Aurora Luque
Visor, Madrid, 2020. 84 páginas.
Con este espléndido
libro, Aurora Luque (Almería, 1962) se suma al acreditado palmarés del Loewe. Su
título homenajea a la editora Ana
Santos Payán, “porque ―gaviera ella misma― inventó la palabra y nos invitó a
usarla”.Filóloga, articulista y
traductora, como poeta ha sido premiada en numerosas ocasiones. Por libros como
Hiperiónida, Problemas de doblaje, Carpe noctem, Transitoria, Camaradas de Ícaro, Haikus de Narila, La siesta de Epicuro y Personal & político. Ha
publicado, además, algunas antologías y traducido a Meleagro, Safo, Catulo, Lainá,
Vivien o
Labé. Suyos son los florilegios Los dados
de Eros. Antología de poesía erótica griega y Aquel vivir del mar. El mar en la poesía griega.Gavieras se divide en dos partes: “Deambulares” y “De la agenda del duelo”. Juan
Antonio González Iglesias (un poeta afín), afirmó que el libro “trata
de muchas mujeres, cuyas líneas sumadas dibujan el autorretrato de la poeta”.
Escrito en “femenino y plural”. Esa es la voz. De mujer, sin duda. Una voz reconocible
que, si bien clásica, no desdeña la modernidad de esta época líquida. Dicho de
otro modo: la alta y la baja cultura, si caben aún tales distingos, lo que no
obsta para resaltar su culturalismo, una asentada corriente de nuestra lírica
donde las artes forman parte, con la debida naturalidad, de la poética.
Su clasicismo es, sobre todo, griego. Luque nació, qué le va
a hacer, en el Mediterráneo. Lo homérico y lo marítimo están en la base de su
poesía. En poemas como “Gavieras” (“pero
la vida se hace navegable si traduce el deseo si da fe de horizontes que
dejaste tensados”) o “Aproar” (“vuelve al mar mitológico”. “Métete ya en un
barco / con proa de dragón”.)
Lo femenino se hace fuerte en
“Anfitrite”, antigua diosa del mar tranquilo, nereida y metáfora: “Tomar de ti,
Anfitrite, / la ética serena / que aleje a los feroces”.Dice en “Mar de Argónida” (un homenaje
a Caballero Bonald): “Los mitos nos enseñan, Medusa, a habitar mares”. Mitos,
quiere ella, “dinámicos, fluidos”.“Decálogo de la flâneuse”, uno de los mejores poemas del conjunto, vindica la
ciudad y a quien deambula por centro y periferias. El tanbur oriental le sirve
para explicar cómo ha de ensamblarse lo diferente. Al cobijo de la música y la
noche. Lo popular se hace presente en “Espigadoras”. Inventa un verbo para
celebrar los placeres del amor y la carne: “Afrodisiarás sin dolor”.“Trae miel de la tuya, de la amarga”,
le pide a Safo y es Teresa de Jesús la que habla en “Amor traducido por el
fuego”. Y más mujeres: Poimenia (y el aceite de san Juan de Licópolis), la
exiliada Isabel Oyarzábal (que ve el volcán desde su cama), la revolucionaria
napolitana Eleonora Fonseca, las refugiadas de Esquilo (“de todas las
desgracias / elegimos al menos la más noble, / la de huir libremente”), “La no Marisol”… Ya no digamos en “Tuneando al
pirata cojo de Joaquín Sabina”, que pasaría por manifiesto.Y otro homenaje (o eso intuyo): a Anne
Carson, en “Conversación con el prefijo des-“.En la segunda parte los poemas se acortan
y el tono pasa de hímnico a elegíaco. El dolor, la muerte, la soledad, la
vejez, la desmemoria y “la vida triturada” (en el emocionante “Santa Teresa y
la Tarara…”, donde está su madre). En “Doctor Tiresias & Mister Eliot”
escribe: “La muerte era doméstica / y la felicidad extranjera”. Hermoso otro
homenaje a “la música andariega”, con Claudio Rodríguez al fondo. Una música
que se acompasa a un ritmo y, más allá, a un lenguaje, barroco a rachas, que
utiliza palabras cabalmente elegidas.“Magia no vi otra igual, tan seductora,
/ como este caminar de las palabras, / portadoras de luz, amigas fieles, /
pasajeras y libres”, leemos en “Senderuelas”. Y en “Tuneando…”: “Pero si me dan a elegir / entre todas las vidas, yo escojo /la vida de gaviera que trepa por el palo, / con ojos
abiertos, telescopio en la mano, / curtida en el mar, capitana / de un barco que tuviera por bandera / un
par de alas y una estrella nueva”. Dicho queda. Un excelente libro, machadiano
y odiseico, que condensa una de las poéticas más interesantes del panorama.
Nota: Esta reseña se ha publicado en
El Cultural. De lo que me siento responsable es del título. No es mío.