25.1.15

En la Alberti

Uno ha escrito ya bastantes crónicas en su vida. Viajes, momentos, situaciones, actos, personales o no, que acaso merecían ser puestos por escrito para que no fueran pasto inevitable del olvido. Crónicas publicadas en este rincón y en otros sitios. Me gusta dar forma, sí, a esos recuerdos recientes. Por ejemplo a los de la segunda presentación en Madrid de Más allá, Tánger, en la conocida librería Rafael Alberti. No fue una noche cualquiera. Por muchas razones. Para empezar, el tiempo nos dio una tregua y el viaje desde Plasencia fue tranquilo y hasta placentero, a pesar del dolor de garganta y de las toses que Yolanda y yo entonábamos a coro. No es bonito el paisaje, pero Gredos nevado sobrecogía. Como buenos provincianos, dejamos el coche en el aparcamiento de Plaza de España. Subimos hasta la calle Tutor caminando por Princesa. Había tiempo. Un inoportuno accidente "zapateril" nos obligó a recalar en Zara. Allí, teléfono en mano y a voz en grito, para que se le oyera, el inefable Pepe Bono preguntaba a alguien que cómo había quedado "lo de la Sexta". Más alto de lo que imaginábamos, pinturero, melena tupida, azabache y bien peinada, encorvado (pero hacia atrás), acompañaba a su hija en unas compras. Bueno, eso pretendía la muchacha. Él estaba a lo suyo, que ese día (ya que de zapatos hablo) no era poco por culpa de la famosa cena con el líder de Podemos.
En la librería ya estaba esperando la anfitriona, Lola Larumbe (nos sentimos de inmediato como en casa). También Juana Murillo y el resto del equipo del curso "Física para poetas", profesores de Física de la Complutense. Grabamos, imagen y sonido, mi poema "Misterio de la luz". Bien y rápido. Pronto llegó Pepa Fernández. Simpática y cariñosa conmigo y con todos. No me costó nada convencerla de que me acompañara en ese particular trance. Había leído poemas del libro en su programa, precisamente realizado en Tánger. Era la segunda vez que nos veíamos. Ya metidos en harina, y tras dar las gracias a la encantadora Lola por su invitación (fue entonces cuando cité a dos cómplices allí presentes: Jordi Doce y Javier Morales) y recordarla que, aunque nunca había pisado el lugar, fui cliente postal de la librería, giro mediante, durante años, me dirigí a Pepa para evocar nuestro primer encuentro, en el Valle del Jerte, donde me hizo una entrevista ejemplar a partir de la lectura de Plasencias y agradecerle, claro, su compañía. No me olvidé de los editores, Juan Cerezo y Toni Marí, de Tusquets, ni del público asistente, que llenaba (a otro "llenazo" de la Alberti se refería Larumbe en Facebook) uno de los sótanos más literarios de España. Lo demás se nos fue en la conversación. Preguntas, respuestas, lectura de poemas a dos voces (también de un inédito tangerino que ha llegado después) y hasta algunos asistentes se atrevieron con pertinentes comentarios sobre el libro, la ciudad o lo dicho. No sé cuánto duró aquello, pero se me hizo muy corto. Por una vez, lo de la poesía y las catacumbas, ay Paz, tenía un sentido positivo. Es difícil no sentirse cercano a los demás cuando el espacio es reducido y las palabras, los sentimientos y los pensamientos, fluyen de esa manera. En un momento dado, surgió la vena periodística de la directora de "No es un día cualquiera" que no se resistió a preguntar a Yolanda algunas cuestiones. No en vano la suya es una de las voces del libro.
Puede que olvide a alguien, y lo siento, pero allí estuvieron acompañándonos, además de los citados, Victoria, mano derecha de Pepa en "No es un día cualquiera", Blanca y Paco Gabriel y Galán, Carmen y Clemente Lapuerta, los poetas Pureza Canelo, Javier Lostalé, José Ramón Ripoll, Andrés Catalán, Marta Agudo, Adolfo Cueto (que nos llevó luego a Casa Manolo), mis paisanos Víctor Martín y Fran Fuentes, Francisco Caro, Carlos García Mera (con una carta de mi querido Castelo), Martín Rodríguez-Gaona, Alfredo J. Ramos, el narrador y librero Iñaki Echarte (organizador de la presentación de la Casa del Libro de Alcalá), la artista Ofelia García, el crítico de arte Tomás Paredes, etc. También saludé a Álex Grijelmo con el que tuve ocasión de comentar sus últimos desaforismos, leídos en clase con desigual aprovechamiento.
Dediqué un puñado de libros. A la cacereña María, a la tangerina Reina... Y hasta viejos ejemplares de Las aguas detenidas y El reino oscuro.
Noche intensa la de la Alberti. Una de ésas que este pésimo noctámbulo no ha de olvidar fácilmente. Gracias.

Acompañado de Lola, Pepa y Yolanda (RNE)