Jordi Doce (Gijón, 1967), no hace falta recordarlo, es uno de los nombres mayores de la poesía española contemporánea. Y no sólo por su condición de poeta (su último libro, No estábamos allí, publicado por Pre-Textos, lo ha demostrado de sobra y por eso ha aspirado a nuestros premios más importantes), pues a esta hay que sumarle la de crítico y ensayista (acaba de aparecer una reunión de artículos, Curvas de nivel, que cartografía su formación literaria, sus gustos y disgustos, que es tanto como decir, teniendo en cuenta su elevado y exigente criterio, un mapa fiable de nuestro panorama lírico), así como la de traductor. A la poesía inglesa, precisamente, dedicaba dos capítulos del libro que acabo de citar, editado por La Isla de Siltolá.
Desde que se licenció en Filología Inglesa en la Universidad de Oviedo, se doctoró en Letras en la de Sheffield y fue lector en la de Oxford, no ha dejado de reflexionar sobre la literatura escrita en esa prolífica lengua y de verter al español a los poetas de esa inmensa tradición. De ese trabajo gustoso dan fe numerosos libros traducidos por él, de autores tan fundamentales como Hughes, Tomlinson, Eliot, Simic, Burnside, Carson, etc. Ya forman parte de la formación sentimental (esto es, poética) de más de una generación de vates tanto de uno como de otro lado del Atlántico.
Desde que se licenció en Filología Inglesa en la Universidad de Oviedo, se doctoró en Letras en la de Sheffield y fue lector en la de Oxford, no ha dejado de reflexionar sobre la literatura escrita en esa prolífica lengua y de verter al español a los poetas de esa inmensa tradición. De ese trabajo gustoso dan fe numerosos libros traducidos por él, de autores tan fundamentales como Hughes, Tomlinson, Eliot, Simic, Burnside, Carson, etc. Ya forman parte de la formación sentimental (esto es, poética) de más de una generación de vates tanto de uno como de otro lado del Atlántico.
La asturiana Trea publica ahora Libro de los otros. Se trata de una amplia muestra de poemas ingleses que corresponden, en su mayor parte, a poetas que usan ese idioma, nacidos en Gran Bretaña, Estados Unidos o Australia, si bien traslada unos pocos de otras lenguas (como los de Bei Dao), siempre a través del inglés. Lleva por subtítulo "Versiones comentadas". En efecto, cada poema lleva el precioso añadido de una nota que le hace no sólo más comprensible, sino también más personal y cercano. Hay mucha autobiografía en estas slevee notes. Es significativo lo que estos “créditos” aportan. Sobre todo, erudición y conocimiento. Y don de síntesis. Asombra a veces su rigor. Digno de un anglista profesional, cabe añadir. La categoría de su crítica puede compararse con la anglosajona, a la que no deja de homenajear. Pienso en Eliot, por ejemplo, y no porque pretenda exagerar. Estamos, en fin, ante un lector incisivo e inteligente que destila, cuando procede, ironía y humor. Alguien que facilita a los otros lectores la compleja, intensa tarea que supone leer poesía.
Los poemas escogidos no lo son porque sí. Quiero decir que, a pesar de que el propio gusto marque la elección, su sentido, digamos, de responsabilidad lectora consigue que la antología se convierta en paradigma de lo que la poesía inglesa contemporánea es y representa.
Estas versiones se han venido publicado en Perros en la playa, el blog de Doce, pero no cabe duda de que al leerlas, debidamente corregidas, en papel cobran otra vida; al menos para los seres analógicos, más honda e interesante.
Para encajar, nunca mejor dicho, los comentarios y los poemas en las páginas, el maquetista ha tenido que lograr ciertas filigranas tipográficas que a uno le parecen tan arriesgadas como efectivas, pero que no tienen por qué agradar a todos.
El gusto al que antes me refería, "más ecléctico que confuso", da para un amplio y variado florilegio ordenado alfabéticamente (por los apellidos de los concurrentes) en el que encontramos poemas y poetas conocidos, otros que no lo son tanto y hasta perfectos desconocidos, al menos para los más.
De los primeros podemos citar, entre otros, a Ashbery, Auden, Burnside, Auster, Carson, Dickinson, Donne, Eliot, Glück, Graves, Heaney, Hughes, Hill, Koch, Lawrence, Nabokov, O'Hara, Plath, Pound, Shakespeare, Simic, Spender, Strand, Thomas, Tomlinson, Williams o Yeats. Pero, insisto, hay más. Como Boyle, al que conoció a través de Eugenio Montejo; Duffy, Poeta Laureada; Feinstein, traductora de Ajmátova y Tsvetáyeva, biógrafa de Hughes; Gibbon, del que presenta "Oda: en una estación se servicio de 24 horas"; Graham, un exquisito poeta de la naturaleza; Hewitt, un descubrimiento; y Jeffers, Justice, Muir (con vida de novela), Rakosi, Redgrove ("En el huerto", excepcional), la centenaria Replansky, Romer, Smart, Tanning o Yang.
El fervor de Doce por la poesía inglesa se ve recompensado por este brillante ejercicio de literatura comparada que ningún lector de poesía que se precie debería perderse.
Libro de los otros
Jordi Doce
Ediciones Trea, Gijón, 2018. 432 páginas.
Nota. Esta reseña ha aparecido en el número 135 de la revista literaria Clarín.
Nota. Esta reseña ha aparecido en el número 135 de la revista literaria Clarín.