diría Fernando Ortiz.
Vuelve la poesía de este poeta vital, solitario y
melancólico, de voz propia e inconfundible, del Sur, que confesaba padecer la
inspiración. Hasta quienes huimos del
preciosismo, el lujo y lo ornamental nos rendimos ante la exactitud de unos
poemas donde esplende el castellano con serena belleza.
NOTA: Este reseña se ha publicado la pasada semana en EL CULTURAL.