Anxo Iglesias/El País |
"La sociedad contemporánea pone en valor al individuo, cierto, y le da más poder sobre sí mismo para decidir sobre su vida, pero al mismo tiempo aumenta su fragilidad, lo estamos viendo con los índices de depresión o estrés. Y es que en las sociedades antiguas la educación dura te preparaba para vivir en un mundo difícil. Hoy, les educamos dulcemente, queremos que los niños sean felices y no les preparamos para lo difícil, para lo que Freud llamaba “el principio de realidad”. También hay una razón estructural: en esas sociedades tradicionales no se planteaban preguntas sobre la organización de la vida porque se organizaba como lo habían hecho los padres. Hoy las tradiciones han perdido su fuerza y cada uno debe construir su vida, desde la educación a la alimentación. Y eso es duro". Gilles Lipovetsky, en conversación con Berna González Harbour: “No estamos preparando a los niños de hoy para lo difícil”. El País.