23.6.21

Fabio Morábito dixit


Entresaco estos párrafos de las respuestas que da el poeta mexicano Fabio Morábito (Alejandría, Egipto, 1955) a algunas preguntas de su entrevistador, Olmo Balam. La interesante conversación se publica en la revista jiennense Paraíso, que dirige Juan Carlos Abril, donde también se dan a conocer cinco poemas inéditos.

"Procuro ser muy claro y, dentro de lo posible y dentro de la poesía, muy coherente. No me gusta crear falsas incertidumbres o crear vaguedades. Siempre lucho por la palabra más adherente a la emoción que trato de expresar. Es una lucha sin fin y muchas veces sin éxito porque es difícil aprehender con palabras ciertas sensaciones y percepciones que son muy lisas y efímeras por naturaleza. Procuro que el poema juegue limpio con el lector, que diga las cosas que tiene que decir y no se encamine hacia un falso misterio. Desde ese estilo que trata de ser muy riguroso uno puede asomarse frente a lo completo y lo incompleto, tanto a lo abstracto como a lo concreto".

"El nómada siempre deja atrás lugares que fueron cruciales y fundamentales en su vida y tiene la sensación de que por más que se mueva nunca va a llegar a la tierra prometida. La imagen del departamento también es de fragilidad, porque convives con otras personas que están más allá del muro, más allá del techo, del piso, y eso te da una sensación de extrema fragilidad, de fugacidad. Y una lengua aprendida, por más que la aprendas, jamás va a sustituir tu lengua materna. La lengua materna se te da como un regalo y en ese sentido es más sólida que una lengua que tuviste que hacer el esfuerzo de aprender y nunca está totalmente adquirida, la estás aprendiendo todos los días, con la sensación de algo frágil que se te puede ir en cualquier momento".

"No puedo ser prolífico en el sentido de publicar mucho. Cultivo la prosa que es tan importante como la poesía. La consecuencia de eso es que no puedo escribir poesía todo el tiempo, lo cual agradezco porque creo que no sería, por lo menos en mi caso, muy sano. Hay que descansar de escribir poesía, porque la poesía es un lenguaje sumamente artificial, es mucho más natural la narración, porque se acerca más a nuestro modo de hablar y de pensar. La poesía siempre crea un laboratorio extraño para el lenguaje. Alguien que escriba poesía todo el tiempo, que lea todo el tiempo poesía se puede volver loco o simplemente desgastar sus herramientas. Y la prosa es, como decía Montale, el gran secreto fertilizante de la poesía. Es de la prosa de donde realmente se alimenta un poeta para crear más poesía. Cuando alterno estas dos, prosa y poesía, no soy ni un cuentista prolífico, ni un prosista prolífico ni una poeta prolífico".

"El tema de la lentitud es un poco vago. La poesía es velocidad pura porque te permite saltar una cantidad de nexos y de explicaciones que la prosa debe tener y la poesía se salta olímpicamente. En ese sentido la poesía es un género súper veloz, me gusta más esa interpretación que la de lentitud, que siempre viene acompañada de cierta idea de nobleza, de lo lento como sinónimo de un sentir más humano acerca de los demás, lo cual está bien pero puede significar muchas cosas. La mía es una mirada obsesiva, de laboratorio, que se mete y quita capas de algo que nunca se encuentra, pero lo importante es el viaje, el proceso".

Nota: Como precisa Balam, "a un ritmo de uno por década, la poesía de Morábito está contenida en Lotes baldíos (1984, FCE), De lunes todo el año (1992, Joaquín Mortiz), Alguien de lava (2002, Era) –estos tres reunidos en un solo volumen por el FCE en La ola que regresa (2013)–, Delante de un prado una vaca (2011, Era) y A cada quien su cielo (todavía inédito en español y que aparecerá en Francia bajo el sello Les Éditions du Seuil durante 2021 con el título de A chacun son ciel)". Además es autor de distintas obras narrativas y ensayísticas.