5.11.15

Cumpleaños

Felicidades, padre, hoy
habrías cumplido ochenta y seis.
Tenías casi treinta
cuando uno llegó al mundo.
A vuestra casa, la de Maruja y tú,
donde vivimos, de una u otra manera,
con Fernando y Jesús,
hasta que nos dejaste.
De eso hace ahora quince años.
Te fuiste con el siglo, sin remedio.
Desde el recuerdo, también inevitable,
estás acompañándome este día
nublado del otoño. Fuera llueve.
Echo de menos tu sonrisa limpia,
esa figura de tu ser jocoso,
de optimista alegre;
un carácter que uno, ay, no ha sacado.
Y también echo de menos tu animoso
paseo por la vida y, cómo no, tu mano,
esa que siempre, por costumbre,
solías apretar contra la mía:
caliente, confiada.
Lo hago con Alberto, con frecuencia.
En tantas situaciones me harías falta...
Anoche, por ejemplo.
Hace unos días bajamos mamá y yo
hasta el cementerio.
Limpiamos tu lápida, pusimos flores frescas
en un búcaro.
Te rezamos (yo en silencio).
Nos fuimos cabizbajos
hasta el año que viene, Dios mediante.
Felicidades, sí, siquiera tantas
como nos diste cuando estabas vivo.