11.9.25

Dionisio López lee "Lecturas a poniente"

El compromiso perdurable

Lecturas a poniente, una cartografía literaria trazada con paciencia, rigor y enorme generosidad lectora, no es un libro más sobre poesía extremeña. Es el extremo de un círculo de compromiso con la creación poética que se abrió hace cuatro décadas con Abierto al aire, aquella antología que marcó un antes y un después en nuestra literatura. Además, no se trata de un círculo cerrado: la labor crítica de Valverde continúa, semana a semana, con paso marcial.
Mientras me documentaba para Los últimos del Oeste, antología sobre poetas extremeños recientes, no dejaba de encontrarme con Álvaro. «La sombra de Álvaro es alargada», me decía. Ya bromeé con el cuento de Monterroso: Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí». Pues eso: cuando buscaba, Álvaro ya había estado allí, con una reseña lúcida, escrita a veces diez o quince años antes. Y quiero subrayarlo: yo buscaba información sobre autores de las últimas generaciones. Es decir, uno de los poetas y críticos más prestigiosos del país —que eso es Álvaro Valverde— lleva años prestando atención e incluso empujando a los nuevos nombres. Algo nada frecuente. Por eso me alegró incluir Lecturas a poniente en la bibliografía de mi libro, aunque ambos salieran con apenas un mes de diferencia. Fue la primera inclusión bibliográfica que recibió, pero estoy seguro de que será la primera de muchas. Ya no puede hacerse una historia crítica de la poesía del Oeste sin pasar por estas páginas.
Este libro es también hermano del anterior, Porque olvido. De hecho, bien podría haberse titulado así. Como lectores enfermos que somos, sabemos que llega un momento en que la lectura desborda. Igual que, tras un viaje largo, olvidamos castillos o museos, el lector acaba confundiendo autores, versos, libros. Por eso este volumen tiene valor de archivo, de diario de lectura, de antídoto contra el olvido. Porque Álvaro no se detiene en la emoción o la estética: describe, anota estructura, señala citas, menciona cubiertas... Cada reseña es cápsula de memoria. Pero Valverde no se queda en el libro reseñado. Sus textos amplían horizontes: mencionan obras y autores que conectan con lo leído. Cuando escribió sobre Los nombres de la nieve, por ejemplo, citó Los nombres del mar de Ángel Campos, Memoria de la nieve de Llamazares, Principio y fin de la nieve de Bonnefoy... También a Umbral, Bonnett, Maillard, Octavio Paz, Rimbaud, Gil de Biedma... ramificando la lectura hasta el infinito.
El trabajo del crítico no es fácil. Suele ser ingrato, porque el criterio molesta, porque el silencio duele. Y, sin embargo, ahí está su gesto valiente: el de quien sigue leyendo, escribiendo, publicando más allá de compromisos oficiales, sabiendo que no todos agradecerán sus palabras. Por eso este libro es también un ejercicio de ética literaria. Porque quien critica, cuida. Y quien reseña, comparte. Leer tiene algo de intimo, pero también de solitario. ¿Quién lee poesía? ¿Y quién ha leído justo el libro de poesía que tú has leído? Estas reseñas ocupan esa soledad y establecen una suerte de diálogo atemporal.
Por todo ello, estas Lecturas a poniente tienen tanto valor. No estaría de más —y lo sugiero aquí— que la Editora Regional reuniera también las reseñas de otros que cabalgan por el Oeste con pasión crítica, como Enrique García Fuentes o Juan Ramón Santos. Este libro no solo merece ser leído: merece ser seguido. Porque ilumina, ordena, ofrece conversación. Porque, como toda buena literatura, nos enseña a mirar mejor. Y acaso eso sea lo más valioso de Lecturas a poniente: que en este oficio silencioso, resistente y expuesto a la intemperie que es leer; hay también una forma de compañía. Y leer este libro es dejarse acompañar por una inteligencia lúcida y una sensibilidad fiel. Y eso, en estos tiempos, es un lujo.
 
Lecturas a poniente
Álvaro Valverde
Editora Regional de Extremadura, Mérida, 2024

NOTA. Esta reseña ha sido publicada en el número 501 de la revista QUIMERA.