Nicole Brezin (Buenos Aires, 1993) ha trabajado como editora
en el sello madrileño Visor tras graduarse en la universidad de su ciudad
natal. El que reseñamos es su primer libro. Llega bien respaldado: con un
prólogo de Luis García Montero y una nota en la contracubierta de Cristina Peri
Rossi.
Ya en el primer poema alude a “la patria como un amor
perdido” y al “amor como una patria ganada”, versos que nombran las dos partes
de que consta el libro.
Desde el principio el tono es conversacional e íntimo: autobiográfico,
de ahí que lo dicho aspire a esa “difícil sencillez” de la que habla el
prologuista. Así cuando nos cuenta (el aire es inevitablemente narrativo) que
es la hermana mayor de dos mellizos (la ley primera, la de los hermanos unidos),
que el fuego destruyó su casa, que las heridas se adhieren a la memoria “como
una mancha de aceite / en nuestro sweater preferido”, que anhela un mapa sin
distancia “como una Pangea de origami”, que viene de un “sur remoto como un
sueño”, que pidió una foto a su madre para observar el pasado: “Quién eras, /
con qué vida soñabas”, que “nuestro dolor parirá ciudades”, que ignora si “allá
lejos y al sur” existirá su ciudad, que “hay cosas / que no deben perdonarse”…
“La memoria / también es un lugar”, sostiene Brezin, quien
en la segunda sección (arraigo y desarraigo) acepta un “nuevo norte ―que es
él”. El amor. El que “quemó las naves”. El que expresan poemas logrados como
“21 gramos”, “Luces de navidad” (“sobrellevo mis pérdidas en silencio”),
“Acrópolis” (“papá siempre sabía dónde estaba casa”), “Tradición” (la boda),
“Mestizo” (el hijo: “no seas extranjero”) o “Por el bien del mundo”, un precioso
himno: “Amémonos por los demás”. “Por el tiempo que nos queda”.
Nicole Brezin
Renacimiento, Sevilla, 2025. 104 páginas. 16 €