8.7.20

La luz de aquella tarde de septiembre

Pablo Núñez (Langreo, 1980), que es licenciado en Periodismo, doctor en Filología Hispánica y profesor de la UNED, pertenece al círculo de poetas asturianos ligados a la Universidad de Oviedo y a la tertulia del mordaz crítico García Martín. Codirige, junto a Candela de las Heras, la revista Anáfora, una de las más pujantes del panorama joven de la poesía española. Es uno de los editores (el otro es el también asturiano Rodrigo Olay) de Sobre mi poesía (1971-2018), la de Luis Alberto de Cuenca, que acaba de aparecer en una nueva colección de la jerezana Libros Canto y Cuento.
Tras un primer libro, Lo que dejan los días (2014) y su paso por alguna antología generacional, publica ahora en Renacimiento Tus pasos en la niebla
Tres elocuentes citas abren el pequeño volumen. De Garcilaso, Zagajewski y Sánchez Rosillo. Están elegidas con coherencia, lo que no siempre ocurre. A punto de entrar en la cuarentena (y no me refiero a la del coronavirus), es lógico que uno se pare a contemplar su estado, como el autor de Epístola a Boscán; recuerde, como el padre del poeta polaco; y permanezca en la luz que, “si de verdad fue tuya”, “no se acaba”, como proclamó el poeta murciano. 
En tres partes se divide el conjunto: “La belleza del mundo”, “Confidencias” y “Quizá unos pocos versos”. El primer poema de la primera sección (que se publicó en Estación Poesía), dedicado a un cuadro de Hopper, en concreto su comienzo: “Ella no sabe que al mirar los árboles / está observando en realidad su vida”, sorprende de inmediato al lector. Al menos a éste. Se da mucha importancia a la primera línea de un relato o de una novela; no tanta a los primeros versos de un libro de poemas, tal vez porque cada poema es, en rigor, un libro en sí mismo. El caso es que si uno fuera, como en algunas ocasiones, miembro de un jurado literario al que se hubiera presentado este libro, sólo por ese par de endecasílabos que condensan un mundo, ya contaría, a priori, con mi voto favorable. Seguiría leyendo, como hice, con mucho interés. Lo sospechado cobró al final definitiva forma. 
El clasicismo (métrico, temático, etc.) se aprecia también desde el principio. De ahí lo de los epígrafes. Hay más: de José Luis Piquero, García Montero, Amalia Bautista y Víctor Botas. La musicalidad o el ritmo (apoyado casi siempre en el endecasílabo) se adapta de inmediato al oído, sin que estorbe a la hora de concitar coincidencias, voces y ecos. Del mencionado LAdeC, uno de sus maestros, por ejemplo. Por decirlo con él, la línea es clara. El tono, conversacional, como el del resto de paisanos de viaje lírico, un grupo potente y reconocible dentro de la tradicional pujanza de la poesía escrita por asturianos. 
En los poemas, la infancia y la juventud perdidas (las enseñanzas de la edad: “A cada golpe debes lo que has sido”); la afición al deporte (al baloncesto, en la baraja infantil; al fútbol, en ese poema dedicado a Quini); la familia (el padre, que está en “El poeta vio el rostro, y la abuela materna, en “No eran cuentos”); los viajes (a la Ginebra de Calvino y Borges y a los Alpes, a Salamanca o Cáceres), versos donde aflora a veces un culturalismo asumido y no epatante; la celebración de la amistad, un rasgo muy experiencial y ochentero (léase “Queríamos luchar” o “Verbier”); la memoria (“¿De qué mañana vienes? ¿De qué espera?”); el mar (algo normal en alguien que vive en Gijón; “Siempre supe del mar”); el yo (que protagoniza la segunda parte), en poemas autobiográficos (o eso parecen) como “Ante el espejo” o “No le cuentes que te entusiasma Bach” (y Dylan, Cernuda, el cine de los 50, las viejas tertulias televisivas de Garci y de Dragó...), “que prefieres un buen alejandrino a un BMW” y “que admiras mucho más / a Rodríguez Adrados que a Bill Gates; la Biblia (muy hermoso es el poema “El texto del Nuevo Testamento”); los libros, las lecciones y la poesía (a la que dedica la tercera parte)... 
El poema final es una traducción de un animoso al tiempo que melancólico poema de C. S. Lewis: “What the Bird Said Early in the Year” (“Lo que el pájaro dijo al comenzar el año”, de 1938) que se puede leer en “una placa del Magdalen College de la Universidad de Oxford” y al que pertenece el verso “Este año el verano se hará realidad. Este año. Este año”. 
Unas didácticas “Notas del autor”, que subrayan el afán de claridad, cierran esta entrega que no sorprenderá acaso por lo novedoso, pero sí por su pequeña verdad. “Al cabo, son poquísimas las cosas / que de verdad importan en la vida”, como dijo la mencionada Amalia Bautista. Él, por su lado, afirma: “No elegiste un camino, pero fueron / siempre firmes tus pasos en la niebla”. Se nota. 

Pablo Núñez
Renacimiento, Sevilla, 2020

Nota: Esta reseña se ha publicado en el número 147 de la revista Clarín.