23.12.13

Listas por Navidad

Qué poco me gustan, pero vuelven cada año, por Navidad. Las listas. Sin remedio. Incluso en medios que no publican cada semana la famosa de "Libros más vendidos". Habrán notado que no he dicho ni pío de las de El País. Nada que objetar a la selección de nominados, con candidaturas propuestas por críticos respetables donde uno se encontró libros estupendos de personas a las que estimo, en lo personal incluso. Que de los quince libros de Poesía, tres sean de autores extremeños no deja de ser una gran noticia. Y que haya ganado uno de ellos, mejor aún. (Para colmo, lo presenté en Plasencia hace unos meses y hasta publiqué una extensa reseña sobre él en Cuadernos Hispanoamericanos. ¡Enhorabuena, José Manuel!) Y que estuviera en la lista novelística La sed de sal, también. Todo resulta perfecto hasta que entra en escena la "democracia total" y su borgeano abuso de la estadística. Sí, porque, ¿cómo se puede elegir entre la poesía de Emily Dickinson y la de García Casado? ¿Cómo entre la de Blake y la de D'Ors? ¿Pero qué broma es esta? Es una pena, y perdonen mi falta de humor, que se haya llevado a los libros esa necia manera de proceder de los concursos televisivos. Lo del llame y vote. O escriba y vote. Un engaño. O eso creo. Por ejemplo: ¿pueden competir en igualdad de condiciones los que manejan las redes sociales y los que se mantienen fuera de ellas? ¿Los vivos -en más de un sentido- y los muertos? ¿Los nacionales y los extranjeros? Lo decía muy bien en su blog Felipe Benítez Reyes, con el simpático cinismo que (a veces) gasta: "Estas cosas son una tontería, pero, en fin, mejor estar que no estar". Sin duda. Por cierto, un libro suyo ha ganado el Premio al Mejor Libro de Cuentos del Año. Enhorabuena. 
Y por aquello de que hay listas más listas que otras (quiero decir menos tramposas o menos tontas), doy cuenta de la que, según costumbre ("rito folclórico" lo llama él), publica por estas fechas, bajo su sola responsabilidad de lector, el novelista Fernando Aramburu. Sin perdón.