6.11.14

Entre cuatro paredes (y más)

El juez cacereño Jesús María Gómez y Flores (1964) publica, si no me equivoco, su sexto libro. Se titula Escenarios (como su blog, que por olvido no cité, ay, en mi reciente ponencia sobre bitácoras) y está editado por Vitrubio en Baños del Carmen; colección que cambia de aspecto: amplía sus dimensiones, aunque sus características cubiertas sigan siendo en blanco y negro. Lo menciono porque le viene bien esas nuevas medidas a este libro extenso, de versos largos y poemas generosos en lo que respecta a su disposición tipográfica.
El viaje es una de las claves de la obra. A tres ciudades en especial: París, Berlín y Londres. Esos son, sí, los escenarios de las tres primeras partes. "Ahora que se apagan las luces / sólo permanecen los mitos". Los literarios y los artísticos: música, pintura... Lugares no menos míticos sirven de marco para reflexiones intelectuales o vitales lo que le da al libro un tono culturalista, en el mejor sentido. No se trata de epatar, sino de dar cuenta de lo que uno ha sentido y vivido, tanto en los bulevares, los monumentos y los cafés como en los libros, los discos o los cuadros de los protagonistas de esos versos. Hay algo de novísimo en ellos, aires, acaso, de poéticas cercanas a Gómez y Flores: de Gimferrer y Luis Alberto de Cuenca, pongo por caso.
No prescinde el autor de cierto barroquismo acorde con el lujo de lo que se describe.
Puede que predomine el punto de vista del turista, capaz de ponerse irónico, pero no por eso las escenografías resultan menos elaboradas. El uso de extensos paréntesis explicativos en prosa, a modos de acotaciones (ya que de teatro hablamos), enriquecen lo que los poemas (de los que estos textos forman parte) dicen.
Antes de centrarse en Madrid, otra gran ciudad (y en la soledad de las multitudes sobre la que llamó la atención, entre otros, Octavio Paz), el poeta presenta otras series misceláneas (lo mismo se habla de Granada que de Cáceres) donde lo personal predomina. Así, en "Sinfonía doméstica" o, ya al final, con "Entre cuatro paredes", titulada como el último poema, que se reproduce en la contracubierta, dedicado a Deli Cornejo ("alma gemela, compañera"), y que me ha gustado especialmente.
En alguna ocasión, el lenguaje parece escaparse por los vericuetos de, digamos, la inspiración, y la mezcla de irracionalidad y presunta escritura automática da en cierto preciosismo.
Debo confesar, y termino, que este es el libro que uno estaba esperando de Gómez y Flores. No sé si es el mejor de los suyos, pero a mí, permítanme decirlo, es el que más me ha gustado. Creo que es una opinión compartida. El propio autor sabe que no es una obra cualquiera, una más, sino, tal vez, un punto y aparte al que, eso sí, no habría llegado sin haber escrito y publicado sus entregas anteriores. 
Amante de la música, del jazz y, más en concreto, del blues, la melancolía impregna, para bien, estos versos donde el tono obedece a la luz matizada y la lluvia de las ciudades del norte, que parece caer sin remisión sobre estas emotivas páginas.