19.10.15

La poesía eslovena

France Prešeren
Al mismo tiempo que un amigo me comunicaba la triste noticia de la muerte de la mujer del poeta canario Andrés Sánchez Robayna, a quien no tuve la suerte de conocer (desde aquí nuestro pésame), llegaba a casa un nuevo número de la revista del Taller de Traducción Literaria, que él dirige, dedicado esta vez, monográficamente, a la poesía eslovena. Lo ha coordinado la poeta e hispanista Laura Repovš.
Boris A. Novak firma un extenso y excelente artículo titulado "La poesía en lengua eslovena" donde se nos presenta lo fundamental acerca del asunto en cuestión. Así, y para empezar, que esa lengua mantiene el dual, esto es, "una forma gramatical arcaica: entre el singular y el plural hay en esloveno una forma especial utilizada para hablar de dos cosas o de dos personas". Además de, por ejemplo, el "yo hablo" y el "nosotros hablamos", el "nosotros dos hablamos". Simboliza, explica Novak, "el alma del pueblo esloveno" y es "el lenguaje del amor, una isla de la intimidad", algo que, por cierto, se pierde en la traducción a lenguas, como la nuestra, donde el dual no existe.
El esloveno es "una lengua que hablan solamente dos millones de personas". Existe desde el siglo X. Su primer poeta, el más grande, fue France Prešeren. Conviene recordar que la literatura "ha sido el arma principal de la lucha por la identidad eslovena" y la poesía, "el corazón de la lengua y alma eslovena". De los sucesivos poetas que integran esa tradición europea da buena cuenta Novak en su ensayo. Desde el ya citado hasta la actualidad. En cuanto a la antología de poemas que incluye esta entrega, los más jóvenes nacieron en la década del cincuenta del pasado siglo. Tal vez el más conocido entre nosotros sea  Tomaž Šalamun. Además, hay poemas del propio Novak, de Dane Zajc, Kajetan Kovič, Edvard Kocbek, Gregor Strniša, Niko Grafenauer, etc.
Falta, pongo por caso, Aleš Šteger, que incluyó el cosmopolita Martín López-Vega en su antología Mapamundi.
Una estupendo acercamiento, en suma, a una poesía que merece toda nuestra atención y donde vuelven a ponerse de manifiesto las incesantes bondades de la traducción.