Jesús Aparicio (Brihuega, 1961), que acaba de publicar La paciencia de Sísifo en Libros del Aire, paso por aquí de puntillas hace un par de años, cuando vio la luz La papelera de Pessoa. La luz sobre el almendro, también en esta colección.
La suya, podría decir, es una poética de la humildad, entre castellana y franciscana ("Del árbol del lenguaje ha recogido / dos palabras que sanan: / paz y bien.") y por eso sus poemas huelen a limpio y saben bien.
Sencillez y claridad son dos virtudes que esta poesía traslada al lector con esa naturalidad propia del que escribe como vive y que no aspira a otra cosa que no sea mostrar su pequeña verdad.
Son los de Aparicio versos austeros y luminosos, pero que no deslumbran. Iluminan, sí, y calientan. Con esa tibieza que da el consuelo.
Planteado en dos partes, la primera, "Hojas del calendario", es un diario y recoge los poemas (fechados) de un año, el 2012. La naturaleza, la infancia y la memoria al fondo. Y una presencia, real también: Dios.
La melancolía y la nostalgia (que no siempre es un error) se cuelan entre las líneas de los poemas, como el sol entre las ruinas de un lugar.
Se demora Aparicio en lo que pasa, que nos parece poco o nada y que lo es todo.
Con Camus, se imagina uno feliz a Sísifo. "No te rindas, aguanta tu inocencia", escribe.
La segunda parte, en fin, se titula como el libro.
Hay un puñado de poemas memorables en este volumen digno y bien editado. "Letargo", por ejemplo, o "Poema de una vez", "En gozoso silencio", "Certezas", "Materiales para un autorretrato", "Cuanto se niega a ser escrito", "Tu capital", "Al margen de Francisco de Asís", "Autoarenga", "Julio en el monasterio"...
En "Adviento" leemos. "Una hoja seca / callada bajo el hielo / contempla el sol."
Por libros así uno sigue creyendo en la poesía.