11.11.14

Pase de revistas

Creía uno, como tantos, que esto de las revistas literarias en papel era cosa del pasado y, sin embargo, florecen como en los mejores tiempos, esos que ya ni se recuerdan. Para mí, ser analógico, una alegría.
Encima de la mesa, a la espera de la anunciada Suroeste, tengo seis: Anáfora, Estación Poesía, La Revista ÁureaClarín, Cuadernos Hispanoamericanos y Turia.
Las dos primeras coinciden en el número 2 y en su sobrio pero elegante diseño.
Anáfora, que edita la asturiana Impronta y que coordinan dos poetas jóvenes que ya han pasado por aquí, Cristian David López y Pablo Núñez (del grupo de José Luis García Martín, maestro y mentor), abre su entrega con tres poemas potentes, marca de las respectivas casas, de tres poetas intensos y transgresores: Bonilla ("Los poetas malditos"), Piquero ("Intervalo de la rosa") y Bernad ("Buscadores"). Hay, además, traducción, prosas (diarísticas, por ejemplo), una entrevista a García Montero y un puñado de reseñas. 
Estación Poesía ratifica su calidad y se consolida como una de las más interesantes del panorama. Desde la Universidad Sevilla (CICUS), que no es poco, y de la mano de su director, Antonio Rivero Taravillo. Por no mencionar a unos y olvidar a otros, el conjunto es estupendo, citaré los aforismos de Elías Moro, que van camino de libro, y el extenso poema, que ya evoqué en este blog, de Andrés Catalán: "A veces la existencia se reduce a estar dentro de una habitación o fuera de ella". A los versos se suman algún estudio y unas reseñas. 
Jordi Doce me pasó el número 7 de La Revista Áurea y a la excelente factura hay que unirle el acierto en los contenidos. Por ejemplo, y en la sección de traducciones, el poema de Edwin Muir, "Los caballos", que el poeta gijonés vierte a nuestro idioma. O los cinco poetas portugueses que traduce Verónica Aranda, pura delicia. 
La veterana Clarín trae, como suele, numerosas sorpresas. Entre ellas, una nueva entrega de los diarios de Iñaki Uriarte, que viaja a Extremadura: "Dicen que es pobre, pero es preciosa"; aforismos del cubano Enrique José Varona, que rescata con gran sentido de la oportunidad Manuel Neila, y del andaluz Felipe Benítez Reyes, de tono científico; unos inteligentes y divertidos ensayos, digamos, del ya citado, cada día más ocurrente e inspirado, Juan Bonilla (que acaba de publicar en Visor su poesía reunida); un hermoso texto veneciano de Marina Gasparini sobre un cuadro de Tintoretto; unos poemas estupendos de la sueca Margareta Ekström en traducción y nota de Jesús Jiménez Domínguez; y, por no seguir, un ensayo de Cilleruelo sobre Tranströmer. En "Paliques", Miguel Ángel Lama firma una reseña sobre Materia de las nubes, de Luis María Marina, que acaba de publicar, por cierto, Nueve poemas a Sofía en Papeles de Trasmoz.
De este último número de CHA destacaría "Nombrar el cuerpo, conquistar el territorio", de la narradora y poeta Marta Sanz, una suerte de diarios y agudas reflexiones de la autora de La lección de anatomía que cualquier seguidor suyo debería leer. También me ha gustado la entrevista de Carmen de Eusebio al narrador chileno Alejandro Zambra: «Descifrar fue nuestra forma de crecer»
Para terminar, desde el pasado verano me acompaña el denso, voluminoso ejemplar de Turia. En esta ocasión, publica una selección de poemas magníficos, dedica el "Cartapacio" a Benjamín Jarnés, incluye dos entrevistas extraordinarias (a Aurora Egido y Luis Alberto de Cuenca) y otra entrega de los diarios de su director, Raúl Carlos Maícas, cada vez más hondos y logrados. En "La Torre de Babel", Rafael Morales Barba firma una reseña sobre Esta luz sin contorno, de Santiago Castelo.
Entre los colaboradores de estas revistas, algunos nombres se repiten: Piquero, Bernad, Bonilla, Mario Martín Gijón... Como se repiten los de los asesores de sus consejos; así, Luis Alberto de Cuenca. Normal. En todo caso, sigue uno disfrutando de estas efímeras empresas literarias que, paradójicamente, duran, duran y duran. Sí, ¡larga vida a todas!