28.4.24

25 de abril en Plasencia

Fue emocionante la coincidencia. El pasado 25 de abril tuvo lugar una mesa redonda en torno al cuarenta aniversario de la Editora en la Feria del Libro placentina. En la fotografía se nos ve a los convocados. De izquierda a derecha, Nica Gil (que va a publicar en ella un libro de viajes próximamente), Sandra Benito (que tiene en el catálogo su ópera prima, Ciudad abierta), Gonzalo Hidalgo Bayal (que sin llegar a "prolífico", tiene algunos libros fundamentales en ese sello, como las primeras ediciones de Campo de amapolas blancas y La princesa y la muerte), uno (vinculado a ella desde que se constituyó, no sólo como autor) y, por fin, el nuevo director, Antonio Girol, quien reconoció que en la Editora abundan los placentinos, por encima de los extremeños de cualquier otra ciudad. Bien está. 
La conversación fue amena, creo, pero la acaparamos en exceso Gonzalo y yo. Tiene su lógica, aunque... Lo bueno es que se habló de todo un poco. Quedaron pocos asuntos sin mencionar, a pesar de que han sido cuatro décadas intensas.
Una de las cosas que recordé, sin pretender hacer un Fernando Pizarro o un Paco Valverde (tan proclives a ese tipo de rememoraciones), fue que la Revolución de los Claveles cumplía 50 años (en ese momento, Fátima Beltrán agitó dos claveles rojos al aire) y que hacía 20 de la publicación en la Editora del primer libro de un escritor portugués: Te me moriste, de José Luís Peixoto, traducido por Antonio Sáez. En la prestigiosa colección La Gaveta. Y lo mejor de todo, efemérides aparte, es que Peixoto presentaba después Comida de domingo, su novela sobre el empresario alentejano Rui Nabeiro, fundador de Cafés Delta. Estuvo espléndido (lo mismo que Juan Ramón Santos en la presentación) y su portugués fue comprendido perfectamente por quienes llenábamos la caseta. Reflexionó sobre temas muy interesantes que, más allá de su obra y de la poética que la sustenta, conciernen a la literatura en general. Y a la política y, en fin, a la vida misma. 
Mi debilidad portuguesa (en mi etapa de director -me permito la digresión- creamos -gracias a la colaboración del citado Antonio Sáez- la línea "Letras Portuguesas", que en realidad ya había abierto Fernando Pérez con Morreste-me y con algunas coediciones anteriores y de cuyos frutos acaba de dar cuenta Trazos, el suplemento del diario HOY, mediante un artículo sin firma que copio debajo), mi debilidad portuguesa, decía, se vio sobradamente compensada. Peixoto dijo que en Plasencia se sentía como en casa. Así soñé siempre, un tanto portuguesa, esta ciudad casi rayana, hermanada con Castelo Branco. Ayudó que alguien del público le preguntara en portugués; a las claras, en su común lengua materna. 


PORTUGAL EN LA EDITORA REGIONAL DE EXTREMADURA, LA PROFUNDIDAD DE LA CERCANÍA

Ahora que acabamos de celebrar el 25 de abril conviene resaltar la figura de Portugal y su unión con Extremadura con quien a veces solo la separa un pequeño puente como el de El Marco que cuelga sobre el arroyo Abrilongo delimitando las fronteras de Badajoz y Arronches. Y en otras, esa raya se hace aún más imperceptible como sucede en el campo de las letras. De esto último se ha encargado durante los últimos veinte años la Editora Regional de Extremadura al poner en marcha la serie Letras Portuguesas como culminación del mandato estatutario de hacer presente la literatura del país vecino en el panorama editorial extremeño.

A las iniciales coediciones con Calambur de textos de José Bento (Algunas sílabas), Jorge de Sena (Antología poética), Manuel de Freitas (El cielo de occidente), Eugénio de Andrade (Los surcos de la sed), Antero de Quental (Sonetos) o João Miguel Fernandes (Verano del ochenta y tres) se unieron textos de producción propia de autores como Neves o Antunes Simões que han dado paso a un catálogo de literatura, humanidades y estudios sociales de un valor incalculable.

En este contexto surgió Letras Portuguesas que, de manera trasversal, toca a muchas colecciones ofreciendo un catálogo amplio de la literatura portuguesa y en portugués con nombres de la talla de José Luis Peixoto (Te me moriste), Gonçalo M. Tavares (Enciclopedia I), José Gil (Portugal, hoy: el miedo de existir), Eduardo Lourenço (La muerte de Colón. Metamorfosis y fin de Occidente como mito), Teolinda Gersão (Los Ángeles), Florbela Espanca (Charneca en flor) o António Cândido Franco (Viaje a Pascoaes), traducidos por Ana Márquez, María Jesús Fernández García, Fernando Rodrigues, Luis Alfonso Limpo y Antonio Sáez Delgado quien junto a Luis Marina, Amador Palacios y José Ángel Cilleruelo, participan en las ediciones bilingües de la colección Poesía y que hacen que las voces de Ruy Ventura (El lugar, la imagen), Fernando Pinto do Amaral (Exactamente mi vida), Eduardo Pitta (¿Y si todo de repente?), Nuno Júdice (Navegación sin rumbo), Rui Knopfli (El país de los otros), Fátima Maldonado (Sentada frente al precipicio), Alberto da Costa e Silva (Fragmento para un réquiem) o Miguel Torga (Los primeros poemas para el Diário Odas) se tornen versos de sonoridad dual.  

La presencia portuguesa también se manifiesta en los números —ya va por trece— de la revista Literaturas Ibéricas Suroeste, en coedición con la Fundación Godofredo Ortega Muñoz, heredera de la histórica Espacio/Espaço escrito, que anualmente reporta escritos de lo más granado de uno y otro lado de la mítica raya.

Portugal también se deja notar en Del otro lado, en el que Ana Olivera nos lleva de la mano por el país vecino en un texto que es al tiempo libro de viajes, diario personal y cuaderno de a bordo de cualquier vida. Otro ejemplo de la impronta lusitana en el catálogo es La frontera que nunca existió, de Alonso de la Torre, que inauguró con gran éxito la colección Editora de Bolsillo.

Anteriormente nos hemos referido a Espacio/Espaço escrito la revista que cofundaran Álvaro Valverde, Diego Doncel y Ángel Campos Pámpano y me quiero detener en este último para citarle con la coedición de La ciudad blanca como también hacemos con Pequeña antología de poetas portugueses, de Enrique Díez-Canedo. No podemos olvidar Lisboa, del placentino Javier Morales Ortiz, publicado en La Gaveta y los más recientes: Portugal, diez siglos de historia, de Fernando Cortés Cortés, reeditado en la colección Estudio y el poemario Tabaquería, de Juan Manuel Barrado, en el que el poeta de Huertas de Ánimas homenajea la poesía de Fernando Pessoa asomándose a esa ventana que el recordado Julián Rodríguez cinceló con su buril para que el lector mirase al mundo y a sí mismo. 

En la web del periódico.