27.8.05

Torre Tavira

Para Susi y Fernando T.

Miras alrededor como si el mundo

pudiera reducirse a lo que observas

desde este torreón que bate el viento.

Te rodean dos mares: uno de agua

y el otro de azoteas, separadas

por el raso trazado de las calles.

El de agua es un mar de brumas blancas.

El de las azoteas toma el tono

de ropas que se orean al levante.

La luz de atardecida mancha todo

de un incierto color tostado y ocre.

La ciudad es un círculo cerrado

salpicado de torres y de árboles.

A lo lejos, la estela de algún barco

que vuelve o que se va por la bahía

te invita a repasar tu singladura:

en la cámara oscura ves a otro

repetir tu viaje hacia la nada.


(Babelia, El País, 10 de enero de 2002)