
La editorial vallisoletana Difácil ha abierto una colección particular dentro de la suya de poesía: Prúa. En asturiano, "lluvia fina". La que se identifica mejor con la lírica, que cala, pero poco a poco. La han puesto en marcha, con la anuencia de César Sanz, cinco amigos gijoneses, los que conforman su consejo editorial y la sufragan: César Iglesias, José Luis Argüelles, José Carlos Díaz, Pedro Luis Menéndez y Juan Muñiz. Los de la antología Parada Gijón-Xixón Poemas, salvo Álvaro Díaz Huici (editor de Trea).
Inauguran la serie por todo lo alto, con los libros Poesías familiares y domésticas, de Fermín Herrero, y Pasajeros de andén, de Pedro Luis Menéndez.
El primero reúne poemas del soriano "por lo general hogareñas, de andar por casa, sin ínfulas ni pretensiones sublimes". La subtitula "Una antología personal". Le ha puesto un prólogo Julio Llamazares, que la conoce de sobra. Un delantal de los bonitos y necesarios, cabe precisar. Dice del poeta que es uno de los "mejores de cuantos escriben hoy en España y en Europa" y que "pasará a la historia", algo que sus lectores ya sabíamos y que confirmarán cuantos se acerquen por primera vez (o no) a su poesía; "la mejor manera de entrar de lleno" en ella, como bien dice el autor de Memoria de la nieve.
El título del libro de Menéndez hace alusión a las figuras de las maquetas ferroviarias, "viajeros que no viajan, que no suben a ningún tren, que solo miran cómo la vida pasa ante ellos". En la misma línea que los últimos libros de este poeta intermitente que parece haber encontrado la regularidad en los últimos años, estamos ante una poesía colmada de tristeza, muy norteña, apegada a la realidad, a la memoria (amores, sucesos) y a la decrepitud de la vejez. Machadiana "palabra esencial en el tiempo". Cierra el volumen una "Sextina barroca", a modo de poética, donde leemos estos versos: "Era esto la vida, humo y tiempo". "Era esto la vida, hora y sueño". "Era esto la vida, humo y sombra".
Ojalá la colección cristalice y nos permita seguir leyendo libros que se sitúan en ese territorio literario tan especial que abarca el noroeste español. Un sentimiento (la señardá) más que un lugar. Poetas que nunca dejan de mirar a Portugal y escriben en la lengua de Cervantes.