16.9.06

Una enfermedad moral

"Lo más secreto es el miedo". Luis Mateo Díez, en Babelia, donde habla de su última novela.

Expotrén

Ayer salió de Salamanca el expotrén de Extremadura. Llevo un año embarcado en esa aventura. Una de las más arriesgadas, agotadoras y emocionantes que le han tocado a uno en suerte. Fue un placer comprobar que a la gente le gustaba, en especial a los niños. No es poco: serán adultos que mirarán a nuestra tierra sin la lacra de los estereotipos.
Esa reacción general en positivo (ya llegarán los exabruptos de los siempre negativos) no es fruto de la casualidad sino resultado del trabajo concienzudo de un equipo profesional y competente, del que uno ha sido un miembro más; el menos experimentado, sin duda. Por eso es necesario que existan en la región empresas como e-cultura. O la de Julián Rodríguez y Juan Luis López Espada, que han ideado el catálogo.
En los andenes salmantinos estuvo el profesor y ex alcalde Jesús Málaga. Escribió la palabra "Abadía" (el nombre de su pueblo cacereño) en la pantalla del segundo Diario de viaje. Su opinión cuenta. Para mí, mucho. Habrá otras. El tren sólo ha empezado a rodar. Hoy, Valladolid. Mañana, León. El 15 de octubre llegará a Cáceres donde estará hasta el 17, día de clausura de la muestra.
¡Feliz viaje!

13.9.06

Recordando a Bufalino

"Este luctuoso lujo de ser sicilianos".

Con motivo del décimo aniversario de su muerte, Rodolfo Alonso ha seleccionado y traducido unos interesantes aforismos del escritor Gesualdo Bufalino, natural de Sicilia. Se han publicado en La Jornada Semanal, el suplemento de libros del periódico mexicano La Jornada.
Por cierto, lo dirige el poeta Hugo Gutiérrez Vega, autor de un libro sobre mi pueblo, Cantos de Plasencia, y de otro situado también en esta tierra: El tarot de Valverde de la Vera.

12.9.06

Diario de viaje

Ayer bajé de nuevo a Sevilla. Solo. Salí de casa a las cuatro y media de la madrugada. Hice el viaje de un tirón, como a mí me gusta. A las ocho menos cuarto, estaba tomándome un café con media tostada enfrente de los almacenes de Renfe. Por suerte, no hacía allí dentro el mismo calor que el lunes pasado. Tras un mañana de intenso trabajo (en todos los sentidos), a las dos y media me puse de nuevo en camino. Comí de pie. En la barra de un bar de carretera. Había plato único: uno a base de huevos, lomo y patatas. Con la bebida incluida (un par de botellas pequeñas de agua), pagué ocho euros con cincuenta céntimos por la consumición. El estado del local era penoso. Parecía que estábamos en plena jornada de operación salida. O entrada, tanto da. Estuve allí el tiempo imprescindible. Como casi todos los que comen solos, lo hago siempre deprisa. Hacía mucho calor. Luego paré una sola vez: a la salida de El Ronquillo, cuando un guardia civil me dio el alto. Después de revisar mi carné de conducir, me dejó marchar sin más. Fue muy amable. A las seis y media de la tarde estaba de nuevo en Plasencia. Con sueño, sí, pero no demasiado cansado. Será la costumbre.
Me digo que he confundido la profesión. Mejor camionero, como quería de chico. O taxista. O viajante. La de conductor es, sin duda, mi mejor carrera.

Memoria histórica

De La razón: "Muñoz Molina discute el concepto de «memoria histórica» en su misma base filológica. «O es memoria o es histórica. No puede ser las dos cosas. Las memorias son personales y valen igual unas que otras. La historia es un saber que aspira a ser científico. Me parece una confusión grande»".

7.9.06

Precisión

Me dice mi amigo Josemari Lama que no, que la temperatura en los vagones no era de 50º. Que, termómetro en mano, eran 60. Con razón decía mi hijo: "Papá, nunca había sudado por la espalda". Todo es empezar. Es lo que tienen los viajes iniciáticos.

6.9.06

Sevilla

Ayer bajé con mi hijo a Sevilla. Como no había entrado en la ciudad todavía (y mira que la hemos atravesado veces) y la falta de tiempo era evidente, decidí que lo mejor sería acercarnos a la catedral para subir con él a la Giralda y que la viera entera. Y así fue. A eso de la una de la tarde, rodeados de sudorosos turistas como nosotros, ascendimos por aquellas rampas de Alá y de Dios. Al muchacho le encantó la panorámica. Sobre todo, ay, por un par de piscinas situadas en sendas azoteas donde unos privilegiados bañistas se salvaban del agobiante bochorno. Claro que para calor el que pasamos por la tarde: a las cuatro y media entrábamos en unos vagones situados en unos almacenes cercanos a la estación de Santa Justa donde la temperatura alcanzaba los... 50º. No exagero. Que no nos diera algo fue un milagro. Como el de que esa ciudad del Sur exista. De la carretera y de Beirut (que es como calificó el taxista a la zona en obras del centro) mejor no hablar. Llegamos, eso sí, como nuevos. La intensidad, que es vida.

Adivinanza

Si, como dijo Baudelaire y recuerda Santos, "La querida de un poeta es siempre más que la esposa de un notario", ¿qué es la mujer de un poeta?
La "legítima", digo, si no es políticamente incorrecto el término. Bueno, tampoco el de "querida" lo es.

Lourenço

Antes de escuchar su discurso esta noche en Badajoz, leo en El País una excelente entrevista de Miguel Mora al ensayista portugués Eduardo Lourenço, Premio "Extremadura a la Creación" 2006.
"Nosotros no sabemos lo que somos y ésa es la verdadera identidad del hombre, ya lo dijo Sócrates". Pues eso.

Muertos difíciles

En un poema titulado "Los amigos difíciles", alude Eugénio de Andrade a "Esos muertos difíciles/ que no acaban de morir/ dentro de nosotros". Cuánta razón tiene. "No acaban de morir; tan difíciles, los amigos".

4.9.06

Incongruencias

Mientras atravieso el páramo (eso que llaman con santa justicia los Llanos de Cáceres) con el termómetro exterior a 39º, escucho a Floriano, líder del PP extremeño (un decir), atribuirse (en nombre de su partido) la paternidad de la idea de la candidatura de la capitalidad cultural cacereña en 2016. Me hace sonreír: si bastara con tener ideas... Añade luego (el calor es muy malo) que la única ministra extremeña, la de Vivienda, debería apoyar esa candidatura desde el gobierno. La sonrisa torna carcajada: ¿no pusieron el grito en el cielo cuando otros ministros andaluces (Calvo y Moratinos) tomaron partido por la candidatura de Córdoba? ¿En qué quedamos? Son estas torpes contradicciones (para muestra...) las que a uno le descomponen. Si no fuera porque le vi en Mérida la otra mañana, diría que este hombre hablaba desde el chiringuito de la playa.

Ibarra censurado

Hoy publica Ibarra un artículo en ABC que había sido censurado previamente en su Mundo por el "campeón de la libertad de expresión", Pedro J. Ramírez. ¿Razón? Le ha dicho que no sabe leer ni escribir. Ya, ya. A uno, que piensa en aquél como el peor de los posibles, le cuesta cada vez menos ser eso que algunos resentidos de por aquí llaman ibarrista. Qué le vamos a hacer.

Negritas

"Después de nuestras confesiones de lectores de novelas o memorias de muchas páginas, nos propusimos las lecturas de libros más breves. [Javier] Solana terminó la lectura de la novela breve, pero extraordinaria, de Amad a la dama, de Hidalgo Bayal".
Javier Rioyo, Lecturas de verano. El País Domingo.

3.9.06

Zuheros


(Fotografía de Andrés Campos)

A Zuheros ha ido uno en más de una ocasión. Por razones familiares: una de mis cuñadas es de allí. Es un bonito pueblo cordobés que merece una visita. Por eso, y por una evocación del poeta de Cántico Ricardo Molina que me contaron al lado del castillo, a pie de barranco, en la terraza de Los Palancos, escribí un poema sobre el lugar. Pertenece a Sur. Mi amigo Jordi Doce, que también ha estado allí, reconoció la belleza del sitio.
En El Viajero de El País le dedicaron ayer un reportaje.

1.9.06

Ruido

Dice Azúa en su blog: "...allí en donde hay ruido allí crece el mal. Dicho con toda brutalidad: el ruido no es un efecto de buena gente simpática, extrovertida y latina, sino un síntoma de perversión moral. Donde crece el ruido, crece, sin la menor duda, la furia". Sabemos de qué habla. Vivo en una de las calles más ruidosas de mi pueblo. Lo pensaba ayer, mientras esperaba en una calleja silenciosa del Barrado a que el herrero le soldara una pieza a mi suegra. Luego, cuando caminaba por el campo con mi hijo, hablábamos de su silencio sonoro y al hacerlo dejábamos de oír una de las músicas más agradables que existen. Como la que suena al recorrer el curso seco de una garganta donde el resto del año cantan las aguas su canción eterna.