30.1.25

La poesía de Hayim Nahman Bialik

1. Puede que no sea el momento más oportuno para comentar este libro, o todo lo contrario. Me explico. Su autor, Hayim Nahman Bialik (Zhitomir, Ucrania, 1873-Viena, 1934), es considerado el "poeta nacional de Israel" y el máximo referente de la poesía hebrea contemporánea. El prejuicio, hermano mayor de la simpleza, descartaría para algunos la lectura de sus poemas. Por razones políticas o ideológicas, sí. Lo malo es que ese reduccionismo abocaría al improbable lector a perderse una obra poética digna de lo que fue Bialik: un gran poeta. A la altura, quiero decir, de los más grandes de la literatura universal. Si no es reconocido como tal puede deberse a que su lengua materna, el hebreo, fue y sigue siendo minoritaria. Por eso y por lo expresado con anterioridad. Por suerte, para rellenar, al menos para mí, ese inexplicable hueco (sólo hay otro libro suyo registrado en el ISBN: La ciudad del exterminio, y está agotado), está la modesta pero rigurosa editorial salmantina Sígueme, que, ya ven, depende de una hermandad de sacerdotes católicos; el mismo sello que nos descubrió (y eso que apenas publica libros de poesía, este es el quinto título que ve la luz), la obra de otro grande, el portugués Daniel Faria. En su catálogo aparece la antología Pan de lágrimas, apenas un puñado de poemas que demuestran de sobra su verdad lírica. La edición es bilingüe y de ella se ha ocupado con una solvencia apabullante Raquel García Lozano, doctora en Filología Semítica y profesora titular del área de Estudios Hebreos del Departamento de Lingüística, Estudios Árabes, Hebreos y de Asia Oriental de la Universidad Complutense de Madrid, traductora, entre otros, de Amos Oz y Aharon Appelfeld, autora de trabajos de investigación sobre el Holocausto. Alguien (ni sionista ni del Mosad) que sabe lo que se hace. Para empezar, y acaso lo más importante, vierte los poemas a un español impecable, esto es, que aquéllos suenan en nuestra lengua como auténticos poemas y no como versiones mal hilvanadas. Para seguir, y después de los poemas, para no estorbar nuestra lectura, su estudio conclusivo, "Cómo besar a una madre a través de un velo", aporta información acerca del poeta y de su poesía con una claridad meridiana. Para terminar, y por si eso fuera poco, comenta brevemente cada poema. Y todo, insisto, sin profesoral pedantería o falsa erudición. Es difícil que algún aspecto de la obra de Bialik quede fuera de su atinado análisis. Por eso es tan fácil seguir de su mano este extraordinario viaje a través del espacio y del tiempo, más para quienes, lectores de Steiner (y de tantos otros escritores y ensayistas judíos) admiramos esa cultura religiosa basada, en buena parte, en el símbolo del Libro. En la lectura, preciso, y en lo libresco. 
Bialik, reacio en principio a leer los textos en una "lengua extranjera", distinta de la original en la que fueron escritos, reconoció que "cuando el traductor utiliza un medio nuevo, renueva el acto de la creación". 

2. Ya se anotó que el poeta nació en Zhitomir, la actual Ucrania, en una zona fronteriza, entre Rusia y el Imperio austrohúngaro, donde "vivía casi la mitad de la población judía del mundo". (La cita es de la editora, como todas las entrecomilladas que aparecerán a continuación.) La pobreza y la orfandad (su padre muere pronto y pasa a cuidarle un abuelo). Estudia, como es lógico, en una escuela talmúdica: la yeshivá de Volozhin. Con su primer poema, "Al pájaro", el que abre esta muestra, viaja a Odesa, "el centro cultural hebreo más importante de la diáspora europea", donde se inicia la nueva literatura hebrea. Ilustrados, preferían el hebreo al yidish y huían del caduco "mundo shtetl". Sin olvidar ni su lengua ni a los clásicos ni sus convicciones, pretenden una nueva cultura más laica y moderna. 
Allí conoce personalmente a Ahad Haam (dedicatario de un poema memorable), al que han denominado "el primer izquierdista", creador de "sionismo espiritual" (que propugna la cultura y la educación como "ejes centrales"), movimiento ajeno en sentido estricto al sionismo que inspira la fundación del estado de Israel (que Bialik no conoció, aunque llegara a vivir en Tel Aviv, Palestina), ideología de la que se mantuvo alejado hasta el final de su vida (y con matices), cuando el avance del nazismo se impuso a cualquier otra discusión. 
El citado primer poema se publica en la revista Pardés y desde ese momento Bialik pasa a ser un poeta reconocido. 
Por la influencia del abuelo, un hombre de talante tradicional, se casa, abandona la ciudad y se va a vivir al bosque, cerca de su pueblo natal, donde tiene su suegro un comercio de maderas. No deja de escribir. 
El citado Haam funda la revista Hashiloach (en 1896 y no en 1986, según errata) y eso le anima a recuperar "la confianza en sí mismo como poeta". 
En 1901 aparece su primer libro: Shirim (Poemas). Consta de cuarenta y seis. Lo más llamativo: que tienen "un marcado carácter autobiográfico, absolutamente novedoso en la poesía hebrea desde los tiempos bíblicos". No faltan lo que prefieren en el círculo de Odesa: los de carácter "nacional-colectivo", los que le consagran como "poeta nacional hebreo". 
En ese momento de "esplendor" creativo surgen los pogromos, auténticas masacres de judíos, lo que dio lugar a la escritura de poemas esenciales en su obra, como "Lo sé, una noche de niebla", "Llamada a las serpientes", "Sobre la masacre" y "En la ciudad de la matanza", un libro en sí mismo. Por eso decía al principio -y hace bien en recordarlo la editora- que no es tan anómalo leer la poesía de Bialik en estos momentos de guerra entre judíos y palestino (generalizo, aunque no es del todo así, sería tanto como confundir ciudadanos con terroristas); por aquello de quién y cómo encendió la mecha del último capítulo de ese conflicto incesante. 
Esas persecuciones hacen que Bialik, muy a su pesar, se mude en Varsovia. Más tarde, a finales de la primera década del XX, viaja a La Haya y por primera vez a Palestina, donde es "recibido con grandes honores y encuentros multitudinarios y agotadores". Por ser el intelectual que era. 
En 1908 publica su segundo libro, con el mismo título que el primero. Consta de treinta y seis poemas nuevos y una selección de los anteriores. El "éxito rotundo" le conduce, sin embargo, a un estado de abatimiento que sólo remedia la fundación de la editorial Turgeman, en la que cumple su sueño de publicar "lo mejor de la literatura hebrea clásica y moderna, así como poesía para niños y adaptaciones a un público infantil y juvenil". También de traducciones de obras clásicas de la literatura universal. Él mismo se ocupa de una edición abreviada del Quijote.
En torno a 1920, tras el triunfo de la Revolución en Rusia, pide permiso para abandonar el país junto a su mujer y otras familias de escritores judíos. El barco sale de Odesa rumbo a Constantinopla. Algunos dan el salto definitivo a Palestina, pero otros, como él, permanecen en Europa por un tiempo. Bialik pasa unos meses en Berlín. Prohibida en Rusia la publicación de libros en hebreo, fundan allí la editorial Dvir, que aún existe en Tel Aviv. 
Coincidiendo con su quincuagésimo aniversario, se publica, en una edición de lujo y en cuatro tomos, su obra completa. Con treinta y siete nuevos poemas. En 1924, incapaz de adaptarse a la vida berlinesa, zarpa de Trieste rumbo a Tel Aviv, donde se construye una gran casa convertida hoy en museo. Desde allí, en olor de multitudes, viaja a Europa y Estados Unidos. 
Se centra durante esa etapa en sus poemas infantiles, que generaciones y generaciones de niños han crecido leyendo, explica García Lozano. En 1934 viaja seriamente enfermo a Viena. Le operan con éxito pero muere de un paro cardiaco  un mes después. 
Gershom Scholem escribe a Walter Benjamin que "era el orador más productivo de este país", "un «maestro» precisamente en el sentido en que uno se imagina a los grandes talmudistas". 

3. ¿De dónde el título de este libro? De nuevo lo aclara la editora: "el poeta como el pan de lágrimas de su madre, el primer alimento de su poesía, el legado que recibe como herencia". Lágrimas, añado, que caían a de sus ojos mientras ella amasaba el pan de cada día, la única comida que apenas podían permitirse. "Son mis lágrimas mi pan día y noche", escribió, como el salmista. "Como si de una flecha se tratase, Bialik lanza las palabras de los salmos y los Profetas, de los talmudistas y los cabalistas hacia el mundo moderno, con una fuerza y una vitalidad renovadas", afirma García Lozano. 
Destaca que para él "no había contradicción alguna entre lo personal, lo nacional y lo universal. Para él judaísmo y humanismo significaban lo mismo". Y que su corazón, "la raíz de su alma", estuvo siempre en el exilio. De ahí que sionista, ya se dijo, nunca llegara a ser del todo, a pesar de que "el terrible destino" presagiado para su pueblo le obligara a mirar con otros ojos esas ideas. 
Su poesía abarca un período de tiempo breve: de 1891 hasta 1911. No obstante, dio nombre a esa época, la que va de 1900 a 1920: Generación de Bialik o Renacimiento. 
Antes de comentar los poemas uno a uno, García Lozano concluye: "Sus poemas no son un lamento lacrimógeno por el paraíso perdido, por esa tierra «donde la primavera mora eternamente» hacia la que hay que emprender el camino. Sus poemas son, más bien, una amalgama de antagonismos en los que se oye la voz del que se queda solo en la sinagoga abandonada y del que busca una ventana para salir de allí; la voz que clama contra un mundo ancestral, polvoriento y putrefacto, y la que clama contra quien, desde lo alto de una colina, lanza proclamas exaltadas llamando a la acción; la voz que clama contra la aculturación y la que clama contra la segregación; la voz que lamenta la falta de amor y la que lamenta el alto precio que la pasión exige; la voz que se alimenta de lágrimas y la voz que ordena contener el llanto". Y añade: "Las lágrimas, las lágrimas tragadas, las lágrimas contenidas, as lágrimas vanas, las lágrimas reducidas a una sola lágrima, son el leitmotiv de los poemas que forman esta colección titulada Pan de lágrimas". 
Quien los lea va a encontrar en ellos ecos bíblicos, en especial de los salmos. La editora ha preferido ofrecer al lector los poemas sin anotar a pie de página las citas bíblicas y las referentes al Talmud y a otros textos sagrados: "Cada palabra de sus versos alude a alguna de las obras que conforman la biblioteca de los libros judíos". No es, pues, una edición crítica. Cosa distinta son los comentarios, donde se permite explicar conceptos tan significativos como el de la Shejiná, a propósito del poema "Sola", que "contiene la idea de un elemento femenino en Dios mismo".
Aquí hay himnos, sí, pero también elegías porque Bailik nunca olvida la pobreza, la orfandad, la persecución, la historia, el exilio... Todo aquello que define o caracteriza a la literatura hebrea de la que fue guía. También el amor, inseparable de la condición humana. En "Acógeme bajo tus alas", por ejemplo: "dicen que existe el amor, ¿qué es el amor?".
Destacaría, además de los ya citados sobre los pogromos, "Al pájaro", "A mi regreso", "Ante el umbral de la escuela rabínica", "Los últimos días del desierto", "Mi canto", "Ante la biblioteca" ("erais mi jardín en los calurosos días de verano / y mi almohada en las noches de invierno") y, sobre todo, el extenso poema narrativo "En la ciudad de la matanza", inspirado en el pogromo de Kishinev, donde ataca con ira la cobardía y la pasividad de las propias víctimas. “No es un poema –dijo Yosef Klausner–, es el Libro de las Lamentaciones”. Una profecía a la altura de las de Jeremías o Ezequiel, apostilló. 
Dejo en manos del futuro lector la decisión de qué poemas y versos debe subrayar con el lápiz al que tantas veces aludió George Steiner. El mío lo ha hecho con buena parte del libro. Tanto de la parte lírica como de la ensayística. "No he logrado la luz por casualidad, / tampoco la he heredado de mi padre, / de mi peña y de mi roca la he arrancado, / la he extraído de mi corazón". 
En “Vidente, huye (Amós 7, 12)” leemos: “¿Huir? ¡Alguien como yo no huye"! Y más adelante: “Acepto mi destino”. Y en "Sea quien sea": "«Mira, aquí estoy, mira lo que ha sido mi vida, / lo que ha sido de mi fuerza, de mi fidelidad y mi rebeldía»". Uno es ahora "el que venga después de mí" y "abrirá él solo el libro de mi vida" y "beberá las palabras amargas".

Pan de lágrimas
Hayim Nahman Bialik 
Sígueme, Salamanca, 2023. 176 páginas. 18 €

NOTA. Esta reseña se ha publicado en EL CUADERNO.