Patricio Pron. A raíz del hecho de que has nacido en una pequeña población 
rural española (Ceclavín, en Cáceres) y que esto es, aparentemente, 
bastante singular en el contexto de los escritores españoles de tu 
promoción, me gustaría comenzar preguntándote acerca de la relación que 
tienes con el campo.
Julián Rodríguez ¿Con los animales del campo? [Risas] ¿Con el campo en general?
P. P. Bueno, si tienes alguna experiencia personal con los animales 
del campo que quieras contarnos, desde luego, será muy bien recibida.
J. R. Lo digo porque Fogwill siempre me decía: «¿Cuántas ovejas te tiraste esta semana?» [Risas] Me mandaba mensajes de dos líneas para preguntarme qué tal iba la zoofilia, porque creía que todos éramos rurales de ese paño.
P. P. ¿No lo sois? [Risas]
J. R. No, somos más convencionales. En realidad, en alguna parte de los 
libros que he escrito y he publicado hay un aliento importante, una 
línea de fuerza, y también de resistencia, que sería precisamente esa, 
la que trata de lo rural. En parte porque uno detesta ese territorio a 
una cierta edad y luego, cuando aparentemente le ha llegado el momento 
de ser cosmopolita, acaba dándose cuenta de que es muy provinciano. Cada
 uno de mis libros se ha ido haciendo, precisamente, en el pensamiento 
de ese territorio. Digamos que ese espacio ni siquiera es un espacio 
mítico ni ése adorable y paradisíaco de la infancia, sino un espacio en 
contradicción también.
Este interesante diálogo forma parte -copio- del ciclo «Antología en movimiento», una serie 
de conversaciones públicas entre el escritor Patricio Pron y una 
selección de artistas de la escena madrileña contemporánea en la 
librería La Buena Vida. En este caso, el extremeño Julián Rodríguez. Está publicada al completo en el blog que el autor argentino tiene alojado en Revista de Libros.

