Palazuelo ha muerto. Ayer mismo hablaba de él con Antonio Franco, en el Círculo de Bellas Artes, junto a Miguel Fernández-Cid y Jordi Doce. Aunque no era extremeño, vivió durante años en un castillo del pueblo cacereño de Monroy, el nombre que le puso a una de sus series más conocidas. Extremadura, con todo, no se portó con él como debía. Ahora, eso me contaba Antonio, se empezaba a poner remedio al despropósito. El pintor no lo verá. Pena. Por suerte sí podremos seguir viendo y admirando su pintura sobria y elegante. Como podremos seguir leyendo sus escritos, entre ellos los que dedicara, con la misma penetración inteligente que caracteriza su obra plástica, a esta tierra, a su paisaje.
Uno la evoca cada vez que se acerca a la pintura del placentino Emilio Gañán, uno de los mejores continuadores de la abstracción geométrica. Los dos están reunidos en la exposición "Línea y plano en el arte español contemporáneo" que se inaugura precisamente mañana en la galería Antonio Machón de Madrid. Recomiendo, por cierto, "Virtuosos de la línea y el plano", el ensayo de Ignacio Gómez de Liaño que presenta la muestra.
Uno la evoca cada vez que se acerca a la pintura del placentino Emilio Gañán, uno de los mejores continuadores de la abstracción geométrica. Los dos están reunidos en la exposición "Línea y plano en el arte español contemporáneo" que se inaugura precisamente mañana en la galería Antonio Machón de Madrid. Recomiendo, por cierto, "Virtuosos de la línea y el plano", el ensayo de Ignacio Gómez de Liaño que presenta la muestra.