El inglés Simon Armitage (Marsden, West Yorkshire, 1963)
es el actual poeta laureado del Reino Unido y ha recibido numerosos premios. Posee
la Queen’s Gold Medal for Poetry y la Order of the British Empire. Además
es músico, letrista, novelista, traductor (obtuvo el PEN Award for Poetry in
Translation por Pearl) y dramaturgo, tanto de obras originales como
adaptadas. Suya es la versión al inglés actual de Sir Gawain y el caballero
Verde y La muerte del rey Arturo.
Armitage trabajó como agente de la condicional y colabora en
los medios de comunicación. Tras su paso por distintas universidades, ejerce
como catedrático de Poesía en la de Leeds.
Con un historial así, equivalente a la cantidad de libros
publicados, llama la atención que no contáramos en España con una muestra de su
quehacer. Algo que remedia esta espléndida versión de sus poemas debida al
poeta Jordi Doce, editada con sumo cuidado por Impedimenta para su recién
estrenada colección de poesía.
Explica éste muchas cosas acerca de este “poeta profesional”,
“célebre y celebrado”, y de su poética. Perteneciente a la “tradición muy
inglesa del poeta de circunstancias” y autor del prestigioso catálogo de Faber
& Faber, es miembro sobresaliente de la New Generation Poets, una
promoción “esencialmente mediática”, jóvenes durante la época thatcherita, militante
“del flanco más insular y demótico” de la lírica británica (de ahí la inevitable
comparación con Larkin, aunque él prefiera a Hughes, Auden, Muldoon o McCartney);
en el polo opuesto, más cosmopolita, de la de otro compañero de grupo: Burnside
(al que también tradujo Doce).
Su voz, “irónica, urbana, ingeniosa” y “con un verso cercano
a la prosa y los ritmos del habla, de la conversación”, es “sintomática de un
momento y lugar”: el suyo en el norte de Inglaterra. Y de una estética: la pop,
y de un tipo de música: la de The Smiths y el postpunk.
Sus orígenes proletarios justifican su enfoque: incisivo con
el clasismo de su país, aunque abunde en su poesía la piedad y nunca pierda el
sentido del humor (sutil o con sarcasmo y retranca, depende).
Destaca el prologuista su magisterio “en el difícil arte del
monólogo dramático”, tan útil para contar historias, algo que le encanta. Anécdotas
que trascienden, persuadido por “esa / sospecha de que hay algo más”. “He
oído”, “oí la historia”… No cabe duda de que este hombre tiene alma de
novelista. Algo que pone en solfa, paradójicamente, el contrapunto lírico de En
memoria del agua.
Subraya la dificultad para verter a nuestra lengua sus
versos por “el afán de su autor por representar fielmente el idiolecto de sus
personajes”. Una jerga y unos modismos que se apegan a la perfección a “lo que
pasa en la calle”. En busca de la naturalidad. De ahí que abunden los nombres
propios: de gente común, de artistas, de sitios, de marcas… “Así es la vida”, dice,
o “Digamos las cosas como son”. Lo suyo sería “dar noticia / de cómo vivimos,
lo que hemos visto, / de cómo nos afecta y lo que eso demuestra”.
Salva Doce el escollo señalado y nos ofrece, en fin, una
poesía que suena muy bien en español. Basta con leer “Canción de los hombres de
poniente”, que traslada en octosílabos.
Asombra la solvencia con la que Armitage arma sus poemas
(casi nunca breves). Su sentido de la composición. En los escogidos de Ver
las estrellas, pongamos. Y su versatilidad: el sinfín de situaciones que plantea y la de voces que interpelan
al lector.
No había mejor colofón para esta antología que el poema que
da título al libro. Armitage en estado puro.
Simon Armitage
Traducción, prólogo y notas de Jordi Doce
Impedimenta, Madrid, 2024. 416 páginas. 25 €
NOTA: Esta reseña se ha publicado en EL CULTURAL.