2.5.23

Del pimentón

Se cuenta por aquí el chiste del turista que pide en un bar una cola-cola y añade: "pero sin pimentón, por favor". Sí, aunque es justa y merecida la fama del apetecible polvo ahumado de La Vera, en cualquiera de sus variantes, el fervor por el preciado producto hace que, con frecuencia, su uso se nos vaya de las manos y el condimento aparezca en cualquier plato que al cocinero de turno se le ocurra; más en estos tiempo de gastronómicas ocurrencias, nunca mejor dicho, donde, según algunos, la cocina ha alcanzado categoría de arte. Abstracto, no pocas veces. 
Pues bien, uno de los mejores momentos de mi matutina caminata diaria se produce cuando paso delante de una de las instalaciones de la prestigiosa marca La Chinata, a la altura de la rotonda de la carretera de Trujillo, y puedo oler el denso, penetrante perfume que desprende el pimentón que (supongo) allí mismo se muele para su posterior envasado. No sucede siempre. Depende de la temporada. Hoy, por ejemplo, ha podido ser. Una delicia.