26.3.22

De varia lección

Estoy de acuerdo con quien ha dicho que Geografía y literatura. Confluencias para la innovación docente a través de una antología poética, obra de Pablo Núñez Díaz, Jesús Ruiz Fernández, Cristina García Hernández, Benjamín González Díaz y Rodrigo Olay Valdés, publicada por la editorial Trabe y la Universidad de Oviedo, es, sobre todo, un espléndido florilegio de la poesía española de dos de las últimas generaciones: la del 68 (o Novísima) y la del 80 (o de la Democracia). Si pinchan en este enlace podrán conocer el índice completo con todos y cada uno de los poemas seleccionados, a razón de uno o dos por cabeza. Insisto: lo mejor, más allá de sus potencialidades didácticas, es lo bien elegidos que están los versos que conforman este singular panorama, fruto del criterio de los autores, sin duda, entre los que sobresalen los jóvenes poetas asturianos Pablo Núñez y Rodrigo Olay. Por lo demás, quienes me han leído saben lo que me interesa la noción de lugar y la poesía del paisaje. La de los elementos naturales: el clima, la vegetación, los ríos y lagos, los glaciares, los océanos, las montañas, etc. La geografía poética, en suma, tan ligada a otro tema clásico de la lírica: el del viaje.

Mi admirada Marina Gasparini Lagrange ha tenido el detalle de hacerme llegar un librito delicioso. Ese envío tiene que ver con mi entrada sobre el centenario de la poeta venezolana Elizabeth Schön, donde mencionaba las fotografías de su marido, que la tenían a ella como principal protagonista. La Fábrica, en su colección PHotoBolsillo, ha publicado Alfredo Cortina. Una mirada informada, ese era su nombre, donde ser reúne una significativa muestra de su labor fotográfica. Nacido en Carabobo en 1903 y muerto en Caracas en 1988, Cortina fue también libretista de radio y televisión, publicista e inventor. En el libro hay retratos, imágenes urbanas y de paisajes del interior de Venezuela. Algunas de sus fotografías fueron seleccionadas por Luis Pérez Oramas para la Bienal de São Paulo de 2012. 
Ariel Jiménez ofrece en su introducción un preciso retrato del fotógrafo y nos explica con claridad su poética fotográfica. Más allá, he disfrutado muchísimo con esas meditadas instantáneas que presentan, no sin nostalgia o melancolía, el campo y la ciudad de las décadas de los cincuenta, sesenta y setenta del siglo pasado. Me han impresionado, sobre todo, las arquitectónicas de una Caracas que dejaba de ser pequeña y provinciana para convertirse en la gran urbe que llegó a ser. Eso por no mencionar los retratos de su esposa Elizabeth en escenarios a cada cual más impactante. 

Fernando Carrillo Cordero es un extremeño de Cáceres (1967) que vivió su infancia en Herrera de Alcántara, en La Raya, y que, como tantos de aquí, ha pasado su vida en la diáspora. Sin olvidar, eso sí, sus raíces. De ello da fe Interminable eclipse. Geografía de una memoria, publicado por la valenciana EdictOràlia, con prólogo de Manuel del Álamo. El suyo es un viaje por los recuerdos. Por un "particular e inconfundible enclave bautizado por el autor como la Finisterra extremeña, una zona aislada, «delimitada por la frontera natural que los ríos Tajo y Sever hacen con Portugal en una caprichosa punta de flecha geográfica que se adentra en el país vecino. Un lugar de no paso, oculto a los ojos del viajero». De Trujillo a Las Hurdes, de La Fontañera al Casar de Cáceres, del Valle del Jerte a la Valencia de Alcántara, de las tierras de Montánchez-Tamuja al puerto de Miravete". Componen el libro veinte relatos breves; "miniaturas de ritmo sosegado y de bellísima factura", según el prologuista. 
Poeta (es autor, entre otros, de un libro de haikus), abre la obra con citas de numerosos poetas extremeños, lo que demuestra que conoce bien la poesía escrita por sus paisanos: "Unos cuantos poetas extremeños (...) me han servido de puente para acercar la distancia", escribe. 
A cada postal, digamos, le corresponde una "nota", que agrupa en la segunda parte del libro, donde hace explícitas algunas referencias -en las que no faltan los nombres propios de escritores, artistas y lugares- y datos sobre ellas. 
En el capítulo "Agradecimientos", traza una breve autobiografía que ayuda al lector a comprender mejor esta emotiva aventura a través del tiempo. Pura memoria.