"Significativo pleno de notables planetarios en el almuerzo del
Premio Biblioteca Breve, que este año recayó en una novela de
Fernando Aramburu. Las cosas no son casuales, claro, y a las mesas de la desangelada sala del Musseu Marítim se sentaban, entre otros, los ejecutivos Badenes, Revés y Tixis, que daban al acto el espaldarazo corporativo tras una importante reestructuración editorial que ha dejado algunas heridas. También estaban Elena Ramírez, la anfitriona y ahora responsable transversal del área de literatura extranjera, y la imparable Belén López, que culmina (por ahora) su trayecto rompe-techos-de-cristal desde Temas de Hoy a la dirección del área de literatura española del grupo, con el trofeo de
El tiempo entre costuras como implícita carta de navegación. Había otros editores (caseros y externos), asesores, autores (muy) admirados, eficaces (y bellas) agentes, sufridos libreros, apasionados
bloggers y otros personajes del cada vez más abigarrado
métier del libro. Y prensa, abundante prensa, siempre eficazmente pastoreada por la cada día más elegante Ana Gavín. Pero esto no es (solo) una crónica de sociedad y me interesa recordar aquí que mi admirado Fernando Aramburu es todavía un autor de Tusquets, esa editorial asociada —digámoslo así— a Planeta desde hace un par de años (
mutatis mutandis, como Seix Barral, en 1962; como Destino en 1989; como Espasa en 1991). Por allí andaba también mi amigo (supongo) Juan Cerezo, que lleva lo mejor que puede el día a día de Tusquets desde que su propietaria, la señora de Moura, empezó a dejar carga de trabajo. Recuerdo melancólico las declaraciones de doña Beatriz a Carlos Geli al día siguiente de que se hiciera pública la “asociación”: “yo sigo independiente, a mí no me ha comprado nadie”. Bueno, es una manera de verlo, pero hay otras. Y a menudo es malo insistir en las cosas, sobre todo cuando uno se traslada desde el coqueto palacete de Cesare Cantù al atiborrado edificio corporativo de Diagonal 604. También insistió el autor premiado en que
Ávidas pretensiones no es un
roman à clef. Tanto lo hizo, desviando incluso su inspiración a los tejemanejes del Gruppe 47, que conozco a más de uno que va a leer con lupa esa novela satírica en torno a poetas (o poetrastos) con más o menos experiencia. Un mosqueo, debo decir, que también suscitó la ambivalente laudatio de
Pere Gimferrer, a quien no sentí del todo a sus anchas."
"Premio", Manuel Rodríguez Rivero, El País.