Salvador Vaquero sigue con su serie de entrevistas para El Periódico Extremadura y el pasado sábado le tocó el turno a la poeta Carmen Hernández Zurbano, según ella, "una chica de pueblo" (ya ven la foto), eso sí, con tres libros, ni rurales ni torniegos, a sus jóvenes espaldas: Géiser (2011), La felicidad lingüística (2013) y ¿Eres okupa? (2013), premio El Buscón, el único de los suyos que aún no he leído.
Vaquero le pregunta: ¿El escritor debe estar al margen de la política o la escritura puede ser un arma de compromiso? Y Zurbano responde: "Lo escrito después de su publicación es siempre, sea o no su intención, un arma política, en cuanto que palabra que se hace pública y que proviene de un sujeto en un determinado contexto fruto de un determinado devenir histórico. Todas las personas deberíamos comprometernos, y más en estos tiempos que corren. Nada de profesionalizarse como intelectual -entendido a la manera clásica- que no se "mancha las manos" con la práctica política, nada de profesionalización de los políticos que no tienen otro trabajo que les mantenga y les ancle a la realidad, y defienden sus escaños como gato panza arriba diciendo mentiras".
¿Existe machismo en el mundo de las letras?, inquiere el novelista placentino, y ella contesta: "Es evidentísimo. Con el mundo de las letras supongo que te refieres a la literatura. Sí, claro, en el número de hombres que trabajan y han trabajado en este campo respecto del de mujeres, echemos un vistazo al canon, eso es lo más evidente. Pero hay otro gran problema para mí -ampliando el significado de "letras"- y es la masculinización del conocimiento: yo he aprendido una medicina, una antropología y una teoría de la literatura absolutamente masculinizadas en la universidad, de las que la mujer está prácticamente ausente, en el lenguaje, por supuesto, pero también como objeto de estudio. El conocimiento legítimo y los modos en que se transmite son sin excepción masculinos".
Vaquero le pide también una reflexión ante la vida. "¿Es muy raro vivir, no?", deja caer Zurbano.