En Una oculta razón (1991) dediqué un poema a Gaya en Venecia (el dibujo que ilustra este comentario es suyo), aunque ni una cosa ni la otra se hicieran explícitas. Se trata de "Diario de un pintor", inspirado en la lectura de las páginas del libro del mismo título y, sobre todo, en la visión entusiasta de un reportaje (Ramón Gaya, 'pájaro solitario'), donde aparece pintor en esa ciudad, cuyo guionista fue Andrés Trapiello, emitido por TVE en 1990. Por suerte, esta noche, a las 21 horas, la misma casa, por la 2, emite el documental de Gonzalo Ballester: Ramón Gaya, la pintura como destino, dentro del programa Imprescindibles. A modo de homenaje, desde el recuerdo a mi estimada Isabel Verdejo, copio aquí aquel poema:
No he vivido bastante para saber si existe.
Después de conocer la fuerza que anticipa
el temblor del misterio, ya nunca cesaría
la búsqueda que diera otro sentido
a todo cuanto entonces me llamaba.
Cuando tuve que huir, me confortó pensar
que acaso en la distancia adivinara
la oculta identidad de su apariencia.
Al viajar recordé cada ciudad extinta
como suma y principio, como origen y término.
Las noches en hoteles en cuartos de una noche
encerraron apenas una exigua señal
de que había esperanza.
Paseé mi mirada por un mundo continuo
donde no era admitida otra sed de deseo.
Me debí a una obediencia.
No sé si habré llegado.
Me basta en esta hora el sol sobre los mármoles
y el agua sucesiva que reflejan.
La voz del vendedor dice que es tiempo.