21.4.17

Aramburu y Savater: poesía

«Más difícil me resulta vincularte con la poesía», le comenta Fernando Aramburu a Fernando Savater en un momento de la conversación entre ellos publicada en El Cultural. «No me sorprendería averiguar -continúa el novelista vasco- que guardas en un cajón un viejo cuaderno con treinta y cinco sonetos. Dudo que un ladrón de libros de poemas que entrara a desvalijar tu biblioteca se tuviera que marchar de vacío. Como diría un entrevistador mexicano: a ver, maestro, platíqueme esto. No se avergüence de reconocer el pecado poético». Y Savater responde: «¿Te has fijado en que todos los escritores queremos ser poetas? Si a un autor que ha escrito diez novelas de éxito, ocho dramas premiados, varios ensayos recomendados en la bibliografía universitaria y tres sonetos dedicados a su primera novia, la del pueblo, le preguntas qué se siente ante todo, te contestará bajando púdicamente los ojos: “Yo soy poeta”. Creo que esa preferencia viene de que la poesía es lo más puramente literario de todo, lo que menos se parece a una clase (ensayo), a la crónica que hacemos de lo que pasa (novela), a un cruce de opiniones (teatro)... La poesía realmente no se parece a nada utilitario, todo lo más a los balbuceos obscenos durante el coito o a los delirios enfebrecidos de un moribundo. De modo que su prestigio es enorme... Tranquilo, no es mi caso. Escribí bastante poesía entre los quince y los dieciocho años, y hasta publiqué dos dizquesonetos en uno de mis primeros libros, Apología del sofista (habrás notado que los títulos de mis libros suelen ser mejores que el libro mismo...). Pero descuida, que nunca te diré: “Ante todo, me considero poeta”. En todo caso, me hubiera gustado serlo, nada más. Mis poesías en verso son muy malas. En cambio Criaturas del aire, uno de los libros del que estoy menos descontento, puede considerarse, siendo generoso, una especie de poesía en prosa... En fin, no basta. Las únicas poesías de las que no me arrepiento, pero totalmente privadas, son el poema que cada primero de año escribía a mi mujer. Only for her eyes... Porque lo poético en mi vida fue ella, mi amor por ella, aunque haya sido incapaz artísticamente de ser digno de ese sentimiento».