28.6.10

Moga et la vie

No es la de Eduardo Moga una poesía complaciente. Quiero decir que ni es simple ni es sencilla y que el lector debe vérselas con un poeta que se caracteriza por su exigencia; de voz potente, arrolladora (no pocas veces) y muy personal, que no suele andarse con chiquitas. Por eso me ha sorprendido Bajo la piel, los días, uno de sus libros más personales (personalísimo, mejor), que acaba de publicar la imparable Calambur (¡vaya racha!) en su colección de Poesía. Sí, lo digo porque en realidad estamos ante un "diario poético" (como reza en la nota editorial) que, me temo que desde el principio, aspiró a eso: a ser poesía. ¿En prosa? Puede ser. A estas alturas, lo de los géneros... Por el tratamiento del lenguaje, poesía desde luego parece. O está muy cerca. ¿Detrás? La vida, qué si no. La enfermedad (sus acúfenos, su insomnio, la diabetes de Álvaro...), la muerte (la del padre), el sexo (hay páginas muy crudas -por explícitas- al respecto), la ciudad (las ciudades), la literatura (con opiniones contundentes sobre algunos autores), la amistad (Tomás, Sergio...), el amor (Ángeles)... Que nadie espere, en fin, lindezas, delicuescencias ni falsos lirismos sino aspereza, ironía y desgarro. Y melancolía, ay, mucha melancolía.