28.11.19

Carta de Fuente de Cantos

No estaba el día para viajes. Iba hasta la otra punta de Extremadura. Alba Plata abajo, que es como se llama el instituto al que iba. En Fuente de Cantos, patria chica del gran Zurbarán. Tuve niebla, lluvia, viento...
El edificio tuvo un premio de arquitectura. Al entrar en el pueblo por la antigua N-630, cuántos recuerdos. De la Venta del Gato, por ejemplo. Ah, aquellos incómodos, interminables viajes al Sur con agradables paradas obligatorias. 
Se lo decía a los alumnos de 2º de Bachillerato, setenta, reunidos en la biblioteca junto a un grupo de profesoras y profesores. La primera vez que oí nombrar Fuente de Cantos fue cuando mi amigo Herrero se fue a pasar allí un largo y cálido verano. Y no precisamente para veranear. Al colegio de los Hermanos de la Preciosa Sangre. Tenía fama de reformatorio, como Armenteros. 
Me presentó Regino Cortés Nisa, de Bienvenida, el instigador. Se nota que se formó en las aulas de la vieja Facultad de Letras cacereña, en las clases de Rozas y Senabre, entre otros. Eso y que es lector de poesía. Fue didáctico y preciso, como hacía al caso. Muchas gracias.
No se olvidó de mencionar a los alumnos de 4º de la ESO, por su colaboración para el diseño del cartel del acto. En el elegido, la caricatura de mi paisano Esteban Navarro que ilustra la cubierta de la antología de la colección El Pirata que publicó la Editora. 
El director y el secretario se acercaron a saludarme. El primero abrió y despidió la charla. Todo un detalle que de nuevo agradezco. 
Entre el público, un profesor que asistió, cuando era un niño, a una que di en el colegio de Carcaboso, invitado por mi amigo y compañero Manuel Chico, el padre de Álex. 
El clima de atención y silencio se impuso desde el principio. Uno habló (bastante) y leyó (poco). En estas actuaciones se trata más de incitar a la lectura y desmontar los tabúes que rodean a la pobre, temida poesía que otra cosa. Contar tu propia peripecia ayuda a que quienes te escuchan entiendan que lo de dar en poeta es una mezcla de azar y carácter. Y que la literatura, la poesía, es "lo inagotable", como el título del poema de Gabriel y Galán donde para uno empezó acaso todo.
Se nos fue el tiempo volando, no sin que se formularan en voz alta algunas preguntas inteligentes. De las que no vienen preparadas. 
Es una buena idea (la de Fran Amaya, la del Plan de Fomento de la Lectura de Extremadura) esta de invitar a escritores a los centros (los que cada IES elige). No es sino otra cara de lo que se pretendió con la, digamos, pata educativa de las Aulas Literarias de la AEEX. Aquí, sólo extremeños. 
Esa es la clave. La de la instrucción pública: educación y cultura juntas. Y más en el medio rural.
No puedo (ni quiero) olvidar que para que yo acuda a esos institutos, permiso provincial mediante, mis generosos compañeros del colegio tienen que ocuparse de las clases de uno. Muito obrigado. Al cabo, ya que lo menciono, así considero esas charlas: clases que das en otro sitio a chavales más mayores que mis habituales muchachinos. Será, supongo, por deformación profesional. 
El fin de fiesta lo puso Sofía. Interpretó a la guitarra una canción de Pablo Guerrero. Ella estaba nerviosa, pero a mí me emocionó igual. 
Luego dediqué algunas antologías (a Irene, a María, a Carmen, a Laura...), me despedí y... carretera y manta. Al llegar a Plasencia, el diluvio.