Casi cuarenta años lleva el inclasificable Fernando Sánchez Dragó haciendo programas sobre libros en la televisión. Ayer, por pura casualidad, me encontré con el último, en la 2 de RTVE. Se titula Libros con uasabi y recupera como sintonía la canción "Todo está en los libros", de Jesús Munárriz y Luis Eduardo Aute. El patrocinio es de La Caixa.
Entrevistó (y bien) a Milena Busquets (todavía no he leído su novela, Todo esto pasará: me asustan los éxitos). Primero a solas (en un ambiente de oscuridad y luz de flexo, a modo de interrogatorio) y luego, ya en otro decorado (agradable, se ve en la fotografía que ilustra este comentario), donde la escritora barcelonesa se unió a una tertulia con las colaboradoras fijas del programa: María Pedroviejo, Ana Grau y Ayanta Barilli, hija de Dragó. La única que desentonó, o eso me parece, es Grau. Su presencia se hizo notar. Demasiado. El colmo de la afectación llegó cuando cruzó las piernas, en posición de yogui, encima del sofá, un gesto infantil y poco educado que el vuelo de su vestido hacía aún más incómodo e innecesario. Como si la transgresión fuera eso.
Me gustó que al final se leyera un poema, lo que al parecer será norma. Eligió uno de Jaime Siles, un fragmento de "Semáforos, semáforos".
A pesar del penoso horario (de una a dos de la tarde y en domingo) y de la fama que precede al controvertido presentador (que es, por cierto, uno de los mejores en ese oficio), uno se alegra de que vuelvan los libros a la tele. En este formato, quiero decir. Menos es nada.
