20.11.15

Operación rescate: Mavrudís

Cuatro estaciones se titula el libro de Costas Mavrudís que publicó Pre-Textos a finales del pasado año y que llega ahora a mis manos. Está traducido por Vicente Fernández González, que ha ganado en dos ocasiones el Premio Nacional de Traducción, quien ya vertiera al castellano El préstamo del tiempo, un libro del poeta griego (Tinos, Islas Cícladas, 1948) que marca el inicio de su madurez poética. Un libro que obtuvo en 2011 el prestigioso Premio de Poesía de la revista Diavaso.
Lee uno demasiados libros de poesía como para no rogar que, al menos de vez en cuando, se encuentre uno con la voz genuina, con ese tono de verdad personal que distinga a esa obra del resto y le dé auténtica carta de naturaleza lírica. Es el caso. Los versos de Mavrudís, heredero, sí, de una de las grandes tradiciones de la poesía universal, que no ceja, me han parecido nuevos y distintos, y los ha ido uno leyendo como quien descubre un paisaje antes nunca visto o da un paseo por una ciudad desconocida. Y no pocas aparecen, por cierto, en este hermoso y misterioso libro: Venecia, Salzburgo, París, Londres y Liverpool, Badalona, Lutraki, en el golfo de Corinto...
Mavrudís, un coleccionista que se pasea cada semana por los rastros de Atenas y El Pireo, al que define el "gusto por la meditación" y por "inventariar", compone en este libro estacional (tres poemas en otoño, cuatro en invierno, tres en primavera y otra vez cuatro en verano) una suerte de panorama intemporal. Porque, como dice su traductor, pone "el pasado, el presente y el futuro a dialogar"; porque logra fijar, melancólicamente, "el tiempo perdido en el espacio"; porque se ayuda de la fotografía para que esas "huellas del tiempo" efectúe, en suma, una operación de "reversibilidad" que nos permita comprender "el inexplicable misterio del tiempo". Hablamos de "retrospección", de regresión, no de nostalgia: "... es pura regresión / como la poesía digamos / que instituye relatos / en un lugar sin acontecimientos".
Se ayuda para ello de los objetos y de los hechos, como bien señala Fernández González. Y de la memoria, por supuesto.
En poemas que carecen de punto final, Mavrudís recoge al padre que escribe notas en su ejemplar de Madame Bovary para "conversar desde la ausencia con su vástago"."Para quién si no anota", se pregunta el poeta. Dedica dos a la Navidad en Salzburgo. En "Poeta en visita guiada" sigue el rastro del protagonista de Muerte en Venecia, de Mann. En "La visita del médico", uno de los más sugerentes, regresa a la infancia, como en "Agosto en Lutraki".
Hermoso libro éste. Escrito desde ese límite abismal que proporciona la fragilidad del que dice al tiempo que calla. Del que avanza, pero retrocede. Del que sabe expresar con palabras lo que parece que no puede revelarse.