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El 5 de octubre de 1979 uno tenía veinte años. Ese día el
fotógrafo Régis Bossu, de la agencia francesa Sygma, tiró una de las imágenes
más icónicas del siglo XX. Fue portada de Paris Match y ha pasado a la
historia como Besos desde Berlín. En ella se ve a los líderes de la
URSS, Leónidas Brezhnev, y de la República Democrática Alemana, Erich
Honecker, dándose un beso en la boca. Fue en un encuentro entre ambos
mandatarios comunistas celebrado con motivo del trigésimo aniversario de aquella
república.
Aunque parezca lo contrario, en ese beso no hubo pasión. Leo en La Vanguardia que ya era bien conocido «“el triple Brézhnev”: un beso en la mejilla izquierda, otro en la derecha y finalmente en los labios». Y el chiste: “Como político es basura... pero qué bien besa”.
La Wikipedia nos informa de que «el beso fraternal socialista era una forma especial de saludo» entre ellos. Se atribuye su origen al tradicional de los cristianos ortodoxos que los bolcheviques decidieron personalizar. En 1937 Stalin «plantó sus frondosos bigotes sobre la boca de Ivan Spirin, un héroe de la expedición polar» y en 1959, en Pekín, Mao Zedong le hizo una cobra a Jrushchov y el pretendido abrazo quedó en un apretón de manos. Y hasta ahora. Nada de besos.
Ni la agencia ni los camaradas ni sus respectivos países existen. Más famosa aún que la foto, el mural que la reproduce en el extinto muro de Berlín junto a la frase «Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal»; del ruso, cómo no, Dimitri Vrubel.
Aunque parezca lo contrario, en ese beso no hubo pasión. Leo en La Vanguardia que ya era bien conocido «“el triple Brézhnev”: un beso en la mejilla izquierda, otro en la derecha y finalmente en los labios». Y el chiste: “Como político es basura... pero qué bien besa”.
La Wikipedia nos informa de que «el beso fraternal socialista era una forma especial de saludo» entre ellos. Se atribuye su origen al tradicional de los cristianos ortodoxos que los bolcheviques decidieron personalizar. En 1937 Stalin «plantó sus frondosos bigotes sobre la boca de Ivan Spirin, un héroe de la expedición polar» y en 1959, en Pekín, Mao Zedong le hizo una cobra a Jrushchov y el pretendido abrazo quedó en un apretón de manos. Y hasta ahora. Nada de besos.
Ni la agencia ni los camaradas ni sus respectivos países existen. Más famosa aún que la foto, el mural que la reproduce en el extinto muro de Berlín junto a la frase «Dios mío, ayúdame a sobrevivir a este amor mortal»; del ruso, cómo no, Dimitri Vrubel.
Nota: Este texto se ha publicado en el número 280 que la excelente revista malagueña Litoral ha dedicado al beso. De lujo.
